Por un lado, el psicólogo destaca el patrón instalado cuando una pareja se queda atascada en un ciclo negativo “y no son capaces de salir”. “Para estas parejas, estancadas en la negatividad, es como entrar en un pantano de arenas movedizas. Es fácil entrar pero difícil salir. Se puede observar que sus procesos de reparación están fallando”, destaca.
“Esta negatividad se convierte en algo que todo lo abarca. Hay un rápido deterioro de la intimidad y la amistad, donde cada integrante se convierte en un adversario en vez de en un amigo”, afirma.
En segundo lugar, el psicólogo define el patrón enmarcado en que “la pareja está de acuerdo en no estar de acuerdo”. Este marco suele acabar en un divorcio mucho más tardío que en el anterior caso. La pareja suele durar “16 años después de la boda”. La situación suele venir determinada por “personas que acuerdan discrepar pero que se evitan el conflicto. Pueden permanecer juntos más tiempo, pero luego, alcanzada de la mediana edad, empiezan a tomar conciencia de que su vida está vacía”.
"Son un poco como esas parejas que salen a cenar y no hablan en todo el tiempo. Las llamamos parejas separadas hostiles”. Además, Gottman afirma que, “muy a menudo, en el momento en que acaban de divorciarse, tienen hijos adolescentes. Especialmente cuando tienen los adolescentes con los que empiezan a identificarse pensando “cuando tenía su edad tenía muchos planes y ahora he terminado con el/ella y me siento vacío/vacía” y rompen la relación”.