La vida pasa intensa a través de las pantallas. Pasa tan intensa, que puede no pasar nada fuera de ellas, y sin embargo dominan el mundo. El nuevo juzgado y condenado por ellas es un pibe de 19 años, Kimi Antonelli, que cometió un error de conducción en la última vuelta de un gran premio de Fórmula 1.
Los medios tradicionales a los que se supone les importa separar la paja del trigo y no darles cabida a los tirapiedras del teclado, lo hacen noticia y la bola de nieve no se detiene. Todo en un mundo donde las sospechas sin certezas ganan rápidamente espacio, y el que ensucia sabe que limpiar su mugre cuesta infinitamente más y tarda más tiempo, prolongando el daño.
Quizás esta opinión contribuya, sin pretenderlo, a esa diatriba, pero el proyectil está en el aire o quizás ya impactó de lleno en el italiano Kimi Antonelli, el pibe en cuestión, y no se puede, no se debe dejarlo así como así.
El paréntesis por Colapinto y la locura sobre Kimi Antonelli
Tarde lo entendieron quienes tienen responsabilidades de mando en Red Bull, de corregir las sospechas que ellos mismos fueron los primeros en lanzar. Rápido lo entendió el jefe del pibe, Toto Wolff, que no dudó un segundo en llamar “descerebrado” a Helmut Marko, la cabeza del equipo de Max Vestappen, por sostener inicialmente la teoría de que Antonelli dejó pasar adrede a Lando Norris en esa última vuelta del GP de Qatar. Los ánimos se alteraron enseguida, las miserias coparon el escenario circunspecto de la Fórmula 1 y el italiano paga las consecuencias.
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Paréntesis: tanto se habló de los imberbes argentinos (que los hay y a montones) que por defender a Colapinto cruzaban la raya atacando al equipo Alpine, que esta situación con Antonelli universaliza la cuestión. Cobardes anónimos que encontraron en las redes sociales la mejor manera de expresar su bajeza, hay en cualquier parte.
Retomando el hilo, las redes facilitan cualquier cosa, sin pruebas, como en este caso. Ni siquiera se supo de audios que ordenaran a Antonelli dejarse pasar, por ejemplo. Hubo amenazas de muerte hacia el piloto de Mercedes. Una locura.
Y por AFA cómo andamos
Y si la F-1 dominó la escena internacional con estas teorías conspirativas, en casa ya cansa escuchar las de la AFA para favorecer a tal o cual. Desde el título otorgado a Central, donde la misma conducción del Chiqui Tapia y Pablo Toviggino pateó el hormiguero, no paran de mostrarse como verdades absolutas cuestiones sin sentido. Como el supuesto boletín truchado 6625, como los jugadores de Riestra dejándose hacer el gol con Barracas o que un tiro libre cobrado a 30 metros del arco sobre un costado, que terminó en un centro como cualquier otro y gol de cabeza, fuera parte de un complot para favorecer a tal club (referencia al gol de Deportivo Madryn a Morón en semis de PN).
El ascenso de Estudiantes de Río IV en cancha de Madryn, los triunfos del “apuntado” Estudiantes de La Plata del “odiado” Juan Verón ante los “favorecidos” Central y Central Córdoba de Santiago del Estero, y en sus canchas, o la derrota este lunes de Barracas del Chiqui ante Gimnasia, ponen en tela de juicio tales conclusiones. Aunque seguro ahora se dirá, en este último caso, que todo está planificado para que la Brujita sea humillado ante el clásico rival en semis.
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Por supuesto, no se trata de ser inocente, partidos acordados hubo un montón, otros lo parecieron bastante aunque no se hayan comprobado, varios equipos tuvieron coronita en su historia. No se trata de proteger ahora a Tapia, que motivos ha dado y muchos para la crítica cambiando permanentemente las reglas, pero tampoco se deben naturalizar como válidas las conclusiones apresuradas y mucho menos si se vierten a modo de agresiones a través de cuentas anónimas.
Así en el fútbol argentino como en la Fórmula 1
Así en el mundo más chico del fútbol argentino, como en el universal de la Fórmula 1, viene ganando espacio la intolerancia y la ausencia de juicio crítico, que el periodismo está obligado a tamizar para un necesario raciocinio. Dicho de otro modo, si por debajo Antonelli favoreció adrede a Norris o la AFA favoreció a clubes amigos, si hubiera una condena que sea por argumentos incontrastables.
El pibe de Mercedes debe estar sufriendo ese error como ninguno. Se equivocó en una pista difícil, en una curva donde la mayoría tuvo problemas, en una última vuelta donde ya el neumático no ayuda al que conduce. Apenas se le movió el auto, pero fue suficiente para que Norris lo superara. Una pregunta de sentido común. Si hubiera existido tal orden de Mercedes, ¿Cómo no se dejó pasar en la recta con el DRS activado del inglés, que no hubiera despertado sospechas? ¿Cómo no pasó eso antes de la última vuelta?
Pero no, el rookie Antonelli lo hizo a propósito y la mancha voraz se extendió para la definición del campeonato, el próximo fin de semana en Abu Dabi. Así se vive el mundo hoy, el tribunal superior de las redes sociales produce sensaciones que se propagan a mayor velocidad que los F-1 y es difícil frenar un virus que, como tal, no discrimina a justos de injustos.
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Antonelli no hizo méritos para semejante destrato, esta AFA tal vez sí. Pero en cualquier caso las teorías conspirativas deben ser racionalizadas. De lo contrario lo que queda es la intolerancia. Que hoy, como nunca, tan fácil se arrastra en la maraña de las redes sociales.