Aprender a cocinar en un horno eléctrico, hervir agua con una resistencia, bañarse con una ducha tenue y, sobre todo, resignarse a que la factura de electricidad sume un cero. Así se presenta la vida cotidiana para quienes viven en alguno de los edificios que tienen cortado el suministro de gas. Y no son pocos: según datos de la empresa Litoral Gas actualmente hay en Rosario unos 70 edificios sin servicio, de los cuales más de la mitad llevan más de seis meses con el medidor anulado.
"Vivir sin gas es incómodo y caro. Tenés que comprar calefón eléctrico, pava eléctrica, cocina eléctrica y resignarte cada vez que llega la factura de la Empresa Provincial de la Energía (EPE)", explica Carlos, vecino del edificio Kennedy. A la emblemática torre de bulevar Oroño y Mendoza le cortaron el servicio a fines de julio de 2014 y recién el invierno pasado en los 190 departamentos se pudieron volver a encender las estufas.
En el medio pasó casi un año, "muy engorroso", como lo define Carlos. Sin embargo, el Kennedy no es el único edificio donde el corte de suministro se extendió varios meses. Según advirtió ayer el gerente de Relaciones Institucionales de Litoral Gas, José María González, actualmente son alrededor de 70 los edificios que no tienen servicio, de los cuales unos 40 llevan más de seis meses sin suministro.
En todos los casos, sostuvo, se trata de cortes preventivos por la detección de alguna fuga o a solicitud de propietarios o administradores de consorcio que necesitan poner en marcha reparaciones o cambios en la red.
"Es que después del incidente de calle Salta (donde una explosión de gas dejó 22 muertos el 6 de agosto de 2013) la gente es mucho más prudente con el gas. Y hay muchas más denuncias por fallas o problemas en el servicio", sostuvo.
A la espera. El gerente de Litoral Gas indicó que los mayores problemas se encuentran en los edificios más antiguos, donde las instalaciones tienen su tiempo y, generalmente, están fuera de norma. "En esos casos, además de la falla se encuentran un montón de cosas: caños podridos, uniones mal hechas o escasa ventilación, lo que obliga a trabajos más largos", apuntó.
En ese punto, en la magnitud de las obras requeridas, reside gran parte de las demoras, según explicó González. "Lleva mucho tiempo que el gasista matriculado se ponga de acuerdo con el consorcio para hacer los arreglos, buscar los presupuestos. De eso depende el 95 por ciento de las demoras en rehabilitarse el edificio. Cuando los gasistas presentan los planos, no tardamos más de una semana en aprobarlos y cuando solicitan una inspección la hacemos en 48 o 72 horas", aseguró.
A Miguel Ocampo, presidente de la Asociación de Empresas Instaladoras de Gas, la existencia de edificios que llevan más de seis meses con el suministro cortado no lo sorprende. "Algunos pueden pasar años sin servicio", sostuvo.
Es que, una vez que se solucionan las fallas, primero se rehabilita el medidor del edificio y después se le da servicio a cada uno de los departamentos. En algunos casos, explicó, adecuar las construcciones a las disposiciones vigentes implica obras muy importantes "que demandan un costo muy grande", advirtió.
El titular de la entidad que nuclea a los gasistas matriculados evaluó que los mayores problemas se dan en los edificios construidos por el Fonavi que tienen el suministro cortado. "Realizar las obras que se requieren en esas torres puede requerir presupuestos muy difíciles de reunir por los consorcios de esos barrios", apuntó.
Un accidente con “muchísima suerte”
Los accidentes relacionados al servicio de gas volvieron a ser noticia anteayer, cuando se produjo una explosión en una torre de Wheelwright al 1600. El siniestro, que sólo dejó daños materiales, se desató cuando un electricista perforó por error un medidor. Gasistas consultados por La Capital coincidieron en destacar “la suerte” que rodeó a todo lo ocurrido. “Fue un accidente con muchísima suerte”, indicaron y advirtieron que si la pérdida de gas se hubiera desatado en otro horario (de noche, por ejemplo), habría pasado inadvertida, generando una mayor acumulación de gas y, seguramente, otras consecuencias. En el edificio de Wheelwright al 1600 la explosión de gas sólo causó estragos en paredes del segundo al sexto piso y algunos daños menores en un par de departamentos.