Mauricio Macri está empeñado en hacer saber que su gobierno se aleja de todos y cada uno de los paradigmas de los últimos 12 años. De manera ostensible y estruendosa en algunos casos, de forma sutil y en sordina en otros. Pero siempre con el norte de definirse institucional, económica y culturalmente enfrente del kirchnerismo.
El encuentro de empresarios internacionales que se desarrolló en la semana terminada, bautizado de manera tan poco feliz como el "Mini Davos", puso una vez más de relieve cuál es el modelo económico del presidente. Fue la clara contraposición con la alianza con Venezuela e Irán que sostuvo a la ex presidente Kirchner. Miles de empresarios de todo el mundo se dieron cita para ver si se es cierto que la Argentina dejó atrás el aislacionismo caprichoso y si, según su especial parámetro que es el de la ganancia a cualquier precio, hay terreno fértil para su desembarco.
Fue este encuentro el que sin querer hizo detonar el sacudón de otro de los modos de pensar de la década pasada y que, a unos cuantos días vista, representa el desafío a un esencial modo de pensar en materia de seguridad. Cuando este cronista debatía en su programa de Radio La Red de Buenos Aires con un empresario sobre el contraste de la euforia empresarial extranjera y la recesión, inflación y desempleo que se vive en las calles argentinas, el presidente Macri pidió salir al aire para disentir con este comunicador. "El mayor costo para todos, y en especial para los humildes es la inflación", escribió el titular del Ejecutivo como modo de proponer la réplica radial. Ya luego en el programa, agregó que sin derrotar este flagelo no habría posibilidad de crecimiento.
Vale la pena relatar la anécdota del llamado. Cuando el presidente saludó al aire lo hizo con el compromiso de la producción de sólo entrevistarlo 5 minutos ya que su agenda no le permitía más tiempo. Habiendo fijado posición sobre la cuestión económica ("Venía escuchando su programa y quería argumentar sobre lo que se decía", expresó el mandatario), sin previa discusión editorial por la sorpresa del llamado, se decidió preguntarle por el tema más reclamado en todo el país y más comentado por esas horas en los medios: el supuesto caso de justicia por mano propia del comerciante de Zárate que había atropellado con su propio auto a un delincuente. Había cientos de otros temas para consultar. La elección en base a la vertiginosidad del momento y de los temas candentes fue esa. No hubo, pues, ni cálculo en la pregunta ni solicitud del entrevistado de abordar el tema.
Mauricio Macri dijo textualmente: "Quiero decir que más allá de toda la reflexión que tenga que hacer la Justicia en la investigación, si no hay riesgo de fuga, porque es un ciudadano sano, querido, reconocido por la comunidad, él debería estar con su familia, tranquilo, tratando de reflexionar en todo lo que pasó". Estas declaraciones provocaron una infinidad de comentarios. Los más críticos, acusaron al presidente de haber presionado de forma ilegítima a la justicia, de haber machucado la división de poderes y de haber hablado sobre temas que no debe. En lo personal, no se comparte ninguno de estos achaques.
La posición del jefe de Cambiemos no presionó de ninguna manera a la jueza de garantías de Zárate. Un par de horas luego de haberse conocido, la magistrada sostuvo la prisión del comerciante dueño de una carnicería tal cual lo prevé la ley. Por ende, este cuestionamiento devino abstracto.
Por lo segundo, sería bueno que se aclarasen algunos puntos. Macri, traducido lo más llanamente posible, dijo que toda persona que es imputada de un delito penal, si no genera peligro de fuga o de entorpecimiento en la causa y si tiene arraigo en su comunidad, debe transitar el proceso en libertad. Eso dicen todos y cada uno de los tratados de derechos humanos, el código procesal de la provincia (y todos) y la jurisprudencia nacional. ¿A quién se le ocurre que es invasión a la división de poderes que un funcionario recite lo que la ley de su país dice? ¿Se supone que un presidente (o un legislador o un juez) deben permanecer mudos cada vez que se aborde una cuestión en la que otro poder tenga prioridad de ejecución? Semejante disparate es muy parecido a sostener que los jueces sólo hablan por sus sentencias. Monarquía pura.
Lo que el presidente no puede hacer es presionar para que se falle como se le antoja a él y no como dice la ley. Si Macri hubiera dicho que la ley es vieja y hay que liberar al carnicero sin más o que él no tiene que esperar a la justicia para darse cuenta que en el caso hubo legítima defensa habría sí atropellado esa división. Si el presidente se hubiera enojado con los jueces, los hubiera acusado de tener un partido judicial y les hubiera dicho que no entienden la ley y que la carátula de una muerte debe ser la que él quiere (a esto me suena haberlo escuchado en otro momento) hubiese sido un escándalo institucional. Pero que el jefe del Estado, el que sea, se manifieste de acuerdo a la ley no puede ser nunca visto como una presión.
Está claro que en estos tiempos argentinos es muy difícil argumentar desde la buena leche del pensamiento. No dejó de ser pintoresco que los otrora progresistas del garantismo pidieran prisión ya para el comerciante cuando hasta hace 5 minutos se agraviaban porque la "derecha" proponía endurecer las penas. Macri con sus dichos resultó ser más garantista que Zaffaroni y sus seguidores. Y aquí está la decisión de Cambiemos de plantar bandera desde el otro extremo del paradigma K. El caso de Daniel Oyarzún fue la piedra fundacional para plantar bandera desde la cúspide del poder sobre el tema inseguridad. Visto con el prisma de unos cuantos días pasados, es evidente que el presidente quería que se supiera cómo piensa en materia de inseguridad.
Por fin, el enojo de muchos analistas porque el presidente habla sobre un tema como el mencionado debería ser mirado desde cierto gataflorismo periodístico. Si habla porque habla, si se no lo hace, no se involucra en los temas que preocupan a las mayorías. Estaría bueno que nos pongamos de acuerdo y podamos sortear cierta vanidad inconducente.
¿Alcanza con que Mauricio Macri haya fijado posición? Aquí está el tema central. El responsable del Ejecutivo no es un comentarista de la realidad. Haber llegado a semejante situación en donde muchos creen, de manera disparatada, que la mano propia es la que debe cuidar la integridad física de cada uno demuestra la ausencia severa de Estado. Se puede defender el derecho a expresarse al respecto. Pero con mucho más énfasis hay que reclamar que se salga del papel de analistas sociales y se dedique el esfuerzo para brindar seguridad con presencial del gobierno, con contención de los vecinos y con decisiones concretas que de verdad demuestren que este tema es prioridad de los que ejercen el poder. Si no, una declaración legítima y atinada del presidente, quedará como cortina de humo propia de quien aprovecha una situación para hacer política superficial sin que nada cambie en el fondo.