El pasado 20 de enero, Donald Trump asumió como 47º presidente de los Estados Unidos (EE.UU.). El mismo día, adoptó una serie de decisiones que dan cuenta de su conocida postura sobre el ambiente y el cambio climático, representando un grave retroceso y planteando serios desafíos frente a la crisis climática.
La mirada de Trump 2.0 frente a la crisis climática
La postura de Donald Trump sobre el cambio climático no es nada nueva. Durante su anterior mandato (2017-2021), retiró a su país del Acuerdo de París, adoptó medidas favorables a la utilización de combustibles fósiles, detuvo políticas de sustentabilidad e impulsó la puesta en marcha de proyectos con impacto ambiental negativo, así como tomó una serie de decisiones destinadas a borrar la cuestión climática de la agenda política, en función de un flagrante negacionismo de la crisis climática y de un peligroso cuestionamiento de las verdades consensuadas por la ciencia.
Las promesas de campaña y las declaraciones efectuadas en el periodo desde su elección hasta su asunción dejaron entrever que su segunda administración seguiría la misma línea que la primera en esta materia. Así, Trump prometió autorizar sin trabas la extracción de combustibles fósiles como el petróleo y el gas, remover las regulaciones ambientales y eliminar los beneficios fiscales y la financiación a la producción de vehículos eléctricos y demás proyectos vinculados a energías renovables. Asimismo, denominó “la nueva estafa verde” a la ley promulgada en noviembre de 2024 por la cual se cobra una sobretasa a las compañías de petróleo y gas natural que se excedan en los límites de emisiones de metano. Finalmente, en el plano internacional, afirmó que volvería a retirar a EE.UU. del Acuerdo de París.
No menor fue el nombramiento de Lee Zeldin al mando de la Agencia de Protección Ambiental, quien durante su desempeño como congresista por el estado de Nueva York votó en contra de proyectos climáticos impulsados por el gobierno de Biden. También se manifestó contrario a la adhesión de Nueva York al Plan de California para vehículos de cero emisiones y aseguró que, una vez asumido su cargo, revertiría una prohibición del fracking introducida por la gestión saliente.
Primeras medidas
En el acto de asunción presidencial, Trump criticó duramente a la administración saliente, abordó los temas considerados prioritarios en la agenda republicana y anunció la adopción, en el mismo día, de una serie de medidas consideradas urgentes.
En este sentido, tras caracterizar al “gasto excesivo masivo” y a la “escalada de los precios de la energía” como los principales causantes de la crisis inflacionaria iniciada durante el gobierno demócrata, afirmó que “acabará con el New Deal Verde” y declaró una “emergencia energética nacional”, promoviendo explícitamente un modelo extractivista de petróleo y gas. “¡Perforaremos, vamos, perforaremos!", expresó al respecto.
Entre las numerosas órdenes ejecutivas promulgadas el primer día de su gestión, destaca la titulada “Poniendo a América primero en los acuerdos ambientales internacionales”, mediante la cual, una vez más, retiró a EE.UU. del Acuerdo de París, así como de “cualquier acuerdo, pacto o compromiso similar realizado en virtud de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC)”. Estas medidas, no obstante, tomarán un año para tornarse efectivas. De esta manera, EE.UU. pasará a ser, junto con Libia, Yemen e Irán, uno de los tan solo cuatro Estados que no formen parte de dicho régimen.
A través de la misma normativa, también se puso fin al Plan Internacional de Financiación Climática, determinando que EE.UU. “cesará o revocará inmediatamente cualquier supuesto compromiso financiero asumido por EE.UU.” de conformidad con la CMNUCC.
Elon Musk: ¿una esperanza?
El megamillonario Elon Musk es una de las más destacadas figuras de la nueva administración republicana, habiendo jugado un rol crucial en la campaña de Trump, quien procedió a nombrarlo a cargo del nuevo Departamento de Eficiencia Gubernamental.
La presencia de Musk en el gabinete siembra ciertos interrogantes en tanto se trata de una figura que en diversas ocasiones se ha denominado a sí misma como “ambientalista”. Durante años, Musk ha sido reconocido por impulsar las tecnologías verdes a través de sus numerosas empresas. Tesla Motors, por ejemplo, es reputada por sus automóviles producidos al 100% con energía eléctrica. Por su parte, Tesla Energy se especializa en energía solar. Más aún, en noviembre de 2023, Musk propuso crear una planta de energía solar de 160x160 km.
El tiempo dirá si Musk ejercerá influencia sobre Trump para menguar su postura combativa hacia todo lo relacionado con la agenda verde, o si, por el contrario, dejará de lado su supuesto compromiso para alinearse con la visión oficial y disfrutar de los privilegios asociados al poder político.
Implicancias para el liderazgo internacional de EE.UU.
La retirada del Acuerdo de París, el descreimiento del cambio climático y el desmantelamiento de todo lo que tenga que ver con la cuestión ambiental y climática no son aspectos menores, tratándose EE.UU. no sólo de uno los principales emisores de gases de efecto invernadero del planeta, sino también de una potencia de primer orden.
En contraste con la administración saliente, los EE.UU. de Trump evidentemente no tendrán la voluntad de ejercer el liderazgo mundial en lo referente a esta materia. Ello plantea la posibilidad de que otros actores busquen ocupar los espacios que sean dejados vacíos, contribuyendo a los debates de los últimos años sobre el declive relativo de la hegemonía estadounidense y los cambios en el orden internacional.
A este respecto, se debe tener en cuenta el rol que China pretende desempeñar en este ámbito y conforme a su autopercepción de gran potencia, liderando la producción de energías verdes y mostrándose desde el primer día como impulsora y defensora del Acuerdo de París -a pesar de ser otro de los mayores contaminantes a nivel mundial-. El día 21, desde el Ministerio de Asuntos Exteriores chino se expresó preocupación por la decisión estadounidense y se afirmó que “la determinación y las acciones de China para hacer frente activamente al cambio climático siguen siendo consistentes”.
La rivalidad con China constituye en los EE.UU. una política de Estado, que permanece tanto en las administraciones republicanas como demócratas. En este sentido, el abordaje de la cuestión climática y ambiental puede funcionar en adelante como un indicador importante a través del cual observar la reconfiguración de las dinámicas de poder en el escenario internacional.