Qué lejos quedó aquella imagen en cancha de Gimnasia (LP) del frustrado ascenso en el último minuto ante Cambaceres. Apenas seis meses después, Argentino penó demasiado. Cumplió una muy mala campaña y por eso las chances de pelear por el mismo objetivo que se le terminó escapando por poco asoma como una verdadera utopía. La primera rueda de la temporada 2007/08 de la Primera C fue sencillamente un dolor de cabeza para el salaíto. De principio a fin.
Ni el más optimista podía imaginar en el inicio del torneo un equipo que pudiera depositar sus esperanzas en objetivos subidos de tono, pero tampoco la manera en la que el albo cerró la primera parte de la temporada (rescató apenas cuatro puntos de los últimos 33).
El ejercicio de la memoria siempre es bueno realizarlo y en este caso aportaría datos precisos y puntuales. Es que de aquel equipo que estuvo a un tris del ascenso, la dirigencia pudo retener sólo a algunos. Encima, los refuerzos elegidos para reemplazarlos no fueron los más adecuados. Conclusión: las posibilidades de un pobre torneo eran mayores que las de realizar una buena campaña.
Bajo estas coordenadas, Jorge Díaz intentó hacer funcionar el equipo, pero los resultados no lo acompañaron. Los números (5 sobre 18) no fueron del todo malos, pero la dirigencia consideró que era necesario un cambio. Ni el reconocimiento por haber sido el DT del equipo que casi logra el ascenso sirvió para frenar la decisión de apostar por Gustavo Raggio.
De allí en más, todo fue igual. El equipo amagó con un triunfo en el debut de Carozo ante el por ese entonces líder Luján y a las pocas fechas logró una victoria frente a Dock Sud. Pero eso fue todo. La seguidilla de empates y derrotas se hicieron carne en un equipo que jamás logró afianzarse.
A la poca jerarquía existente en el plantel se sumó el bajón anímico que se fue potenciando por los malos resultados. Así, todo se le hizo cuesta arriba a Raggio (nunca logró encontrarle la vuelta al equipo), que encima, sobre el final del torneo tuvo que lidiar no sólo con algunas lesiones y suspensiones, sino también con bajas obligadas de jugadores titulares que eran requeridos para jugar en la primera local para tratar de zafar del descenso, cosa que finalmente no ocurrió (ver aparte).
Esto, más los flacos resultados, fueron desgastando la relación entre el técnico y la dirigencia, por eso aquel trabajo a largo plazo del que se habló cuando Raggio llegó al club quedó en la nada. El cierre de la primera rueda marcó el final de un nuevo ciclo y encendió una luz de alarma tras un semestre para el olvido. l