Sergio Fabián G., de 33 años y detenido el domingo pasado por la mañana en su casa de barrio San Martín Sur como sospechoso del homicidio de un policía en el Hospital Provincial, fue acusado por el fiscal de la Unidad de Flagrancia, Aníbal Vescovo, por portar una pistola calibre 380 marca Bersa el día de su detención. El juez Alejandro Negroni le dictó prisión preventiva por el plazo de ley, es decir al menos dos años, pero en la audiencia no hubo mención de que el acusado tuviera vinculación alguna con el crimen del oficial Leoncio Bermúdez. El fiscal Vescovo remitió copia de lo actuado a la Unidad de Violencia Institucional para que la fiscal Karina Bartocci inicie investigación respecto a si hubo irregularidades en la detención del acusado.
La familia de Sergio Fabián G. denunció en este diario que el hombre no sólo era ajeno al crimen de Bermúdez sino que el arma por la que fue imputado fue plantada por los efectivos del Comando Radioeléctrico que lo detuvieron.
El martes 14 de noviembre, poco antes de las 22, Leoncio Bermúdez salió a la carrera del destacamento móvil que funciona en la puerta de la guardia del Hospital Provincial sobre calle Zeballos al 400. No lo sabía, pero estaba transitando los últimos segundos de su vida. Al llegar a la zona de ingreso de la guardia del nosocomio se topó de frente con uno de los dos tiratiros que minutos antes habían intentado rescatar a Gabriel Guillermo Lencina, un preso que se encuentra condenado a 22 años de cárcel, que estaba siendo atendido en la guardia.
El policía recibió tres impactos, uno en la cabeza, y murió a pesar del esfuerzo de las médicas de guardia que lo asistieron. El crimen del policía motivó una serie de reclamos del personal de salud que hasta el día de hoy mantienen cerrada la guardia del Provincial.
En ese estado de cosas, oficialmente se informó el domingo por la mañana que a partir de un llamado al 911 se había logrado detener en una casa de Arequito al 900 a un hombre como sospechoso de ser uno de los que participó del crimen del policía. Al lugar arribaron ocho móviles del Comando y detuvieron a Sergio Fabián G. aunque en ningún momento se dejaba claro cómo ingresaron a la vivienda en la que lo detuvieron.
Luego del procedimiento los agentes informaron que habían secuestrado un arma de fuego, municiones calibre 380 y un chaleco antibalas. Horas después de la detención desde el área de prensa de la fiscalía regional segunda se emitió un comunicado en el que se remarcaba que “no había indicios” que relacionaran al detenido con el crimen del policía Bermúdez.
En la acusación realizada por el fiscal Vescovo se indicó que “el imputado se encontraba en la vía publica y al notar la presencia de personal policial, se dio a la fuga hacia su domicilio (ubicado en Arequito al 900, en barrio San Martín Sur). Luego fue aprehendido en el interior (de su vivienda) teniendo en su cintura sin la debida autorización legal, una pistola Bersa calibre 380 en cuyo cargador tenía nueve cartuchos del mismo calibre más uno en la recámara”.
¿Violencia institucional?
Belén, la pareja del detenido, estaba junto a él cuando la policía irrumpió en su casa de Arequito al 900. La mujer relató a La Capital su versión de cómo se produjo el procedimiento y negó que su marido estuviera involucrado en el crimen del policía. Y puso como testigo de sus palabras a su vecindario. Dijo que cuando llegó la policía estaban durmiendo y los sobresaltaron los golpes en la puerta, que se asomó y un policía le dijo que buscaban a su pareja. “Les dije que sí. Les pedí que me esperaran. Que me ponía un pantalón y les abría. Les pedí que no me rompieran nada. Pero le dieron una patada a la puerta y entraron”, contó la mujer.
“Ahí me preguntaron dónde estaba él. Lo agarraron, lo llevaron para la cocina, lo sentaron y un policía grandote le empezó a pegar y a decirle que había matado a su compañero”, continuó la mujer en su relato. “Les dije que nada que ver y me empezaron a pegar a mí. También le pegaron al sobrino de mi marido. Le hicieron mal en el cuello con un cable”, agregó. “Me di cuenta que lo estaban culpando de algo que no tiene nada que ver. Él trabaja. Se rompe el lomo para el cumpleaños de 15 de mi hija”, contó Belén y mencionó que su pareja es albañil.
“A mi marido lo llevaron a la pieza y le decían que toque el arma que le pusieron”, agregó para denunciar que tanto esa arma como las municiones y el chaleco antibalas "fueron plantados”. Y agregó: “Esto no puede ser, que investiguen quién hizo esa llamada anónima”, cuestionó Belén.
Por la tarde del martes, cuando se celebró la audiencia acusatoria, Belén y varios vecinos se concentraron a las puertas del Centro de Justicia Penal (CJP) pidiendo que la Justicia investigue el accionar policial y quien fue la persona que realizó el llamado al 911 que motivó la detención de Sergio Fabián G., quien quedó en prisión preventiva por al menos dos años por la portación de la pistola calibre 380.