Gastón Nardelli y su familia viven en un campo a 30 kilómetros de Vera, cabecera del departamento del norte provincial. Su casa quedó aislada por la inundación que golpea al norte de Santa Fe, una de las más importantes de las últimas décadas. En primera persona, cuenta el esfuerzo que hacen a diario para seguir adelante.
Hace siete años que Gastón y su mujer Adelgisa se mudaron a ese lugar que queda a tres kilómetros del camino de tierra de la ruta provincial 284s, hoy cortada por el agua del arroyo Golondrinas. "Son cinco kilómetros, de nueve, que quedaron bajo agua. Esto se repite todos los años y quedamos aislados. Pero esta vez estamos así desde enero y parece que no va a mejorar pronto. Hay mucha más agua", dijo el productor ganadero de 28 años.
Tienen una hija de seis años, Benedetta, que en marzo de este año comenzó primer grado. Los primeros días del ciclo escolar, Gastón salía a caballo junto a la pequeña y recorrían más de 10 kilómetros para ir a la Escuela Rural Domingo Faustino Sarmiento, sobre la ruta nacional 98.
Pero tras más de cuatro meses aislados, tuvieron que tomar la decisión de mudarse a la localidad de Vera. "Todo es una incomodidad, uno quiere estar en su casa, pero no se puede. Para llevar a mi hija a la escuela tenemos que hacer unos 50 kilómetros y sólo podemos hacerlo en camioneta, para que pueda seguir viendo a sus compañeros y no cambiarle todo de golpe", relató Gastón.
Cansado de quedar aislado con su familia por lluvias o crecidas del arroyo que está a unos 500 metros del campo, el año pasado encaró una obra de alteo del camino comunal que lo comunica con la ruta 284s, hoy cortada. "Con retroexcavadoras, y plata de nuestro bolsillo, levantamos tres kilómetros casi un metro y medio, y le pusimos alcantarillas con tubos de un metro. Lo hicimos porque era insostenible, quedábamos aislados siempre. Ahora el problema lo tenemos en la ruta provincial", contó.
No solo tuvieron que dejar su casa, sino que hoy todo esfuerzo cuesta el doble. Desde que arrancó el año, su economía está frenada. Si bien pudo elevar parte de su campo para no perder todo el ganado, cuenta: "Desde enero que no podemos sacar una jaula".
La historia de la familia Nardelli se repite en diferentes puntos del norte provincial y para los productores santafesinos este ya es "un año perdido", con daños "incalculables".