El círculo más cercano a Máximo Ariel “Guille” Cantero fue expuesto por los fiscales de la Agencia de Criminalidad Organizada y Delitos Complejos como principales sospechosos de haber tenido participación en las balaceras de la que fueron blanco el pasado 14 de noviembre dos escuelas de la ciudad horas previas a que se habiliten para las elecciones legislativas. En el marco de seis allanamientos que fueron llevados adelante por efectivos de Gendarmería Nacional, fueron requisadas las viviendas de los padres del líder de la banda de Los Monos, Ariel “El Viejo” Cantero y Patricia Celestina “Cele” Contreras, y también el departamento en el cual vive su pareja, Vanesa Barrios. Si bien ninguno de ellos fueron detenidos, los uniformados les secuestraron documentación, teléfonos celulares y cuatro motos.
Los fiscales Matías Edery y Luis Schiappa Pietra gestionaron una decena de allanamientos a partir de dos hechos concretos: las balaceras que sufrieron entre la noche del sábado 13 y el domingo 14 de noviembre las escuelas de Educación Técnica 472 “Crisol”, ubicada en Magnano al 6300 del barrio del mismo nombre; y la “Santa Isabel de Hungría”, sita en Cafferata al 4000 de barrio Alvear, ante la sospecha que detrás de esos ataques esté operando como en otras situaciones bajo investigación mano de obra dirigida por Guille desde su celda en el penal federal de Marcos Paz.
Así las cosas, los allanamientos tuvieron como epicentro seis direcciones: Avellaneda al 4500 y al 4400 (en la villa de la Vía Honda); Caña de Ámbar al 1800 (en barrio 17 de Agosto); Corrientes al 900 (centro); Víctor Mercante al 700 (barrio Sarmiento) y Castellanos al 5300 (en barrio Plata). En los domicilios de bulevar Avellaneda fueron detrás de los pasos del Viejo Cantero, quien pagó una condena a seis de prisión hasta mayo pasado y que está en libertad desde septiembre de 2020, y requisaron no solo la vivienda del antiguo jefe del clan sino también un comedor popular y una barbería en la que no encontraron moradores.
En Caña de Ámbar al 1800, donde habita la Cele, los gendarmes se sorprendieron al notar que las ventanas del frente de la casa tienen vidrios blindados y la puerta está adornada con una calcomanía con la inscripción “Es fácil hablar de mí, pero difícil ser como yo”. Allí Contreras está bajo prisión domiciliaria tras ser condenada en diciembre de 2018 a ocho años y 6 meses de prisión que fueron unificados con una pena anterior en 10 años.
En el centro, en un edificio de Corrientes entre cortada Ricardone y San Luis, allanaron el departamento en el que vive Vanesa Barrios con los dos hijos que tuvo con Guille. La mujer está bajo el beneficio de prisión domiciliaria tras ser condenada a 12 años en la causa denominada “Los Patrones”, en diciembre de 2018, la primera condena de la Justicia Federal a la familia Cantero por tráfico de estupefacientes. También fueron allanados domicilios en Víctor Mercante al 700 y Castellanos al 5300. En total se secuestraron 10 celulares que fueron enviados a peritar y cuatro motos que por diversas anomalías fueron incautadas.
Estos operativos se dieron luego de que la ciudad soportara desde el pasado 9 de noviembre una escalada de violencia de intimidación pública que primero hizo foco en media docena de estaciones de servicio, luego en dos escuelas y posteriormente en el restaurante El Establo y el carrito de comidas rápidas Jorgito Junior's, estos últimos el pasado domingo. Los ataques contra las estaciones de servicio y los locales gastronómicos son investigados por los fiscales de la denominada Unidad de Balaceras Valeria Haurigot, Pablo Socca y Federico Rébola.
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Hubo una serie de “detalles” que no pasaron desapercibidos en los allanamientos de ayer. Según trascendió, se actuó sin notificar a la policía rosarina para evitar posibles filtraciones. Y el operativo se realizó en pocas horas y un día después de que se realizara un homenaje en el barrio 17 de Agosto por el cumpleaños 38 de Claudio “Pájaro” Cantero, quien fuera líder de Los Monos hasta su asesinato en mayo de 2013.
El último despliegue de fuerzas federales sobre el círculo más cercano a Guille se había realizado un día después del anuncio de que Marcelo Sain _ex ministro de Seguridad provincia y ex director del Organismo de Investigaciones (OI) del Ministerio Público de la Acusación_ sería asesor del ministro de Seguridad de Nación, Aníbal Fernández.
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Foto: Twitter Georgina Beluatti.
Violencia siglo XXI
Sobre principios del siglo XXI Rosario comenzó a macerar un fenómeno delictivo que, en términos de sistemas de comunicación, se transformaría con el paso de los años en trending topic de la seguridad pública. Ataques a balazos contra domicilios que a simple vista nada tenían que ver con el mundo del hampa. Entonces los vecinos presentaban denuncias en las comisarías de sus barrios y, a los pocos días, la misma persona retiraba esa presentación.
Con el paso del tiempo trascendió que la dinámica de los hechos era la siguiente: un vecino denunciaba un delito en el que estaba involucrado un pesado del barrio, alguien desde la comisaría alertaba al pesado de quién era el denunciante y el hampón activaba los anticuerpos, en este caso un cómplice pasaba por la casa del denunciante y la baleaba. Decenas de denuncias pasaron al archivo con este método, por aquellos días ingenioso o poco visto.
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Luego el método se amplió hacia personas que por ser parte del hampa o del mundo delictivo no podían denunciar. Pero el delito continuó evolucionando y los registros de este tipo de ataques comenzaron a ser más visibles en la última parte de la década del 10 con las disputas entre distintos sectores delictivos y las barras bravas de los dos clubes más representativos de la ciudad. Quizás fue en el duelo entre Roberto “Pimpi” Caminos primero contra Lelio “Chapita” Ungaro y luego con Diego “Panadero” Ochoa donde los ataques a balazos comenzaron a dejar una huella que se puede seguir. El primero de los duelos personalistas tuvo una raíz territorial: dos pesos pesados no podían convivir en poco espacio como eran los monoblocks del Parque del Mercado y el Municipal de Lamadrid 98 bis. El segundo fue por el paravalanchas de Newell's. Pimpi murió asesinado el 19 de marzo de 2010 cuando ya no era líder de la barra leprosa. René “El brujo” Ungaro, hermano de Chapita, fue condenado como ejecutor del crimen de Caminos. El “Panadero” Ochoa, en tanto, fue a la cárcel como el instigador del asesinato.
La balacera como mensajería escaló en intensidad sin respetar un escenario del hampa determinado hasta llegar al domingo 26 de mayo de 2013. Esa madrugada, a las puertas del hoy desaparecido boliche “Infinity Night” que funcionó en la colectora de la avenida de Circunvalación y avenida San Martín de Villa Gobernador Gálvez, fue ejecutado el Pájaro Cantero, entonces líder de Los Monos. Eso desató una guerra de venganza que motivó los años récords de homicidios en la ciudad: así en 2013 se contabilizaron 271 crímenes y en 2014 la suma fue de 250 asesinatos. También fue el detonante para que el núcleo duro de la banda surgida en el sur de la ciudad fuera perseguido, detenido y enjuiciado; para que el poder político acelerara la puesta en marcha del nuevo sistema procesal penal (que comenzó a funcionar el 10 de febrero de 2014) y en la policía se creara una fuerza más profesionalizada: la PDI, hoy Agencia de Investigación Criminal (AIC).
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Foto: Twitter Georgina Beluatti.
Generación 9 milímetros
Así se llegó a la saga contra blancos del Poder Judicial que se concretó con 14 ataques a tiros entre mayo y agosto de 2018, hechos por los cuales fueron condenados Guille Cantero y otras seis personas el 30 de septiembre pasado. En ese caso la teoría del caso se orientó en que el jefe de Los Monos ordenó generar caos por su traslado desde Piñero a cárceles federales fuera de la provincia de Santa Fe. Tampoco se puede omitir que algunos de esos balazos contra la institucionalidad rosarina fueron atribuidos a Esteban Lindor Alvarado, quien según la Fiscalía ideó un plan para implicar a Los Monos en delitos ajenos para desviar las investigaciones. En esta seguidilla de hechos también quedó expuesta la fragilidad simbólica dentro del hampa. El cartel que decía “con la mafia no se jode” fue utilizado por ambos bandos en pugna.
Entonces, entre disparos furtivos, a mansalva y sangre fría, contra una fachada o un vehículo para dejar un mensaje claro con el plomo de las balas y mensajes extorsivos, se llegó al pasado fin de semana en el que buena parte de sociedad rosarina sintió que vive en peligro. La otra parte, la que vive en los barrios periféricos, ya sabe de lo que se habla cuando se refieren al fenómeno de las balaceras.