El impacto del anuncio de la fórmula Fernández-Fernández para las elecciones PASO del kirchnerismo fue tan potente como aún abierto a varias interpretaciones. Sólo hay algo indiscutible: Cristina maneja la centralidad de la discusión política argentina.
Sí se puede especular sobre distintas cuestiones. Cristina actuó como Cristina. Sola. Decisión unilateral sin notificación a casi nadie (se asume que su familia íntima y el propio Alberto Fernández avisado unas horas antes), al estilo de la nominación de Amado Boudou como su vice en 2011. Entonces, Daniel Filmus y Carlos Tomada entraron al acto de anuncio creyendo que eran ellos. En las reuniones de la semana del PJ y de los intendentes del conurbano no circuló ni por asomo una idea así, aunque ahora todos se autobendigan como conocedores del tema.
Es demasiado hiperbólico el comentario de “Cristina se bajó”. En el mejor de los casos, se bajó… un peldaño. El siempre complicado cargo de vicepresidente argentino es el natural sucesor del presidente en casos de acefalía. Bajarse habría sido encabezar una lista de senadores o diputados.
Cuando Carlos Zannini fue nominado por la propia Cristina como el vice de Daniel Scioli, ¿alguien suponía que el kirchnerismo puro “se bajaba” de la fórmula? De hecho, la primera aparición pública de la fórmula corrió por cuenta de ella y no de él. El candidato a presidente habló después que su vice, como para que queden claras las cosas en la cadena de mando.
Para adentro del peronismo, la fórmula parece un llamamiento a abrir la tranquera del partido para proponer “todos adentro”. “Si yo soy el obstáculo para que el peronismo federal y los no K vengan, acá me tienen afuera del protagonismo absoluto”, parece querer decir la dos veces presidente. Aquí, se intuye, el mensaje va dirigido especialmente a Sergio Massa (¿lo sabía? ¿es verdad que le gustó la idea?) y a Juan Schiaretti. El primero, tiene votos, Los más exagerados suponen que si Massa y Cristina se suman al mismo espacio y agregan sus votos superan el piso de balotaje del 45 por ciento. Massa viene diciendo que “con ella no habla”. Con Alberto Fernández lo hace y mucho. “Le tengo un gran respeto”, se apuró a decir ayer. La ancha avenida del medio ahora podría torcer hacia el PJ unido. Al menos, hay un ripio (no llega a pavimento) nuevo para pensarlo.
El caso del cordobés Schiaretti es bien distinto. No parece esta fórmula un anzuelo propicio para cazar al animal político de más peso, votos y prestigio como Schiaretti. Se verá. Igual, el artefacto de pesca se lanzó al mar peronista. Pichetto y Urtubey podrían aceptar o no. De no hacerlo, se quedarían más solos y, con los mismos votos que tienen, es decir, pocos.
Para sus votantes duros, Cristina les dice: “Aquí estoy. Hago una renunciamiento histórico (de paso, nada que ver con lo de Eva) por los que me acusan de soberbia y a ustedes, mis votantes, les aseguro que me quedo, un escalón más abajo, custodiando los principios nac and pop”. ¿Transfiere ella los votos K de manera íntegra a Alberto? Todo hace suponer que sí.
Para los votantes desencantados con Macri o los que desean castigarlo, les ofrece dos dedos funcionales para taparse la nariz del recuerdo histórico y poner en la urna un voto que no la tenga a ella de cabeza. Aquí, la transferencia dependerá de cuánto de reactiva sea la figura de Alberto F que fue ministro coordinar de Néstor y Cristina, jefe de campaña de Randazzo y de Sergio Massa por dar algunos ejemplos de su derrotero.
En suma, CFK lo hizo: sorprendió, obligó a pensar y sacudió las indecisiones del PJ que ya no tiene más margen para jugar a esperar al 22 de junio.
¿Y el gobierno? La primera reacción fue de manual. “Es más claro el panorama. Son ellos, todos juntos, o nosotros”. La bala del plata del PRO: la polarización a cualquier precio. ¿Cerrar la grieta enunciada en 2015? Bien, gracias. Ellos creen que eso les alcanza. Suponen que la inflación, el grave parate económico y la debilidad de los índices no influyen. Tímidamente, alguien del ala politica del PRO se atrevió a pensar. “Y si a Fernández-Fernández le oponemos María Eugenia- Lousteau?”. Macri, se sabe, no está hoy dispuesto a renunciar a nada.
La justicia
Con la vertiginosidad argentina, la resolución de la Corte Suprema sobre el juicio de Vialidad parece ocurrida hace meses. Y no. El amague del máximo tribunal de abrir un paréntesis en el inicio del proceso oral, demostró esencialmente que los jueces son mirados con más atención por la sociedad -y eso es muy bueno- y que la crisis política en ese cuerpo de magistrado es fenomenal. Carlos Rosenkrantz, el presidente llegado de la mano del gobierno nacional, carece de ascendente entre sus pares y de todo olfato y cercanía con la política nacional. En los pasillos de calle Talcahuano se habla de inminentes conmociones que podrían modificar el tablero de decisiones del tribunal.
Sin embargo, parece interesante saber qué causa comenzará el martes el proceso oral. Los fiscales de la Nación consideran reunidos los expedientes administrativos de las cincuenta y una licitaciones adjudicadas a Lázaro Báez y los doscientos cuarenta y nueve expedientes administrativos por medio de los cuales el Grupo Báez —con anuencia de los funcionarios viales— introdujo sucesivas y numerosas ampliaciones de plazos y costos; y se procedió al estudio pormenorizado de cada uno de esos expedientes, en conjunto con la obtención de prueba a través de requerimientos a diversos organismos públicos.
Aquí no hay persecución política ni proscripciones electorales. A partir del martes se podrá ver si, como creen los fiscales, se logró establecer que pocos días antes de que Néstor Kirchner asumiera la presidencia de la Nación en el año 2003, Lázaro Báez fundó Austral Construcciones SA, empresa que pasó de tener el capital mínimo posible al momento de su fundación de $12.000 a poseer activos por más de 1.700 millones de pesos en el año 2014 —últimos estados contables disponibles. ¿Queda claro? Luego se analizará si se acomodaron licitaciones, prorrogaron plazos y demás ilegalidades que vale la pena recordar para dejar claro que cuando se hable del tema se crea que se menciona un mero caso de dialéctica posible. Es plata, mucha y es sospecha de corrupción, también mucha.