He leído con gusto la noticia publicada el 17/10/13 en La Capital, página 4, referente a la instalación de un aula para los niños en el Hospital de Niños Zona Norte. Quisiera aportar como recuerdo un precedente a esta iniciativa, ocurrido alrededor de 1930 en el Hospital de Niños Victor J. Vilela. En esa época, carente de antibióticos y quimioterápicos y muchos otros recursos terapéuticos, las internaciones eran muy prolongadas. Por ejemplo, una escarlatina que con mucha frecuencia se complicaba tenía casi 30 días de internación. Como respuesta a esta situación, según consta en la memoria publicada en 1934 por el doctor Horacio de Zuasnabar, se había creado en el hospital una biblioteca y una escuela para los internados. Dice en esa memoria: "Contribuyen a formar la biblioteca varias instituciones y donantes particulares, pero el alma de ella es, sin duda alguna, la distinguida doctora María Boljover, quien tiene la dirección de la misma, ejerciendo con espíritu de abnegación y sacrificio, dignos de todo encomio. Cuando esta médica termina su compleja labor profesional cotidiana que insumen las horas de la mañana, continúa con la no menos humanitaria de entretener a los niñitos, leyéndoles o explicándoles cuentos y hasta enseñando a leer y escribir a muchos otros. Los resultados de esta tarea la hemos podido comprobar ya, observando que los niños analfabetos o que leían y escribían defectuosamente, después de transcurrido cierto tiempo habían cultivado la mente y recibido del establecimiento no solo la mejoría o la curación corporal, sino también la salud espiritual". Posteriormente esta labor fue complementada con la participación de una maestra samaritana de la Cruz Roja, la señorita Norah González. El doctor Zuasnabar solicitó en 1945 por expediente 24460 S "que se gestione del Supremo Gobierno de la Provincia la implantación oficial en el nosocomio a mi cargo de la enseñanza a los niños internados y a las analfabetas adultas", pero a principio de 1946 tanto el doctor Zuasnabar, como la doctora María Boljover de Uriarte, fueron dejados cesantes como muchos otros profesionales que no compartían la conducción política del momento y el funcionamiento de esta escuela para niños y madres quedó interrumpido. En 1956, tanto el doctor Zuasnabar como la doctora Boljover fueron reincorporados. Esta última como jefe del Lactario, donde continuó con su vocación docente, dando clases de lectoescritura y de tejido o costura a las madres donantes de leche que generalmente eran mujeres de condición muy humilde. Con esta nota quiero rescatar del olvido labores y contribuciones de personajes que contribuyeron al crecimiento de Rosario, y que no tuvieron ni tienen un merecido reconocimiento.