La madre de Brandon Bay, jefe de la temida banda de Los Gorditos, fue sentenciada a 7 años y 4 meses de prisión por liderar la organización en la calle una vez que su hijo y otros miembros cayeron detenidos y entonces las mujeres de la familia se pusieron al frente del negocio. El movimiento de drogas y el flujo de dinero que movía el grupo nacido en el barrio rosarino de Tiro Suizo, que extendió sus dominios al cordón industrial tras la caída en prisión de Brandon, quedaron grabados en conversaciones entre madre e hijo. La mujer aceptó la acusación y la pena en un juicio abreviado.
No es la primera condena para Erica Elena Altamirano, que en mayo del año pasado había recibido 7 años y medio en una causa federal por narcotráfico. La nueva pena se fijó la tarde de este miércoles en un acuerdo abreviado entre el fiscal Pablo Socca y el defensor de Altamirano. Según la sentencia que homologó el juez José Luis Suárez, el liderazgo asumido por la mujer está probado con escuchas telefónicas y el secuestro de droga en allanamientos a los domicilios de distintos acusados. A ella se le atribuyó “un rol preponderante y activo para coliderar la asociación ilícita fundada por su hijo Brandon” en la última conformación de Los Gorditos.
Luego de su detención y condena por hechos violentos de los primeros tiempos de la banda, Brandon “necesitaba delegar o compartir el liderazgo en personas de su confianza —su madre— para continuar el gerenciamiento y la administración de las actividades ilícitas”, dice el texto del abreviado. Además de ser sentenciada como jefa de una asociación ilícita Altamirano recibió pena por el delito de cohecho activo. Esto último, por coimear con 50 mil pesos a un policía de la comisaría 32ª para que liberaran a su hija y a su yerno cuando cayeron presos el 9 de septiembre de 2021 con un auto robado.
Ese día su hija Flavia Bay junto a la pareja de otra de sus hijas, Luis Gabriel “Vita” Saucedo —ambos ya condenados a penas que rondan los 5 años— fueron interceptados cuando circulaban por Rouillón y Seguí en un auto Opel Corsa con pedido de captura que había sido robado en Villa Constitución. El Comando Radioeléctrico los detuvo a los ocupantes y los trasladó a la seccional. Desde allí, Vita se comunicó con Altamirano desde su celular a pesar de que figuraba como secuestrado en el acta y debía estar incomunicado: “Escuchá, nos trajeron a la 32ª. Dicen que el auto tiene un pedido de captura, qué sé yo. Nos piden 50 y nos largan”.
El arreglo consistió en insertar en la documentación policial un boleto de compraventa donde figuraba el nombre del dueño del auto como vendedor y Flavia como compradora. De esta manera ella y Saucedo fueron liberados. Pero la línea de la madre de Brandon estaba intervenida y la maniobra saltó a la luz. Tres policías fueron imputados y entre ellos el suboficial Axel Federico Teliz fue condenado a 3 años de prisión efectiva por cohecho pasivo, encubrimiento agravado, incumplimiento de los deberes y falsedad ideológica.
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La banda de Los Gorditos viene de asimilar fuertes condenas dictadas hace poco más de un mes. Al término de un juicio oral, Brandon Bay, su novia Cintia Nair Estrella y otros dos miembros —Fabián Agustín Sandoval y Claudio “Primo” Ríos— fueron condenados a prisión perpetua por tres homicidios consumados y otros tres fallidos cometidos entre 2019 y 2020 en San Lorenzo. Hubo otro condenado, Juan Manuel “Pera” Alvarez, a 15 años de prisión.
Esa investigación expuso cómo la caída en prisión de Brandon por hechos violentos atribuidos a los primeros tiempos de Los Gorditos en el barrio Tiro Suizo y en el complejo Fuerte Apache —por los que fue condenado a 10 años de prisión— le permitieron extenderse hasta el cordón y adueñarse del negocio del narcomenudeo en el barrio Norte de San Lorenzo. Su gente desembarcó allí a partir de contactos de un compañero de celda en la cárcel de Coronda que es oriundo de esa zona. Una expansión que, tal como comprobó la pesquisa, fue posible gracias a la colaboración de policías locales.
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Cerca de 30 personas que ya aceptaron condenas —sólo una sigue con causa abierta— fueron acusadas en 2021 de conformar una organización que funcionó al menos desde el 20 de agosto de 2019, fecha en la que un reporte policial dio cuenta de la ramificación hacia el cordón de una banda liderada por Bay. En septiembre de 2021 hubo allanamientos en los que se secuestró droga en un búnker de Lamadrid al 1600 de Rosario. Según el fallo, “el grupo se dedicó a cometer delitos como la sustracción de vehículos, robo a viviendas, homicidios y atentados contra las personas”, para excluir a bandas antagónicas, con la anuencia de policías provinciales y de Gendarmería Nacional.
En ese esquema Altamirano fue ubicada como la encargada “extramuros” que bajaba y ejecutaba órdenes de su hijo desde una cárcel federal, tanto a través de celulares como desde el teléfono fijo de la cárcel. La mujer se ocupó del control de todo el circuito de venta de drogas al menudeo, desde el fraccionamiento y distribución en su casa de Dinamarca al 500 bis de Rosario hasta la gestión y recaudación de búnkers.
“Además esconde, guarda y oculta en su domicilio armas de fuego y teléfonos celulares usados para la logística” de la banda y “se encarga de ayudar a integrantes de la organización cuando caen detenidos, ya sea sobornando a policías o aportando el dinero para que abogados particulares asuman la defensa”, dice la sentencia.
El 19 de diciembre de 2020 se secuestraron 700 dosis de cocaína en su casa de la calle Dinamarca y al año siguiente, una vez más, se encontraron 5 kilos de cocaína y dos kilos y medio de marihuana cuando finalmente quedó detenida junto a su pareja. Por estos hallazgos y las distintas funciones el fiscal le asignó el carácter de jefa de la organización.
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Parte de la prueba fueron las escuchas judiciales de las conversaciones entre Altamirano y su hijo Brandon, a quien se lo escuchó decir que a los territorios había que ganarlos “matando gente inocente”. En las charlas se registraron pedidos de Brandon para que le acercaran a prisión droga escondida en zapatillas y cómo la mujer lamentó la caída de un soldadito en manos agentes de Gendarmería que le incautaron 130 mil pesos de recaudación. “A mí me sirve el pibe afuera porque estoy sola, hijo”, dijo entonces, y le informó a Brandon que el tiratiros no sólo había perdido plata sino también “gilada”.