No pensar que hoy Rosario es un centro regionalizado, es no ver una realidad que se ha ido sustentando en el tiempo. Claro está que esta ciudad, rodeada por una región agropecuaria por excelencia, ha marcado su perfil en inversiones descollantes desde lo edilicio hasta lo mercantil. Rosario es una ciudad que ruge permanentemente, con ansias de más. Pero hoy esta ciudad que ha allanado el camino de la costa del Paraná tiene quizás perspectivas que van en distintas direcciones y ninguna de ellas tiene el objetivo puesto como meta final. En uno de los rubros donde Rosario ha crecido en forma desmedida es en su parque automotor, sabiendo a simple vista que la infraestructura de la ciudad no da para semejante cantidad de autos circulando. Se ha logrado que a la brevedad podamos viajar en tren a Buenos Aires, que no es un tema menor, pero pensar en un subte es uno de esos objetivos que no tienen meta por conseguir. No lograr la definición de lugares donde construir estacionamientos a gran escala, es otro de esos caminos sin terminar. Pero si hablamos de lo que gira alrededor del centro y macrocentro de la ciudad, digamos que se ha convertido en un infierno intransitable. La problemática no admite discusión y podemos pasar a otro plano, ya que obras por hacer existen en forma permanente, pero quién las regula y cómo se avanza sobre las empresas o contratistas que las ejecutan se torna indefinido. Los controles y la planificación brillan por su ausencia, dado que en miles de oportunidades se rompen veredas en forma reiterada en el transcurso de meses. Rosario debe tener hoy una perspectiva de crecimiento como no la tuvo en ningún otro momento, pero le está faltando gestión, ya que cuando creemos que la solución pasa únicamente por aumentar tasas e impuestos, es donde se pasa a no saber qué significa la "economía" de una ciudad, de lo que desprendemos como definición que es "administración de los recursos". Haciendo hincapié en esto se ve también la implementación de políticas de desarrollo institucional que jamás han dejado ver el trabajo que se desarrolla en ellas con buenos resultados, ya que las partidas presupuestarias no son lo suficinetemente permeables a la hora de cómo se imputa a la administración municipal. Y es así como ese paradigma de crecimiento se va desmenuzando a lo largo y a lo ancho de esta ciudad ya que estamos estancados. Muchas de las obras se hacen a través de créditos nacionales y otras internacionales, entonces podemos decir que el presupuesto del municipio sólo se aplica a personal, personal distribuido en una cantidad de áreas que no brillan por su identidad, sino sólo por existir, y podemos mostrar que tenemos una cantidad de inspectores de tránsito a quienes pagamos horas extras en obras de construcción. Grandes operativos de tránsito donde a lo único que llegamos es sumar dinero, ahora que se avecina la campaña política. Hasta nos hace pensar que todo esto está bien ya que críticas constructivas quedan fuera de contexto y seguro pretenden ser opositoras. Esto y mucho, pero mucho más, hay por ver en las condiciones que hoy está nuestra ciudad, donde el transporte urbano sigue en desmejora, donde las calles siguen tan rotas como siempre, pero pensamos en que la podemos ver como la Barcelona argentina. Sigo pensando que sin gestión no se llega a un buen puerto, y deberíamos pensar en que todo lo que sucede en esta ciudad es nuestro, lo bueno y lo malo; y deberíamos optar por mejorar a la hora de que todos queremos una ciudad con un mejor futuro.