“El día no ayuda”, dijo la señora parada en la esquina de Santa Fe y Corrientes mientras esperaba el colectivo con sus dos niños agarrados fuertes, uno de cada mano. Y sí, la adecuación del sistema de transporte que comenzó a la cero horas de este lunes no fue fácil, los 33 grados de calor a la sombra y los 38º de sensación térmica sobre el mediodía no ayudaron. Y más allá de las defensas y las críticas a los cambios, la complejidad de la movilidad de la ciudad es innegable y llegó bastante antes de la pandemia de coronavirus que no hizo más que hacerla saltar por los aires. Además de calor, en las paradas del centro se vio desconcierto en algunos, y hubo pasajeros que tuvieron incluso que correr el colectivo que los llevaba a destino. Y si bien había agentes municipales evacuando preguntas en los puntos estratégicos, muchos no la tuvieron fácil, sobre todos los adultos no tan familiarizados con la tecnología para acceder a los nuevos recorridos. La mayor duda no fue cómo llegar hasta el centro, sino saber cuál tomar para volver al barrio. El deseo de todos, “que el colectivo venga más rápido”, cosa que al menos en las primeras horas muchos dijeron no notarlo. En este marco, las autoridades pidieron paciencia.
La ecuación de transporte rosarino no cierra hace rato. No le cierra a la ciudad, ni a las empresas, ni a los usuarios. Y la movilidad se convirtió con la pandemia en un punto clave en Rosario y en el mundo: mover gente mueve el virus y aumenta los riesgos de contagio. Bajar la circulación fue la clave y durante los meses de mayor aislamiento el uso del transporte llegó a caer en más de un 90 por ciento. Con eso las cuentas cerraron menos y la Municipalidad puso en marcha modificaciones para tener lo que los funcionarios mismos definieron como un “sistema realista”.
Es más, con ese escenario “el plan de emergencia” –incluso con esa medida aprobada por el Concejo Municipal– llega tarde, y así lo plantean incluso algunas voces de quienes usan el servicio. “Sacar líneas ahora que se está intentando que las actividades vuelvan a moverse, en esto de la «nueva normalidad» y no cuando todo estaba parado no sé si es es la mejor opción”, dijo un hombre, mientras con la cámara de su teléfono celular sacaba fotos a los carteles de las fusiones de líneas en la esquina de Santa Fe y Entre Ríos.
Otra usuaria señaló que “los colectivos iban llenos antes con coronavirus” y se preguntó si eso no será “peor todavía” a partir de ahora. Es más, algún que otro taxista apuntó que el cambio se notó en el tránsito del centro de la ciudad y puntualizó que “a simple vista” se vieron menos colectivos circulando.
Los desconcertados
“Hoy estoy perdida, la verdad es esa. Miro el celular todo el tiempo buscando los recorridos. Me dijeron que me tengo que tomar el 102 acá, pero no sé si pasa”, dijo una mujer en la esquina de Entre Ríos y Santa Fe. Si bien fue optimista en que “de a poco” aprenderá los cambios, la vecina de zona sur no dejó de afirmar: “En mi barrio antes teníamos tres líneas y ahora solo una, esa es la verdad. Esperemos que como dicen vengan más rápido por lo menos”.
Una mujer le golpea la puerta de adelante al chofer, que le abre. “¿Señor, éste me deja Francia y Rueda?”, le pregunta desde el cordón de la vereda. El conductor le responde que no y que debe caminar hasta San Lorenzo. “Uff, no llego más”, comenta al aire la señora y para un taxi.
“Hay gente perdida, sobre todo la gente grande, se equivocan de paradas, van a otro, no saben los recorridos, se bajan de golpe porque se dan cuenta que no van por donde creían y nos pasamos la mañana respondiendo”, comentó uno de los choferes al mando de 122 Rojo que desde esta semana está fusionado con el 127.
Una cuadra más adelante, a la altura de Corrientes, se escuchó un insulto y un grito: “Dale vamos”, le dijo una mujer a otra, y salieron corriendo detrás de una unidad color azul que esperan por Santa Fe, pero que finalmente apareció por Corrientes y dobló por esa calle al oeste.
Algo similar le pasó a una mujer que esperaba con sus dos hijos en esa esquina, aunque con mejor suerte, porque el chofer los vio y paró para esperarlos.
A otros los cambios no los impactaron. “Yo soy de zona sur y puedo llegar igual”, dice una joven en la plaza Sarmiento, donde espera para volver a su casa. Así y todo, insiste en el pedido de que las frecuencias “mejoren”.
El uso del servicio “Cuándo llega” a través de los teléfonos celulares viene intenso, sobre todo para evitar lo que para muchos son “minutos de riesgo” en la parada a la espera del colectivo. Ese sistema, explicaron desde el municipio, no estuvo disponible en las primeras horas de la mañana ya que requería que se fuera cargando de a poco la nueva información de los recorridos de las unidades para volver a ponerse a punto. Finalmente, a media tarde, se rehabilitó el "Cuándo llega"
Además, en estas horas la demanda al 147, la línea habilitada para consultas y quejas, fue tanta que tuvo picos de saturación y fue difícil obtener respuesta.
Asesoramiento
En ese escenario, de desconcierto para muchos, los agentes municipales se ubicaron en las esquinas estratégicas de la ciudad para colaborar con quienes tuvieron dificultades a la hora de saber cómo llegar a destino.
“Quejas no tuvimos muchas, apenas una persona”, relató una pareja de agentes en la esquina de Corrientes y Córdoba, y confirmaron que son las personas más grandes y que utilizan menos los dispositivos tecnológicos los que más consultaron.
“A veces los del centro, que son los acostumbrados a tomar el colectivo en la puerta son los más que se quejan porque tienen que caminar dos cuadras. Para llegar a los barrios, que es la mayor de las demandas, a veces se puede ir a la misma parada que antes solo tomando el servicio en una parada que está a apenas a dos cuadras", agregó la joven.
Para otra de las agentes, que teléfono en mano le indicaba los recorridos a los pasajeros, el mayor problema “es que la gente espera a último momento”, y añadió: “Hoy que empiezan las modificaciones quiere saber todo junto y estás muy desinformados”.
Aunque más acertadas para uno que para otros, los cambios llevarán tiempo. Fundamentalmente para que los pasajeros puedan habituarse a las modificaciones. Y si el calor da una tregua, mejor.