Una nota describe como "heladeras" a los edificios escolares, donde los niños deben permanecer
Una nota describe como "heladeras" a los edificios escolares, donde los niños deben permanecer
"Las bajas temperaturas que comienzan a registrarse, propias del invierno, plantean una cuestión que no ha sido contemplada nunca en esta ciudad: el de la calefacción en las escuelas". Así comienza el texto periodístico titulado "El frío en las escuelas". Es del sábado 1º de julio de 1939 y se lee en las páginas tamaño sábana, impresas en blanco y negro, del diario LaCapital. El artículo describe la situación de enseñanza y aprendizaje en tiempos de invierno, y plantea la necesidad de que el Estado responda a esta realidad.
"En principio el tema parece absurdo, pues ¿cómo pretender que el Estado invierta dinero en la adquisición y alimentación de estufas para las escuelas, si todo lo que estas contienen en materia de muebles y material de enseñanza ha sido adquirido por las asociaciones cooperadoras formuladas por los padres de los alumnos y mediante donaciones del comercio por iniciativa del personal directivo y docente?", se interroga el artículo y responde renglón seguido: "Pero el hecho de que tales cosas se hayan producido, y que hasta se haya considerado muy razonable y progresista que el pueblo se costeara su educación mediante los consejos escolares limitándose el Estado a fiscalizar; no constituye motivo alguno para que no se considere que es menester que la provincia se preocupe por el ambiente en que tienen que actuar los alumnos durante las horas de clases".
La nota recuerda la situación de pobreza de muchos chicos y por tanto de habitar en hogares no calefaccionados, para quienes estar en una escuela que les ofrezca otra posibilidad se vuelve un valor importante. Lo dice así: "Hay niños que viven en habitaciones frías, que están mal alimentados, peor vestidos y mal dormidos, que no encuentran en el aula en la que tienen que permanecer algunas horas un lugar agradable, templado (...) que puede hacerles olvidar por cortos momentos la miseria de sus hogares". Y denuncia en cierta forma que la buena infraestructura no alcanza, cuando se lee que "los modernos edificios escolares que desde la vía pública resultan imponentes, por cuanto muestran soberbias fachadas, son en su interior heladeras en las que los niños permanecen (...) en las frías mañanas invernales...". Al final llega el pedido a las autoridades, que descarta pueda ser inmediata: No vamos a ilusionarnos planteando la hipótesis de una medida urgente de las autoridades provinciales, pero sí creemos oportuno insistir en el gastado y siempre nuevo tema con el fin de que la Legislatura contemple el mismo y autorice para el invierno próximo, el del año 1940, las partidas pertinentes para que las escuelas dispongan de calefacción".