El incidente fue denunciado en la Unidad Especial de Asuntos Internos de la Policía de Santa Fe. Un hermano del joven también atravesó hace seis años y medio una situación similar, y batalló en la Justicia hasta salir sobreseído (ver aparte).
Jonatan David P., de 27 años, está casado y tiene tres hijos. Con la autoestima por el piso por una reciente pérdida de trabajo, el sábado a la noche se preparaba para apuntalar ese estado de ánimo con amigos en la víspera de su cumpleaños. Junto a su mujer y otras dos parejas decidieron entonces esperar la hora del brindis en la casa de uno de ellos, en inmediaciones de Italia y Garibaldi.
Fin del festejo
Sobre las 6 del domingo y con total tranquilidad pusieron punto final a la reunión. Salieron a la calle y en medio los abrazos de despedida y saludos en la vereda, imprevistamente se presentó una chata del Comando Radioeléctrico con tres policías, convocados por una vecina que denunció ruidos molestos.
Según la denuncia, luego de un intercambio de opiniones sobre la relativa gravedad de la infracción, los agentes obligaron a Jonatan, a su amigo Joel y a su cuñado Orlando a ponerse contra la pared, donde fueron golpeados en las costillas. Como en un acto instintivo el joven trató de aplacar los ánimos diciendo que su padre era policía. Pero fue peor.
Mientras las mujeres de los jóvenes entraban en una crisis de nervios ante lo que interpretaron como un desmedido accionar policial, al lugar llegaron otros cuatro patrulleros, y una móvil de la Guardia Urbana Municipal (GUM), un despliegue que aparecía desproporcionado ante la magnitud del incidente.
La paliza
En medio de la confusión, Jonatan y sus amigos terminaron dentro de un móvil policial. El muchacho reiteró que su padre había sido policía de Judiciales y de inmediato el "policía gordito", como lo identificó en la denuncia, le respondió que no le importaba porque su padre era "un caga vigilante".
A los tres los trasladaron a la comisaría 15ª en un móvil. Cuando estaban llegando a esa dependencia, Jonatan advirtió que un policía llegó hasta allí conduciendo su auto, un Peugeot 206 azul 2009 del que identificó la patente. Ya adentro del calabozo, según contó a este diario, Joel recibió una golpiza feroz de un policía.
"Nos metieron en una celda, nos hicieron desnudar y a mi amigo Joel le empieza a pegar un policía de 35 o 40 años. Le decía «ves que no tengo chaleco, yo me la re aguanto», mientras él le pedía por favor que le dejara de pegar. Después otro policía nos identifica y dice: «El es el hijo del policía, del ejército de Judiciales» y me empieza a pegar el mismo que le pegaba a Joel", relató.
"Me pegaba en las costillas, en la boca, me agarraba del pelo y me hacía arrodillar", recordó Jonatan, al tiempo que identificó a otro agente que se dirigía a sus amigos y les decía: "Ustedes están acá por el papá de él, el jefecito de Judiciales", en referencia a Américo P, el padre de Jonatan.
El joven, con visibles marcas de la golpiza en la frente, maxilar y otra contusión en la cabeza y espalda, narró ayer al mediodía acompañado de su hermano a este diario el difícil momento que atravesó dentro de la seccional ubicada en calle Sarmiento al 4300.
Luego de permanecer alojados durante siete horas en la comisaría, entre las 8 de la mañana y las 15 del domingo, sin recibir atención médica y previo a ser fichados, fotografiados y a firmar un acta que no pudieron leer —pero con la advertencia de que los perjudicarían—, los jóvenes fueron liberados. Envuelta en una crisis de nervios, en la vereda de la comisaría esperaba la mujer de Jonatan.
Testigo ausente
El padre del joven, un experimentado policía ya retirado que participó en varios procedimientos y pesquisó delitos graves donde los hechos rozaban a miembros de la fuerzas de seguridad, decidió acompañar a su hijo y dejar constancia de lo ocurrido en la dirección de Asuntos Internos.
Américo fue empleado de la ex Drogas Peligrosas y cuando comenzó de la causa de Los Monos fue convocado para integrar la Brigada Operativa de Judiciales que concentró gran parte de la pesquisa a cargo del juez de Instrucción Juan Carlos Vienna, en una derivación del crimen de Martín Fantasma Paz, ocurrido en septiembre de 2012.
Muchas de las evidencias y pruebas que hoy sirven de sustento en el juicio oral y público contra 25 imputados, entre ellos 13 policías, tienen base en la actividad del área de Judiciales, donde trabajaba Américo, y cuyos jefes fueron de los primeros en declarar.
El hombre ya recibió la citación judicial para declarar como testigo el martes en la reanudación del debate, pero adelantó a LaCapital que no se presentará ante los últimos acontecimientos y hasta tanto no advierta garantías para resguardar la integridad de su familia.
Agraviados por un acto que definen como un hostigamiento grave, la familia de Jonatan promete ir a fondo con la denuncia de apremios ilegales y amenazas, hasta que se esclarezca su situación y se "limpie su nombre". Al mismo tiempo reclaman respuestas concretas al Ministerio de Seguridad para "no lamentar una consecuencia irreparable".