Nacieron, se educaron y crecieron en tiempos de elecciones libres y representantes elegidos por el voto popular. Críticos de la dictadura militar, aunque también del “no te metás” y el individualismo exacerbado en la década pasada, un grupo de jóvenes nacidos en 1983 rescató el valor del proceso iniciado el 30 de octubre de aquel año. A 25 años de la vuelta a las urnas en la Argentina, los “hijos de la democracia” dialogaron con
La Capital sobre el valor del compromiso y las deudas sociales y políticas pendientes. También subrayaron que en la escuela estos temas “no se analizan con profundidad”.
Con 25 años recién cumplidos, Lisandro Hedín estudia música en la Universidad Nacional de Rosario (UNR) y es el baterista de Sikarios, una banda de rock de la ciudad. Desde este ámbito, rescata la apertura en los espacios de expresión artística que se generaron en los últimos años, “sin embargo hay muchas cosas que hay que seguir mejorando, por más que se hable mucho de democracia, no siempre alcanza para superar las limitaciones para la expresión”, apunta el joven profesor de batería.
Desde la militancia social en barrios populares de la zona oeste de Rosario, Santiago Lopiccolo coincide en reivindicar los avances en los espacios de expresión artística, aunque “por la brecha social y económica ampliada con el modelo neoliberal de los 90, también es cierto que no todos tienen el mismo nivel de oportunidades”. “Cuando me pongo a pensar en democracia —agrega—, es un significado bastardeado o diminuto, porque si partimos de que no todos tienen las mismas posibilidades de acceder a una formación determinada, también hablamos de una democracia limitada”.
Exclusión social
Al testimonio del joven militante de la Escuela de Promotores Juveniles se le suma la opinión de Natalia Valeri, quien el año pasado se recibió de licenciada en ciencia política de la UNR. Nacida en mayo del 83, la joven graduada opina sobre las que entiende como debilidades actuales de la democracia argentina. “Hay una devaluación en las instituciones de la democracia, como el parlamento, los partidos políticos y la ciudadanía. Y eso nos obliga, como hijos de la democracia que somos, a pensarla no sólo desde las libertades, sino también desde la igualdad”, señala y sin dejar de reivindicar esta forma de gobierno por sobre otras, cree que “aún no se pudo dar respuesta a los niveles de exclusión que se están viendo”.
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Por ello, tanto Santiago como Natalia coinciden en la necesidad de pasar “de una democracia meramente electoral a una verdaderamente participativa”, rescatando entre otras, el aporte de las organizaciones civiles y sociales.
Crecidas bajo el paraguas del sistema democrático, María Jimena Leguizamón y Vanesa Colomba Reynoso estudiaron para el magisterio. Con 25 años, las maestras de nivel inicial y primaria —respectivamente— apuntan también a la participación en distintos ámbitos como forma de valorización del ejercicio ciudadano. “Aunque a veces por falta de tiempo, ganas o el ritmo de vida que uno va llevando, muchos chicos no participan”, coinciden las docentes, egresadas del Instituto Nº 16 de Rosario.
“Creo que estos temas, como el valor de la democracia y la participación deben tratarse ya desde la escuela; y otros como la defensa del medio ambiente, también pueden entusiasmar a los chicos”, agrega Rodrigo Cardu, estudiante avanzado de periodismo deportivo.
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Porque aunque no pasaron los dolorosos años de dictadura, desapariciones y anulación de libertades, entienden a la distancia el horror de aquellos años. Y por eso también coinciden en la necesidad de abrir más espacios para debatir y aportar, cada uno desde su ámbito, en la construcción de una ciudadanía participativa.