La vigilia del clásico rosarino entre Central y Newell's comenzó a vivirse a pleno en la ciudad más futbolera del mundo. El próximo sábado, a las 17.30, las aguas rojinegras y auriazules se mezclarán en el Gigante de Arroyito en un duelo que promete emociones altísimas.
Los dos tienen tantas fortalezas como defectos, tantas cartas ganadoras como baches que encienden las alertas en la puesta a punto en Arroyo Seco y Bella Vista. En el medio 90 minutos que serán atrapantes y con ninguno de los dos equipos arribando como amplio favorito.
Por el lado de Central en este Clausura el equipo de Holan todavía no engranó, las buenas figuras que tiene desde el medio hacia adelante, con Ángel Di María como líder, aún no ensamblan sus movimientos ni rompen las defensas contrarias como podrían hacerlo. Recién Veliz anotó su primer gol con Riestra, pero Campaz y Malcorra no imponen condiciones y el ataque auriazul se hace previsible y carente de sorpresa.
Central y el plus de la localía
Di María tiene en el clásico el partido soñado en que puede sacar a relucir toda su chapa de campeón del mundo y regalarse esa actuación descollante que está en condiciones de realizar. Y Holan, cuyo ciclo global desde lo macro futbolístico es impecable por ser el líder de la tabla anual, es cierto que en el Clausura los tres empates en fila en casa le ponen una luz de alerta en lo micro.
A Central, la localía del Gigante, el plantel seductor con que cuenta y la estela positiva que arrastra en los clásicos lo obligan a entrar decidido a quedarse con todo. Está en una meseta y el derbi de la ciudad puede ser el máximo incentivo para reencontrase con su mejor versión.
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Newell's y la nueva chance de ganar
Por el lado de Newell’s las urgencias pasan por otro lado. En los últimos tiempos el clásico se convirtió en un karma que no pudo descifrar. Jugando mejor, parecido o peor que su rival igual casi siempre le tocó caer. Y necesita dejar atrás esta coyuntura y regalarse un festejo grande ante su archirrival.
La máxima prueba de lo que significa el clásico y sus consecuencias es que el anterior entrenador, Mariano Soso, tuvo su límite en la derrota ante el Canalla en el Coloso. Ahora la historia es otra, con Cristian Fabbiani como el guardaespaldas de todas las presiones. El Ogro armó un equipo aguerrido, con altibajos y defectos, pero que jamás claudica.
También comenzó el Clausura de forma irregular, pero encontró en la Copa Argentina la zanahoria para seguir adelante y estar entre los ocho mejores de este certamen que lleva directo a la Libertadores.
Fabbiani estuvo en el derbi rosarino como jugador y disfrutó las mieles de la victoria. Ahora sabe que el desafío en el Gigante será muy complejo y por ello guardó casi todo en el empate con Defensa para jugarse “la vida” en este clásico.
Chocan los planetas del fútbol rosarino, con Di María buscando su partido consagratorio en la vuelta a Central y con Fabbiani tratando de ser el autor intelectual de la alegría clásica que tanto se debe Newell’s.