Los mates y charlas con su compañera Mabel son infaltables en las mañanas de César Oxley. Hace un alto en ese ritual para hablar del reconocimiento a su trabajo docente que la provincia le hizo el martes pasado. Repasa su historia de maestro rural, supervisor, militante sindical y sobre todo de su bandera por la escuela de todos: "Lo que siempre se ve es que peleamos por nuestro salario, pero nuestra lucha es por la educación pública, laica, gratuita, democrática y popular. Cuando se pelea por el salario, la lucha es por la educación".
Desde 2013, Santa Fe distingue a los maestros y a las maestras que hicieron y hacen historia, siempre en una fecha cercana al 11 de septiembre. Es a instancias de los propios compañeros de oficio, de la comunidad educativa. Un jurado de educadores se encarga de definir a quienes ingresan a formar parte del Camino de la Educación Santafesina (como se llama este homenaje). Desde el inicio Oxley formó parte de ese jurado, por eso le llamó la atención que este año no lo convocaran. El misterio se develó cuando supo que estaba entre los educadores propuestos a la distinción. Hoy siente satisfacción por este reconocimiento oficial, entiende que es una manera de valorar al magisterio.
"Cuando participé por primera vez como jurado de este premio, llegaban los papeles que contaban quiénes eran los nominados. A mí me enojaba que fueran detalles sobre cuántos hijos tenían, con quién se casó... «¿Y la docencia?» pregunté sobre lo que aquí importa. Porque hay nombres que son indiscutibles, como por ejemplo la nominación de Alberto Pietro, de Helvecia, del departamento Garay; maestro, director, un referente de la comunidad y de la vida sindical. Me acuerdo que cuando lo llaman para entregarle el reconocimiento, la plaza (el acto había sido al aire libre) estalló en aplausos. Todo el mundo lo quiere, no hacen falta tantos papelitos", memora.
A César Oxley todos lo conocen como "El Negro" Oxley. Tiene 82 años y muchísimas ricas historias alrededor de la escuela. Las suficientes para reunirlas en un libro, que muchos le han sugerido escribir, pero al que se niega porque _argumenta_ "así, con la charla, está muy bien".
Son recuerdos de su trabajo en las escuelas rurales, de supervisor en escuelas de la ciudad. Siempre atravesados por la militancia sindical. Entre los datos de su biografía que quiere evocar está el impulso a los centros de colaboración pedagógica, espacios de formación, de intercambio de experiencias, en los participaban maestros y directores, y donde como supervisor se preocupó que también lo integraran "las maestras de especialidades que siempre las dejaban afuera". Esos centros eran pensados como lugares de decisión democrática, de base. Una mirada colectiva del oficio que sostuvo consecuentemente y que la dictadura no le perdonó: lo sacó del escalafón de supervisión al que había accedido con el mejor puntaje. Recién al regreso de la vida democrática recuperó su cargo.
Colonia El Simbol
Se inició como maestro rural, trabajó en el departamento Castellanos, en la cuenca lechera, donde todos eran tamberos, la mayoría piamonteses. "Aprendí muchísimo con ellos", asiente de esa labor por los años 50.
Pero uno de las mejores reminiscencias la tiene del departamento San Cristóbal: "Pasó en una colonia que para mí fue la mejor de todas. La elegí por el nombre: El Simbol. No sabía qué significaba, trabajando ahí aprendí que es una planta, similar a una cañita, que la usan para hacer los techos de los ranchos. Era una escuela muy humilde, de zona inhóspita. No había maestro que quisiera ir. Todos allí eran muy pobres, peones de estancia o de cría menor, cazadores, arrieros. Estaba en una zona ganadera que se inundaba todos los años, una zona baja. Una pampa extensa donde sólo se veía a los lejos un ranchito, que cuando llegabas hasta ahí te preparaban la comida, mataban un chivito, te pedían que te quedes y hasta te daban la cama propia para dormir. De todo eso aprendí".
Sigue con más relatos de maestro, que hablan de sus alumnos que hacían kilómetros a caballo para llegar a clases, tardaban hasta dos horas para ir y otro tanto para volver a sus hogares. "Sólo no asistían cuando la comida faltaba y los caballos estaban flacos, para que no se les mueran en el camino". También revela la alegría de saber que tenía alumnos que les enseñaban a leer y escribir a sus padres. Cada palabra es siempre con infinito amor y respeto.
¿Escuela rural o urbana?
¿Escuela rural o escuela urbana? "Me gusta todo!", exclama y enumera por cada lugar de la provincia por los que pasó hasta llegar a Rosario. Su vida maestro y de dirigente sindical van juntas. No duda en que el maestro es un trabajador. Una idea que —asegura— costó hacer entender a muchas compañeras y compañeros que sólo se percibían como "profesionales" o atados al oficio como un sacerdocio.
Militante de Amsafé
Siempre militó en Amsafé, sindicato del que fue su primer secretario general al retorno de la democracia; también integró la comisión directiva de la Ctera. Su voz se tiene en cuenta en las discusiones pedagógicas y en las asambleas gremiales.
Hacer visible esa condición de trabajadoras y trabajadores de la educación no fue gratuito para Oxley. A principios de los noventa, el entonces ministro de Educación Fernando Bondesío (funcionario de Carlos Reutemann) le pidió la renuncia. Un pedido al que no accedió porque su cargo no era producto de un nombramiento político.
La primera huelga de maestro la militó en una escuela rural. Fueron más de 40 días, y para saber qué pasaba debía seguir las noticias por la radio o hacerse 10 kilómetros para conseguir un diario. "No cobrábamos el salario, había que pedir fiado en el almacén y hasta nos llegaban a cortar la cuenta", ilustra de esos días de resistencia.
Para César Oxley es decisivo entender que cuando los educadores pelean por mejores salarios lo hacen por una mejor educación. "Los padres siempre ven esa sola parte: la salarial. Pero lo que defendíamos y se defiende sindicalmente es la necesidad de educar al pueblo, de la educación pública, gratuita, no dogmática, abierta, democrática, laica. Esos son los principios de la Ctera".
El maestro César "El Negro" Oxley (82) junto a su compañera Mabel Sgolacchia, también docente.