Julieta y Carolina López se criaron en el sector industrial. Tan es así que se definen como “bien fierreras”. Saben de maquinaria, saben de procesos, saben de volumen y quieren escala. Conocen el corazón de la actividad fabril porque tanto su abuelo como su padre se dedicaron casi toda la vida a la fabricación de cajas de cartón corrugado, siendo dueños de Papelcorr. Ellas trabajan también en la fábrica familiar y hace unos cuantos años empezaron a imaginar la posibilidad de una nueva industria propia. En Estados Unidos a Carolina le sorprendió el enorme consumo de popcorn que había en los ciudadanos y ya en 2008 empezó a hablar con Julieta para ver si juntas se animaban a emprender en el sector alimenticio. Julieta dijo “manos a la obra” y empezaron a investigar juntas pensando en un proyecto a largo plazo que traspasase fronteras.
La estrategia fue clara: tenemos en la región la mejor calidad de maíz pisingallo de exportación, ¿cómo no aprovecharlo para sumarle valor agregado? A partir de esa premisa, comenzaron a trabajar imaginando el producto, los proveedores, la producción, el canal de distribución y crearon HandFood. Un punto que tuvieron claro desde el primer día fue que lo que más les interesaba no eran sólo las góndolas del mercado interno sino apuntar al mercado externo, donde el hábito de consumo del pochoclo está instalado. Estados Unidos y Brasil son los dos consumidores más importantes de este snack, pero les interesa China por una cuestión de volumen. Ese es el plan a largo plazo, para el corto, ya comenzaron a exportar a Uruguay y en estos meses llegarán las primeras cajas de HandFood a Paraguay.
“Somos tercera generación de industriales, para nosotras hablar de máquinas es normal, muchas veces entendemos más de producción que de la cadena de distribución. Nosotras venimos de una familia muy trabajadora, somos gente de mucho laburo, podemos trabajar 12 o 14 horas seguidas si tenemos un objetivo claro de a dónde queremos llegar”, define Julieta en esta entrevista al tiempo que Carolina suma “en esa línea de querer siempre aprender y hacer cosas diferentes fue que surgió HandFood, porque en aquellos años no había nadie que lo hiciera”. Sienten que la maduración de la empresa se dio el año pasado, cuando junto a un equipo que las asesora terminaron de armar toda la estrategia de venta. Julieta da una clave de este sector “el negocio alimenticio pasa por montar la red de distribución, primero conseguir que el distribuidor tome el producto, luego haga lo que se llama el sembrado y después que en el punto de venta se coloque el producto donde tiene que estar”.
De kiosco en kiosco
Las líderes de HandFood están totalmente decididas a hacer crecer la marca. Detallan que para lograr la red de venta que pretenden necesitan llegar a cien distribuidores en el país, pero no quieren un crecimiento desbordado, sino lograr los acuerdos con los más grandes. Carolina detalla que hoy tienen 25 distribuidores en todo el país que son todos “de primera línea”, para tener una idea de su nivel de clientes, son los que atienden a los gigantes como Mondelez o Arcor.
Una anécdota que suma Julieta, y que tiene que ver justamente con la distribución, es que este verano se fueron con su papá hasta Mar del Plata para chequear que el producto esté correctamente expuesto. “Estuve 48 horas viendo que HandFood esté donde tenía que estar. El distribuidor me llevó a cada local para que lo pudiera chequear”, dice y la anécdota revela que no deja nada al azar. Pero aclara que sólo los grandes jugadores pueden tener ojos en todos los puntos de venta, es realmente difícil para una industria que está en su primera etapa poder hacer un control real en todo el país. Y ni hablar del extranjero.
Cómo se hace HandFood
La planta productiva está en la zona sur de la ciudad, donde montaron la línea de producción. El jefe de la planta es Sebastián Raciatti, un especialista del sector alimenticio que viene de trabajar en conocidas industrias locales. Hoy pueden producir 120 kilos por hora de pochoclo, y están funcionando siete horas al día. Producen snacks tanto dulces como salados, los primeros son los que más se consumen en Argentina, con sabores como cookies and cream y marroc, mientras que los salados son los clásicos cheddar o barbacoa. Pero además en el año 2022 certificaron como empresa libre de gluten, lo que les permitió el ingreso a las dietéticas con los sabores espinaca y queso más otro producto con sabor a kale.
En lo que respecta a su producción, la clave es poder hacer un buen pochoclo homogéneo y el secreto para lograrlo tiene varias razones. Es importante la maquinaria, para que haga un buen filtrado de lo que no resulta bien, pero lo central es la calidad del grano de maíz pisingallo. Es por eso que las hermanas López sumarán este año un proveedor número uno de ese commoditie. Ahora bien, ¿cómo es el proceso? El grano de calidad contiene determinado nivel de agua en su interior, al ponerlo en contacto con el aire a 260º explota y se arma la roseta. Si no tiene agua, no explota y queda el típico grano duro que no es comestible, por eso es central también un buen filtrado.
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Las hermanas Julieta y Carolina apuestan juntas a crecer en la industria alimenticia.
Foto: La Capital
Un dato importante, es que este producto tiene buena chance de ser fuerte en el sector de los alimentos saludables, porque no se utiliza aceite caliente en el proceso, sino sólo aceite frío al momento de hacer el saborizado y además el producto no está modificado genéticamente.
Generar el hábito de consumo
Algo curioso en este segmento es que la competencia es bienvenida. ¿Porqué? Es que el hábito de consumo de este producto en el país no está instalado. Entonces, cuantos más fabricantes haya en esta etapa es mejor para instalar al pochoclo como una opción en la mente de los consumidores. De hecho, este año Molinos Río de la Plata se animó al segmento, por lo cual saber que una empresa de este tamaño apuesta al pochoclo les indica a estas emprendedoras que están en el buen camino. En góndolas siempre quieren estar ubicadas en la zona de las papas fritas y doritos, porque se consumen cada vez más en las picadas.
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La maquinaria la siguen de cerca los operarios de HandFood. A cargo está Sebastián Raciatti (centro) que es especialista en el rubro tras haber trabajado en distintas industrias alimenticias de Rosario.
Foto: La Capital
Hoy HandFood se vende en los kioscos, dietéticas y locales de cercanía, mientras que comenzarán en breve a trabajar en las grandes superficies. Lo que ellas quieren es sumar volumen para apostar al crecimiento, porque tienen en mente mudar la planta a la zona industrial de Carcarañá donde ya tienen un terreno, junto a la fábrica familiar de papel corrugado. Lo que esperan es que el consumo de pochoclos crezca para dar ese salto que implica una buena inversión para montar una planta de 1.200 metros cuadrados. Desde allí, tienen la logística aceitada para poder atender tanto al mercado interno como al externo. La meta es vender un 30% dentro de país y un 70% puertas afuera.
Casi al cierre de la entrevista las hermanas recuerdan que, estando en Estados Unidos, una de las hijas de Marcelo Tinelli grabó un reel en sus redes pidiendo que se fabricara en Argentina un popcorn como el que estaba disfrutando allá. Las hermanas López le cumplieron el sueño.