El último antecedente quizás fue un llamado de atención para De Felippe. Newell's tuvo problemas con Defensores Unidos de Zárate por la Copa Argentina en la contención. Anduvieron mal Bernardello y Rivero. Pensando en que Vélez cuenta con mediocampistas de buen dominio, armó para el partido de anoche un triángulo conformado por volantes centrales, incorporando a Sills. Pero no fue ninguna solución.
De Felippe modificó el habitual doble cinco para visitar a Vélez. Lo sacó a Figueroa para que ingrese Sills y sea el mediocampista ubicado más cerca de los centrales, con Rivero y Bernardello por delante, a derecha e izquierda. La realidad es que Nicolás Domínguez, Gastón Giménez y Robertone no encontraron oposición.
Sills no había entrenado durante parte de la pretemporada con normalidad debido a una molestia y ni siquiera había disputado un partido durante receso. Eso fue notorio. No tuvo reacción y se lo vio impreciso con la pelota. Fue tan flojo lo que hizo que salió en el entretiempo.
Bernardello también tuvo un bajo rendimiento. No quitó y tampoco fue nexo con los de arriba. Rivero fue el mejor de los tres, apenas. Presionando y robando algunas pelotas en tres cuartos.
De Felippe repitió el triángulo que anduvo tan bien en el partido de vuelta contra Paranaense (2-1) en el Coloso por la Copa Sudamericana, y el mismo dibujo táctico, con un intérprete distinto (Cacciabue por Rivero) y funcionamiento irregular, en la derrota contra Boca (3-1) en la Bombonera por la Superliga.
Insistir con esa idea fue una jugada arriesgada que intentó el entrenador, con un esquema que no ensayó desde el inicio en ningún partido del receso, sumado a la inactividad de Sills.
Por el medio, Vélez fue incisivo y la falta de marca de los volantes centrales de la Lepra les permitió a los futbolistas locales enfrentar con pelota dominada a la defensa rojinegra. Fue un hándicap alto.