“Ivana presente”. El grito, transformado en un alarido sostenido de familiares y amigos de Ivana Garcilazo, se transformó la tarde de este miércoles en la banda de sonido para la acusación a Ariel Matías Cabrera, el primer imputado por el asesinato con un adoquinazo en la cabeza de la hincha de Rosario Central una hora después de finalizado el clásico del 30 de septiembre pasado. Cabrera fue acusado por el fiscal Gastón Avila como coautor del delito de homicidio agravado por ser cometido en ocasión de espectáculo deportivo. El juez Florentino Malaponte aceptó la calificación esgrimida por la Fiscalía y dispuso para Cabrera la prisión preventiva por el plazo de ley, es decir, al menos dos años. La defensa del acusado solicitó que el Servicio Penitenciario lo aloje en una cárcel fuera de Rosario “por una cuestión de colores de los clubes de la ciudad”.
Si bien el contenido de la acusación se presenta como abrumador, fue una audiencia en la que se vivieron momentos de máximo dolor. De los familiares de Ivana, porque tuvieron un tenso y sentido cruce con el acusado al hacer uso de la posibilidad de hablar en medio del proceso. Pero también fue angustiante para aquellos que rodeaban a Cabrera. Momentos que podrían admitir el título de “Pobres todos”. Aunque quien cometió un delito debe responder por un hecho extremo.
Habilitando la opción que da el proceso penal santafesino de que los familiares de las víctimas puedan hacer uso de la palabra, Raúl, el padre de Ivana, y Daniel, la pareja, le hablaron a Cabrera. Raúl lo hizo desde las vísceras enfundado en su remera blanca de ausencia: “Quiero decirte que espero que te pudras en la cárcel. Hijo de puta”. Pero fue Daniel quien puso a Cabrera a declarar cuando no tenía pensado hacerlo. Daniel, vestido con una remera con el rostro de Ivana, lo miró a los ojos y le preguntó: “¿Por qué lo hiciste?”. Y antes de que la pregunta terminara de resonar le sumó otra: “Por qué no me atacaste a mí?”
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Laura, Raúl y Daniel, las caras del dolor ante la ausencia de Ivana, asesinada tras el último clásico de la ciudad.
Foto: Celina Mutti Lovera.
"No mate a nadie"
Cabrera respondió en tono neutro: “En ningún momento quise matar a nadie. De hecho no lo hice. Me puse completamente a disposición de la Justicia para que todo se aclare. Es más, tengo hermana y madre hinchas de Central”, argumentó en su respuesta tratando de encontrar refugio en que esta ciudad atravesada por los colores de los dos equipos de la ciudad. “Quiero que sepan que los acompaño”, dijo.
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Uno de los testimonios más determinantes en los que se apoyó Avila fue la denuncia que hizo Marianela, la novia de Cabrera. La mujer convivió diez años con el acusado y con él vivía en Ybarlucea. Se enteró de que Cabrera había participado del ataque a Ivana al verlo en las imágenes difundidas por el Ministerio Público de la Acusación a los medios el lunes 10 de octubre. Al verlo la mañana del martes 11 lo reconoció de inmediato y lo llamó al celular. Habían pasado diez días del crimen de Ivana. “Sos vos”, le dijo. Contó Avila que la mujer agarró sus cosas y se fue de la casa llorando a Rosario sin saber cómo actuar. “Todo lo que atiné a hacer fue mandarle el link del video por Whatsapp”, dijo la mujer según la lectura del fiscal.
En medio del diálogo Marianela le preguntó a su pareja por qué no le había contado nada. “Tenia miedo de que te enojaras”, le respondió Cabrera. “Te das cuenta que es como te dije siempre. Vos y esos amigos que tenés tiene cuarenta años al pedo”, le respondió la mujer, en la sensación de que toda su vida se derrumbaba. La mujer le cortó la comunicación y le dijo a su cuñada que si Ariel no se entregaba el martes a la noche ella lo iba a denunciar. Cosa que hizo.
Imágenes públicas
A la hora de acusar, el fiscal Avila defendió la idea de hacer públicas las imágenes de dos de los tres participantes del hecho diez días después de ocurrido. “Eso nos posibilitó rápidamente reconstruir sus pasos”, explicó. Así pudo saber que los tres implicados se reunieron a ver el partido en una casa de Catamarca entre Cafferata e Iriondo. Que una vez que terminó el partido caminaron alrededor de 25 cuadras hasta llegar a las inmediaciones de Ovidio Lagos y Montevideo. Y que ahí empezaron a atacar a piedrazos a quienes pasaran por el lugar con indumentaria de Central.
Dos testimonios resultaron esclarecedoras. Uno, el de una automovilista que vio el ataque y que declaró que quien arrojó la piedra que mató a Ivana fue “el de remera roja”, tal la vestimenta que tenía puesta su amigo Damián Reifenstuel. El otro, el de un taxista que vio el ataque desde calle Montevideo. Que persiguió a Reifenstuel y al tercer agresor, quien vestía una camiseta negra.
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El taxista vio la escena. Observó como Cabrera se trenzaba en lucha con Daniel, el novio de Ivana, quien se defendió con una linga de su moto. Elemento que Cabrera le sacó y al huir por Montevideo descartó al lado de un auto antes de llegar a Callao. El taxista decidió perseguir a los otros dos mientras llamaba al 911 para alertar lo ocurrido. “El taxista vio lo que había pasado y persiguió a dos personas que se fueron por Montevideo hacia el lado de Riccheri. Dio la vuelta por Lagos y Pellegrini, tomó Riccheri y vio que toman caminos diferentes”, relató Avila en rueda de prensa.
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El fiscal Gastón Avila y el abogado querellante Marcos Cella, los acusadores de Ariel Matías Cabrera.
Foto: Celina Mutti Lovera.
“Persiguió a uno de ellos, al de rojo, que era Reifenstuel. Llamó al 911 y le contó al operador: «Quiero avisar que le pegaron un piedrazo a una mujer en Lagos y Montevideo. La chica está herida y estoy persiguiendo al autor». El operador le dijo que le mandaba el móvil policial a Ovidio Lagos y Montevideo. Pero el taxista, con buen tino le dijo: «No, mandámelo a Riccheri y Zeballos, que lo estoy viendo. Lo estoy persiguiendo». Ahí el operador le contestó: «Nosotros sabemos hacer nuestro trabajo» y le cortó el teléfono”, relató el fiscal.
“A partir de esta situación, consideramos que lo que podía ser una fácil aprehensión de una persona que estaba huyendo a pie, por una mala gestión de la llamada del 911, no se dio. Y hoy estamos lamentando no tener a Reifenstuel en el banquillo de los acusados”, se lamentó el fiscal.
Querella y defensa
Marcos Cella es el abogado querellante que representa a los Garcilazo. A su turno adhirió a grandes rasgos a la acusación hecha por Avila. Pero se reservó el derecho a que en el devenir del proceso poder pedir un cambio de carátula. Para la querella hubo plan criminal organizado. Hubo alevosía. Todo esto agravado por la participación de dos o más personas. La defensa de Cabrera estuvo en manos de Sergio Larrubia y Alberto Tortojada, quienes trataron de llevar el hecho al plano del delito “preterintencional”. Es decir que las cosas pasaron más allá de la intención.
Atacaron la calificación fiscal. Dijeron que no hubo acuerdo. Que no hubo dolo. Larrubia dijo que “se quiso generar daño, pero no una muerte”. habló de que los atacantes “estaban sufrientes porque habían perdido” e indicaron que “en esta instancia del proceso no se puede hablar de que hubo un homicidio simple agravado”. También dijo: “Lamentablemente se perdió una vida humana (en el contexto del clásico). Esperemos que sea la última”.
Una hora y cuarto después del arranque de la audiencia, el juez Malaponte, ex fiscal de homicidios, resolvió. Le dio la derecha a la Fiscalía por la calificación de homicidio agravado por haber sido cometido en ocasión de un espectáculo deportivo. A la hora de valorar si correspondía dictar una prisión preventiva con o sin plazo, entendió que Cabrera ante una morigeración podría fugarse o entorpecer el proceso en curso. También dijo que Cabrera “debió pensar en el daño que podía ocasionarle a una persona que circula en moto a la que se le arroja un piedrazo. Que se la puede matar. Fue una agresión estúpida no digna de una persona con estudios terciarios, como los que exhibe Cabrera”, sentenció el juez.