Durante 15 años buscaron ser padres. Finalmente lo lograron. Llegó a sus vidas Gael, su hijo nacido en la India y gestado en un vientre alquilado. Desde este jueves, el bebé vive en la casa de sus progenitores en el barrio Los Pinos de Funes. Pero para poder traerlo, debieron esperar más de dos meses a que la Justicia Federal lo autorizara.
La fortaleza le permitió a esta pareja pasar el mal trance. Sabe de luchas, porque cuando Alejandra San Sebastián, de 49 años, y Roberto Gamaza, de 50, supieron que tener un bebé no les resultaría sencillo, buscaron lograrlo por todos los medios.
Roberto relató a LaCapital la larga lucha que enfrentaron para ser padres y su final feliz. Contó que están juntos desde hace 30 años y que se casaron en 1991. Desde entonces realizaron muchos tratamientos y se anotaron en distintas provincias para adoptar. Hasta estuvieron a punto de recibir un recién nacido tucumano cuya madre dejó a una enfermera para que lo entregara a una pareja, pero cuando supieron que no sería una adopción directa, decidieron no hacerlo.
En otra ocasión, viajaron a Buenos Aires donde vivía una mujer que contactaron por Internet y que quería darles a su bebé. "Resultó ser una psicópata porque cuando llegamos no nos contestó más el teléfono".
En 2012, y cuando ya habían decidido no hacer más tratamientos médicos, la historia de Cayetana, una beba nacida en India bajo la maternidad subrogante (tratamiento conocido como de alquiler de vientre), les dio esperanzas y comenzaron a investigar para concretar su deseo por esta vía.
Fue así que firmaron el contrato y viajaron a la ciudad de Hyderabad, al sur de India. En la clínica estuvieron cuatro días, entregaron las muestras para la fertilización asistida y regresaron a Argentina.
Desde ese lejano país recibían información sobre los intentos de los profesionales para plantar el embrión a la mamá subrogante. Fueron siete negativos y recién en agosto de 2014, previo retorno de Roberto para entregar nuevas muestras, recibieron la noticia de que había gestación.
"El primer informe por mail sólo decía: «Felicitaciones, dio positivo, mañana tendrán un nuevo reporte». Después, comenzaron a enviar las ecografías por internet y a contarnos en pocas palabras sobre el avance del embarazo", cuenta el padre.
A medida que avanzaba la gestación, la pareja realizaba los pagos correspondientes. El tratamiento costó 32 mil dólares que pudieron girar depositando pesos al dólar oficial con un código de salud bancario.
Los médicos tienen prohibido informar el sexo del bebé. Los Gamaza se enteramos que era varón a la vieja usanza, cuando nació el bebé. Por eso, tuvieron que iniciar el trámite con dos nombres, uno para cada sexo.
Roberto reconoce que fue "por ansiedad que firmamos el contrato rápido. Nos tendríamos que haber asesorado antes. Intentamos ubicar al abogado del caso Cayetana pero no lo encontramos. Luego de mandar la solicitud, lo pudimos ubicar y fue él quien terminó ayudándonos".
En principio les dijeron que tenían que estar en la India el 25 de abril para el nacimiento, y compraron los pasajes. Luego, la fecha se adelantó y viajaron el 15. Gael nació el 16, el mismo día del cumpleaños de Alejandra. "El bebé fue su mejor regalo", cuenta Roberto.
Complicaciones. Ya todo estaba listo para volver a casa con Gael, pero salir de la India necesitaba una sentencia judicial que le otorgara el pasaporte argentino. El abogado Daniel Scheinfeld realizó la presentación basado en el interés superior del niño.
El pedido fue presentado en el Juzgado Nº 2 a cargo de Sylvia Aramberri, quien lo denegó aduciendo que debió tramitarse ante el Estado Nacional. El abogado refutó el fallo argumentando que dicha tramitación corresponde a casos donde "se dirimen cuestiones patrimoniales" y apeló esta resolución, pero la jueza la ratificó.
Scheinfeld pidió una reconsideración a la Cámara Federal de Rosario, que resolvió a su favor, ya que existen cinco antecedentes sobre casos similares donde se priorizaron los derechos del niño y el interés superior del menor se encuentra contemplado en la Constitución Nacional y en la ley de ciudadanía por residencia temporaria o en tránsito.
Por todo este embrollo, Alejandra y Roberto debieron quedarse en la India más de lo previsto, fueron dos meses y medio inesperados que les generaron gastos extras y el temor de no poder reintegrarse a sus trabajos a tiempo.
Rápida reacción. Cuando tuvieron la negativa de la jueza "con el abogado decidimos hacerlo público y la mamá de Cayetana nos inició un reclamo en Change.org donde se juntaron más de 2 mil firmas en sólo un fin de semana. Al lunes siguiente la Cámara falló a nuestro favor y fuimos a Nueva Delhi con el bebé a tramitar el pasaporte. Luego volvimos Hyderabad para que nos dieran la visa de salida. Para todo eso, pasó otra semana más", recuerda hoy el papá. "Según el contrato con la clínica, los papás tenían incluidas dos semanas de alojamiento, comida y una niñera. El resto de la permanencia la tuvimos que pagar aparte. También cambiamos dos veces la fecha de regreso y pagamos las multas, hasta que al final logramos que la compañía nos dejara los pasajes abiertos porque no sabíamos cuándo regresaríamos", recuerda.
La espera y el retorno. En Nueva Delhi llegaron a sufrir temperaturas de 47 grados, se quedaban en el departamento o iban a shoppings que tuvieran aire acondicionado. "A pesar de todo EM_DASHdice RobertoEM_DASH, nos adaptamos bien a la India, yo me comunicaba en un inglés básico, a Ale le costó más. Convivamos con una mujer de Hong Kong y dos matrimonios de Canadá y Estados Unidos. Van todos a la India porque el tratamiento sale la décima parte de lo que cuesta en Estados Unidos y la calidad médica es muy buena", comenta.
A la mamá subrogante recién la conocieron la semana pasada cuando hicieron la visa de salida porque tiene que firmar. Además, para poder anotar a Gael en la India fue necesario demostrar que alguno de ellos tenía el mismo ADN del bebé.
Tras más de 40 horas de viaje, llegaron a Funes el jueves, a las 13. Salieron de India a las 3.45 (16.45 del martes de Argentina). Poco fue lo que descansaron en estas primeras horas en la casa, porque familiares y amigos querían conocer al bebé y compartir la felicidad de los padres. El jueves "fue una fiesta, nos estaban esperando desde hacía mucho. Pensábamos que Gael iba a llorar cuando le agarraran los cachetes pero el tipo se portó bárbaro, se sonreía con todos", recuerda ahora Roberto, feliz.