Como toda fiesta popular el carnaval es sinónimo de danza, música y color. Los pibes y las pibas de Villa Gobernador Gálvez se disponen para la ocasión y se preparan para disfrutar de la “Serenata carnavalera”. Una celebración que se replicará en dos jóvenes espacios culturales de esa ciudad, donde por estos días se vive la previa de lo que promete ser una fiesta. Se trata de los aleros La Esperanza —anclado en el barrio que lleva su nombre— y Nahuel Huapi, de Pellegrini 2849, ambos pertenecientes a la Dirección Provincial de Programas Socioculturales - Rosario, que proponen para los días 2 y 3 de marzo una caravana barrial con antifaces y comparsa incluida.
Para la preparación de esta festividad la confección de máscaras es una tarea primordial, por eso las chicas y los chicos reunidos en cada centro cultural le dan vía libre a su espíritu creativo. Delfina tiene 13 años y se acercó a La Esperanza para ayudar a su prima Guillermina de 4 a hacerse un antifaz. Kaila muestra su máscara auriazul y aclara que es hincha de Boca. Brandon aún no tiene mucha idea de qué se trata la suya, pero sabe que le va a hacer cejas con lentejuelas y que se va a disfrazar para la caravana a la que va a ir con su mamá, su hermano y sus abuelos.
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El taller de creación de máscaras es uno de los tantos talleres que los aleros ofrecen en Villa Gobernador Gálvez.
Virginia Benedetto
“Mi máscara es una mariposa, le voy a poner alas y brillos con lentejuelas rosas”, dice Sharon, que tiene 8 años. Jazmín, que comparte los gustos de su compañera, explica su diseño: “Le recorté y le pegué alas, le puse brillos y lentejuelas”. Julieta, de 6, está decorando una máscara de búho y le da color con las fibras. Brandon tiene 9 y elige diseñar un Pikachu. Por su parte Aitana de 10 cuenta que se inspira en el bosque: “Estoy haciendo lo que quiera mi mente”, dice fiel a su espíritu creativo, mientras le pone alas y mucho verde a su antifaz. Aún no tiene el disfraz con el que va a participar y piensa pedirle a su abuela que le confeccione uno. En los tablones del taller de mascaras de La Esperanza la creatividad, los colores y la brillantina son los grandes protagonistas.
Megáfono y circo
La “Serenata carnavalera” tiene su historia. Se remonta a un momento difícil de la pandemia, cuando no era posible generar proyectos que impliquen una convocatoria masiva. “Cuando apenas podíamos empezar alguna actividad pero no se podía convocar a mucha gente por los protocolos se nos ocurrió salir por el barrio con una propuesta circense. Con megáfono en mano, música y malabares nos íbamos anunciando y fue maravilloso, la gente se asomaba en las puertas de sus casas y se veían las caras felices de los chicos porque habían vivido muchos días de encierro. De allí surgió la propuesta de la serenata”, cuenta a La Capital Fernanda Propezzi, coordinadora del alero La Esperanza.
Por su parte Carolina Montano a cargo del Nahuel Huapi, define a la serenata como una iniciativa que refuerza lo colectivo. “Se trata de un recorrido por el interior de cada barrio, para reencontrarnos, sentirnos cerquita y anunciar el inicio de las actividades de este año”, dice. Cuenta que el diseño de máscaras, además de ser un elemento representativo del carnaval, también es una apuesta en favor de la diversidad y la pluralidad por la que trabajan estos espacios.
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Virginia Benedetto
Al igual que en La Esperanza, en estos días el Nahuel Huapi está tomado por las infancias. Los que coparon los talleres de Pellegrini al 2800 se reconocen como habitués del lugar. Van siempre que pueden y no tienen que ir a la escuela.
Matías que tiene 8 años apuesta por un diseño en naranja y negro. “La máscara que estoy haciendo es un tigre, la elegí porque me gustan los gatos, tengo cuatro en mi casa”, cuenta. A Luz de 8 le gustan los flecos y las flores, mientras que Aymará se decide por las témperas y los brillos para decorar su creación. Xiomara de 10 cuenta que su diseño será de corazones y anticipa que la llenará de lentejuelas para que tenga mucho brillo. Alexis tiene 12 y es un productor serial de máscaras. Desde que empezó la previa de la serenata ya hizo tres, aunque aún no sabe cuál de ellas va a estrenar en la caravana.
Además de las infancias, el Nahuel Huapi cuenta con un plantel permanente de asistentes. Un grupo de cinco mujeres que desde la creación del espacio dicen presente a cada propuesta. Marcela, Marisa, Bety, Lucy y Jésica son mamás, abuelas y vecinas. Se definen como cofundadoras del alero y son evidencia de que los barrios saben apropiarse de los espacios participativos y culturales. Como no podía ser de otro modo, se sumaron a la previa de la serenata carnavalera para producir sus propias máscaras.
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En los tablones de La Esperanza la creatividad de las infancias y los colores son los protagonistas de estos días.
Virginia Benedetto
La cultura en su lugar
Tanto Propezzi como Montano afirman que los aleros trabajan juntos porque comparten el mismo equipo. Se trata de unos 22 docentes especialistas en distintas disciplinas que hacen posible que las actividades se repliquen en los dos espacios culturales casi de la misma manera.
La Esperanza fue el primero en crearse en el año 2018 y está ubicados en White y Peñaloza, en la ciudad de Villa Gobernador Gálvez. “El alero está formado por un equipo de trabajadores de distintas disciplinas como el arte, la música, la danza, el diseño. Gracias a este grupo muy diverso y muy capaz logramos generar talleres con muy buenos resultados. Las propuestas apuntan al interés de las diferentes edades, desde los 6 hasta los 80 años”, señala Propezzi, que actualmente coordina el espacio y se integró al equipo como tallerista en el 2019.
Desde aquel momento al presente los proyectos ofrecidos a la comunidad son diversos, para todas las edades y gustos. Se desarrollaron talleres como mujeres en movimiento, “pinto jugar”, experimentación textil, teatro, arte urbana y pequeños artísta. Y aunque la pandemia conspiró contra la masividad en cada iniciativa, las propuestas lúdicas y de aprendizaje supieron replicarse para darle lugar a todos los interesados.
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Virginia Benedetto
“Para participar en los talleres la gente solo tiene que anotarse, no se cobra ningún tipo de entrada y se dan todos los materiales para realizar los trabajos”, señala la coordinadora de La Esperanza. Cuenta además que el espacio que integra tiene una cocina que muchas veces les permite preparar un catering para aquellos eventos que se disfrutan en el barrio, como los encuentros de cine a la reposera al aire libre, las obras de teatro de los sábados, el circo, los títeres para las infancias y los especiales como el Día de la primavera, el Mes de la familia o el festejo de carnaval.
Carolina Montano también hace memoria para relatar sobre el nacimiento del espacio que coordina. El Nahuel Huapi se inauguro en junio de 2019 y es uno de los tantos centros culturales que propone el Ministerio de Cultura en el sur de la provincia de Santa Fe, cercano a la extensa avenida Coronel Aguirre de Villa Gobernador Gálvez.
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Son mamás, abuelas, vecinas del barrio y se definen como cofundadoras del alero Nahuel Huapi.
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La coordinadora rememora aquel momento fundacional cuando fueron a visitar los terrenos, recorrieron las calles del barrio y ya podía imaginar, aun sin ninguna construcción, las actividades que iban a compartir junto a los vecinos, mate de por medio: “Tengo muy presente el día que llegó la grúa que instaló los módulos, era una grúa inmensa, parecía que ponía cada pieza en su lugar, como un gran rompecabezas que iba tomando forma. En ese momento pensé cada cosa en su lugar, y ahí lo asocié a la cultura y el arte, que nuevamente iban a poner magia en el medio del barrio. Otro acceso más, otro derecho más garantizado que posibilitaba, nos habilitaba, nos acercaba para reencontrarnos y reconocernos entre el juego y lo cotidiano”.
Ese 1º de junio de 2019 hacía mucho frío, pero eso no impidió que comenzara a producirse el recorrido de vecinos entusiasmados y el lugar empezara a habitarse. Con música de fondo el predio comenzó a llenarse con la gente del barrio. “Los sueños se hacían realidad y los proyectos iban trazando un camino. Así se abrieron las puertas y comenzamos a conocernos y divertirnos, fue una llegada muy amable, muy amorosa”, afirma Carolina.
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Virginia Benedetto
Celebrar la diversidad
Desde esa fecha y con la agenda completa, los aleros La Esperanza y Nahuel Huapi hacen propuestas de todos los colores para que nadie se quede afuera. Talleres de distintas disciplinas y prácticas, música, circo, arte, cine y actividades recreativas para el gusto de todos y para todas las edades.
La mayoría de las personas que participan en ambos espacios culturales son del barrio. “Los vecinos de apropian cada vez más de las actividades y los eventos que proponemos, especialmente los fines de semana”, afirma la coordinadora del Nahuel Huapi.
La serenata carnavalera del 2 y 3 de marzo se presenta como un reencuentro y una verdadera celebración popular. “Vamos a salir a buscar a la gente para que se sume a la caravana”, dice Propezzi, que ya sabe de los efectos mágicos del megáfono cuando se trata de invitar.
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Virginia Benedetto
Durante esos días desde las 18 cada alero iniciará una caravana desde sus instalaciones. Se armará un cordón que recorrerá un circuito por los alrededores para que ninguna calle del barrio se quede sin festejar. Habrá música, baile, acrobacias y animaciones, hasta retornar a las mismas puertas de cada centro cultural, donde se brindará un espectáculo de comparsa que le dará cierre a la fiesta popular.
No todos los vecinos lucirán disfraces, pero a nadie le faltará una máscara llena de color, porque en los talleres de los aleros las infancias se están ocupando de eso. Cada antifaz una cuenta una historia, expresa una fantasía o una preferencia. Algunos son de Boca, otros son mariposas, gatos o búhos o se inspiran en el bosque o en cualquier otro lugar. Todas son verdaderas creaciones artísticas, y a través de ellas los chicos y las chicas de Villa Gobernador Gálvez invitan a sus vecinos a que durante esos días sean lo que quieran ser.