La adolescente se animó por primera vez a las OAQ en 2019. La sede de entrenamiento funciona en el Instituto Politécnico, el lugar que Melany comenzó a frecuentar para prepararse. Durante ese año y después de mucho estudio y tres exámenes llegó a la instancia nacional que se rindió en Villa Giardino (Córdoba) donde obtuvo la medalla de plata. El 2020 la sorprendió con la pandemia y tuvo que afrontar como todos los estudiantes y docentes las exigencias de la virtualidad. Las olimpíadas se realizaron en forma online y no se entregaron medallas, pero obtuvo el diploma de aprobación del examen nacional. Este año también la encontró rindiendo en forma virtual pero con mas instancias que el año pasado, fueron tres en vez de dos. En la prueba zonal se destacó con la mejor nota de su nivel y en la instancia nacional obtuvo una de las dos medallas por su alta calificación. Un desempeño que le da la oportunidad de integrar el equipo internacional de OAQ 2022 .
Melany, la estudiante cosecha medallas
Un faro
Melany tiene 18 recién cumplidos y vive con Nilda, su mamá, que trabaja como empleada doméstica. Su casa—más adelante contará que hay otros dos espacios que también siente como hogares— queda en Isola y el río, en el barrio Municipal, y tiene como vecinos a su tía y su primo, quienes completan su familia. Nicolás Núñez no es un primo cualquiera, porque de acuerdo al relato de la adolescente también es protagonista en esta historia: “Mi primo, que es como mi hermano, fue quien me metió en todo esto”, dice.
Para narrar su biografía escolar, la joven no puede evitar hacer referencia a su primo como punto de partida. Nicolás le lleva unos cuatro años y es todo un referente para ella. “Cuando mi primo estaba en el ciclo superior de la Técnica 7, yo estaba cursando 6º grado de la primaria. Recuerdo que lo veía siempre entusiasmado y me contaba que lo que hacía en la técnica no se hacía en las otras escuelas comerciales. Eso de hacer bancos en carpintería o empalmes de electricidad me llamaba mucho la atención y me interesaba, me gustaban las cosas que me primo me contaba, creo que eso tuvo mucha influencia en haberme decidido a ingresar a una técnica”, recuerda.
A pesar de ello, Melany afrontó algunas dudas a la hora de decidir sobre sus estudios secundarios. Frente a esa indecisión rescata el rol de la figura materna y cuenta que Nilda, su mamá, siempre estuvo presente a la hora de darle fuerzas y a animarla a tomar decisiones. “Mi mamá me impulsó y me dijo que tenía que hacer lo que sentía, sin miedos”, una actitud de respaldo que Nilda sostiene hacia su hija con el paso de los años.
Cuando piensa en su presente, Melany dice que la decisión que tomó aquella vez fue sin dudas la mejor, porque hacer la secundaria en la técnica le cambió la vida y se lamenta que haya pocas chicas que elijan esa modalidad de educación. Cuando ingresó a la escuela eran 28 estudiantes, de los cuales solo siete eran chicas. Actualmente son 16 en el curso y solo tres son mujeres, con ella incluida. Melany sostiene que esa situación tienen que ver con cuestiones sociales y culturales que es necesario revertir: “Noto que aquellas chicas que elegimos la formación técnica lo hicimos porque tuvimos como referentes a algún varón, en mi caso mi primo. Una amiga mía por el papá y así se da. Creo que es una cuestión que debe cambiar, hay que derribar esa idea que indica que si sos una chica no te conviene estudiar determinada cosa”, sostiene. Tiene en claro que estas ideas erróneas tienen que ver con mandatos socioculturales que aun no han podido modificarse y siguen reproduciendo prácticas que indican qué tareas, roles o profesiones supuestamente son indicadas para los hombres y ajenas a las mujeres.
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La docente Valeria Ristoff sorprende a su alumna con un balón de destilación dorado. “Como el de Messi”, bromea.
Virginia Benedetto
¿Qué te llevó a participar en una olimpíada? La respuesta de Melany confirma que el protagonismo de Nicolás Núñez en su rol de faro continúa intacto. “En 2017, cuando apenas había ingresado a la técnica, mi primo estaba en 5º y en ese momento estaba participando de las olimpiadas y había llegado a la instancia zonal. Él siempre me estimuló para que yo participara de las olimpíadas, me decía «aprendes un montón, te relacionás con un montón de gente que tiene ganas de aprender y de enseñar»”, cuenta Melany, como una forma de agradecer el buen consejo a Nicolás, que fiel a su pasión actualmente cursa el tercer año de la licenciatura en química.
Ella no se animó a entrar en el 2018 porque “aún estaba en otra órbita”. Le gustaba la química pero también le gustaba mucho la música, que estudiaba en la Escuela Provincial. Se dio cuenta que no podía hacer todo así que se tomó un poco más de tiempo para decidirse a entrenar. Cuando comenzó el 2019 Melany pasó a tercer año y su primo volvió a tentarla. “A mí me frenaba un poco pensar que tenía que ir a prepararme a un ambiente nuevo que no conocía, donde iba a estar sola”, recuerda. Finalmente se animó a ingresar y se acercó a la sede del Politécnico, donde empezó a entrenar para las olimpíadas. “Nunca me voy a olvidar cuando me enseñaron lo básico, de lo que se desprende todo, qué es un MOL, el primer acercamiento a la teoría”, cuenta. Lo que le daba temor finalmente fue lo que más la estimuló en ese camino que estaba iniciando: “El hecho de vincularte con otras escuelas me encantó, porque se termina forjando un vínculo muy lindo”.
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Virginia Benedetto
Tres casas
Mientras la charla en el aula de la Técnica 7 fluye, la profesora Valeria Ristoff se acerca para entregarle un presente a modo de homenaje. “Como Messi, ella también se lleva su balón de oro”, le dice la docente y le entrega un balón de destilación dorado a modo de trofeo. La abraza y se emocionan. A Melany la sonrisa ya no le entra en la cara.
Los docentes y estudiantes de la técnica celebran y sienten orgullo por su recorrido, mientras ella reconoce el apoyo incondicional de su escuela y afirma que siempre tuvo la libertad de preguntar a sus profesores y profesoras los temas que estaba estudiando para las olimpíadas, y que muchas veces se quedaban después de hora para ayudarla. “Siempre vi mi participación en las olimpíadas como un trabajo en conjunto entre mi escuela y el Poli, sentí la colaboración de dos casas, sentí que se produjo una buena unificación para enseñar y eso me gustó mucho”, sostiene la adolescente.
Melany siempre se sintió incluida en el Instituto Politécnico: “En 2019 hubo una colaboración de varios profes para enseñarme. Durante el 2021 fui la única estudiante que venía de otra escuela, mi entrenador Ezequiel Luciano —El Zequi— me formó en estos últimos dos años”. Un entrenamiento que fue totalmente gratuito, algo que Melany valora mucho porque reconoce la importancia de la escuela pública.
La decisión de acercarse para comenzar su entrenamiento lo asumió como un verdadero desafío. “En ese momento pensé «voy a intentarlo, quiero saber si puedo lograrlo». Quería hacer algo que me marque, que sea para mi importante a nivel personal, esa era mi meta”, cuenta. La chica de la sonrisa asumió el compromiso, pero ¿quién dijo que era fácil?: “Me acuerdo que a veces salía de mi escuela a las tres de la tarde y en el Poli los entrenamientos empezaban a las seis. Entonces, como no hacía tiempo de llegar a mi casa me quedaba en la escuela, que fue mi segunda casa hasta la hora que iba a entrenar”.
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Melany muestra sus medallas, fruto de su esfuerzo y pasión por la química.
Virginia Benedetto
Esta rutina le permitió hacerse de mas amigos, porque cuando tenía que hacer doble jornada pudo conocer a otros estudiantes de su misma escuela. En las horas muertas aprovechaba para estudiar y después se iba a la sede de Ayacucho al 1600 a entrenar: “Terminaba el día a las ocho de la noche, me tomaba el bondi para volver a mi casa y ahí me estaba esperando mi mamá con la comida”.
Aunque transitaba jornadas agotadoras, ella las afrontaba con gusto. Si hay algo que le gusta a Melany es resolver problemas y en ese sentido las olimpíadas implican una exigencia mayor. “La satisfacción que se siente cuando lo pudiste resolver es algo que no se puede explicar”, dice. Además de esa adrenalina, a la chica de la Técnica 7 le gusta aprender y dice que la química no solo le genera curiosidad sino que también le permite comprender su entorno. “Química hay en todo —afirma—, hasta cuando te preparás una chocolatada. A veces cuando nos reunimos a comer con mi familia nos quedamos conversando con mi primo de cuestiones que son súper simples, como por qué un globo flota, lo analizamos con una mirada científica. Es medio nerd pero está buenísimo, mi mamá y mi tía dicen: «Uy, ya empezaron», porque esas conversaciones no terminan más”.
Pasión colectiva
Si se le pregunta a Melany por un momento en el que haya sentido las ganas de gritar “¡qué bien que la estoy pasando!”, la memoria de la adolescente la lleva a las jornadas compartidas en los entrenamientos presenciales de 2019. “Había un momento en el que nos juntábamos chicos de varios niveles, cuando nos poníamos a resolver problemas en conjunto sentía que me encantaba lo que estaba haciendo, porque veía un grupo de gente que estaba igual de metida y cebada que yo con la química, esa situación me parecía fascinante”, recuerda. A Melany le encanta compartir espacios colectivos de aprendizaje y desafíos con otros.
El entrenamiento de este año terminó con un examen donde se destacó por su calificación. “No lo esperaba, todavía es como un shock, no caigo”, dice. Esa nota le da posibilidades para ser parte de la nómina de estudiantes que integran el equipo nacional y participar de los eventos internacionales que se realicen el próximo año.
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La estudiante invita a romper preconceptos sobre las mujeres en las escuelas técnicas.
Virginia Benedetto
A la hora de hablar de sus proyectos, piensa en sus vacaciones bien merecidas y cuenta que no le gusta planificar mucho a mediano y largo plazo: “Tengo pensado ir al Galpón de las Juventudes porque allí hacen los talleres de música y siempre me gusta ir en temporada de verano. También quería ver si podía hacer algún curso porque me interesa la programación, ver si me meto un poco con eso para ir viendo que carrera universitaria sigo, porque tengo algunas dudas. Y obviamente salir con mis amigos”.
Melany no puede evitar agradecer a quienes la acompañaron en el camino transitado: “Estoy mas que agradecida con mi escuela, con el Poli y sobre todo con mi familia que siempre me apoyó. Especialmente con mi vieja, a veces pensé en dejar porque el estudio conlleva una presión, que es la presión que uno mismo se genera, pero mi mamá siempre estuvo ahí. Me emociona hablar de ella”.