Maradona siempre fue un elegido. Pero no sólo por su increíble magia con la pelota, con esa gambeta en velocidad que se transformaba en una obra de arte para propios y extraños y en un jeroglífico para sus marcadores, sino por sus dotes de capitán en todo el sentido de la palabra. “Diego fue un capitán completo: era el mejor jugador, con una técnica única, y además tenía huevos, como lo demostró cuando jugó con el tobillo hecho una pelota en Italia 90, sino que era el primero a la hora de entrenarse y era el mejor compañero porque sacaba la cara por todos”, confía el ex delantero de Central y delegado de Futbolistas Argentinos Agremiados en Rosario, Gerardo González, a La Capital, shockeado como muchos por la noticia más infausta, que sacude al planeta fútbol.
Y en una vida épica, pletórica de batallas, epopeyas, gloria y excesos, el partido que la selección de Diego les ganó a los ingleses en México 86, el primero después de la Guerra de Malvinas, contiene todos los elementos de una historia de película. Como bien señala el periodista español Andrés Burgo, autor del libro “El partido”, en el que sostiene al cabo de una investigación de tres años que el juez de línea búlgaro Bogdan Dochev no pudo no haber visto “La mano de Dios” en el primer gol de Diego a los ingleses.
“Si hubiera que rescatar de un naufragio a un puñado de partidos de la historia universal –tres, cuatro, cinco partidos de cualquier época del deporte más popular del planeta–, el 2 a 1 contra los ingleses debería quedar a salvo –escribe Burgo–. Es el paraíso del fútbol argentino. Hubo cientos, miles de tardes y noches con más goles y con mayor belleza colectiva, pero ninguna con esa carga simbólica. Ese partido es un aleph del fútbol que lo tuvo todo, y todo lo que tuvo nos favoreció. El macho alfa de los goles y el más ilegítimo, la deificación de un futbolista en un puñado de minutos, el trasfondo de las llagas de una guerra todavía abiertas, y el contexto deportivo perfecto: los cuartos de final de una Copa del Mundo”.
La jugada del primer gol a los ingleses fue una pared entre Maradona y Valdano, que terminó en un centro llovido sobre el arquero Shilton, al que Diego no habría llegado con su 1,67 metro ni su escasa capacidad para el salto cabeceador, y que el Diez definió con un preciso puñetazo.
“No podía llegarle de ninguna manera a Shilton. Gracias a Dios, que me dio el impulso del salto para llegar con la mano en el primer gol que les hice a los ingleses. Un poquito con la cabeza y un poquito con la mano de Dios”, confió Diego muchos años después. “El gol sigue siendo un gol, Argentina se proclamó campeona del Mundial y yo fui el mejor jugador del mundo”, aseguró en aquel momento. “No puedo cambiar la historia”.
Más de dos décadas después se disculpó por aquel tanto. “Si pudiera disculparme, viajar atrás y cambiar la historia lo haría” reconocía Diego a los 47 años. La mano fue clarísima, pero el árbitro tunecino Alí Bennaceur lo dio por válido sin una mínima duda. Y el juez de línea búlgaro Bogdan Dochev admitió en 2014 que había visto a Diego golpear la pelota con la mano en el primer gol a los ingleses, durante los cuartos de final de la Copa del Mundo México 1986. Dochev murió en Bulgaria en 2017 y Emily –su viuda– dijo que se retiró después de la tormentosa controversia sobre aquel partido, e incluso escribió en la parte posterior de una foto del jugador: “Maradona enterró mi carrera”.
Después de la jugada, las imágenes de televisión mostraron al árbitro tunecino Bin Nasser corriendo lentamente hacia atrás, al centro del campo y mirando a Dochev. El búlgaro, sin embargo, no ondeó su bandera y se quedó absolutamente quieto. Según los sostenedores de las teorías conspirativas, el búlgaro Dochev vengó así, en parte, la derrota argentina a manos de los ingleses en las Malvinas.
El mejor gol de la historia
Si el gol de “La mano de Dios” fue una síntesis de habilidad para meter la mano en el momento justo y de picardía para gritarlo como si lo hubiera hecho con la cabeza, el segundo tanto a los ingleses, convertido apenas cuatro minutos después, fue elegido como el mejor gol de la historia por más de 340 mil personas que participaron en una votación de la Fifa durante seis semanas. “Es para llorar, perdónenme. (...) ¿De qué planeta viniste barrilete cósmico para dejar en el camino a tanto inglés, para que el país sea un puño apretado gritando por Argentina? (...) Gracias, Dios, por el fútbol, por Maradona, por estas lágrimas, por este Argentina 2- Inglaterra 0” narra el periodista Víctor Hugo Morales.
Maradona y el enorme equipo del 86 no sólo levantaron la Copa del Mundo en el Estadio Azteca sino que llegaron a otra final en Italia 90, cuando Diego jugó infiltrado con un tobillo hecho una pelota. Y puestos a elegir dos partidos de la selección argentina, hay un par que caen por su propio peso: la victoria sobre los ingleses en México 86 y el triunfo contra Brasil en Italia 90, cuando después de pasarla muy mal durante casi todo el encuentro, Diego recibió una pelota en tres cuartos, gambeteó entre tres defensores y antes de caerse “la cuchareó” para el solitario pique del “Pájaro” Caniggia por la izquierda, quien eludió al arquero y definió el partido. Justo Maradona, quien hizo justicia futbolera contra Inglaterra y Brasil. Como bien dice la sabia letra del tango, que se puede traducir a la gloriosa historia de Diego y la selección argentina: “Yo anduve siempre en amores, qué me van a hablar de amor”.