Washington. - La presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, tendrá una larga lista de deseos cuando visite mañana la Casa Blanca, pero hay un objetivo que se destaca por sobre el resto: una cena con Barack Obama. No es probable que eso ocurra. La decisión del presidente estadounidense de no desplegar por completo una «alfombra roja» para Rousseff en Washington simboliza la relación entre las dos gigantescas economías de América que desean convertirse en mejores aliados pero que no han hallado todavía una causa común que los acerque.
Temas complejos como la situación en Siria, la política monetaria estadounidense, acuerdos de defensa de miles de millones de dólares y el "boom" de la exploración energética mar adentro de Brasil también estarán en la agenda para la reunión bilateral. Pero la atención se ha centrado en lo que funcionarios brasileños perciben como un rechazo del protocolo, que según dicen representa la negativa de Washington a reconocer por completo el reciente ascenso económico del país sudamericano y su creciente influencia en asuntos internacionales.
La agenda de Rousseff -una reunión con Obama en la Casa Blanca, un almuerzo de trabajo y una conferencia con empresarios- contrasta con el recibimiento que tuvo el mes pasado el premier David Cameron. El líder británico fue invitado a una cena formal de Estado en la Casa Blanca, aunque su viaje no era completamente oficial. Obama también llevó en avión a Cameron a un juego de basque en Ohio, ambos fueron fotografiados sonriendo, comiendo panchos y conversando con fans.
Bajo anonimato, funcionarios brasileños dicen que consideran que su país no disfruta de una "relación especial" con EEUU como Gran Bretaña. Pero destacaron que Brasil oficialmente superó al Reino Unido al convertirse en la sexta mayor economía mundial, lo que justificaría que el gigante sudamericano fuera tratado como un socio importante. "Existe la percepción de que una mayoría de personas en Washington no aprecia lo que está ocurriendo en Brasil", dijo un funcionario de Rousseff. "No tenía que ser una visita de Estado, pero Obama podría haberla invitado a cenar, o llevarla al Kennedy Center", agregó.
Rousseff tiene agendada una cena en la embajada brasileña en Washington para el lunes. La vocero de la Casa Blanca Erin Pelton dijo que la reunión será el tercer encuentro bilateral de Obama con Rousseff desde que ella asumió el poder en 2011.
Las visitas de Estado generalmente no son otorgadas durante años electorales, dijo otro funcionario estadounidense. Líderes de otros aliados clave de EEUU como Japón, Canadá, Turquía y Corea del Sur que también arribaron a Washington no recibieron trato formal como visita de Estado.
Un país en ascenso. Sin embargo, el reconocimiento es importante para Brasil debido a la naturaleza relativamente reciente de su ascenso. Hace una década, su economía apenas estaba dentro de los estándares latinoamericanos, contaminada por años de hiperinflación e inestabilidad política. Hoy Brasil representa a más de un 40 por ciento del PBI de la región, es miembro del influyente grupo BRICS de grandes mercados emergentes y busca activamente un rol acorde en organismos mundiales como la ONU y el Banco Mundial.
La transformación del perfil de Brasil llegó en un momento en que Estados Unidos estaba ocupado con sus propios problemas económicos y con los conflictos en Medio Oriente, lo que alienta la percepción brasileña de que Washington simplemente esté demasiado distraído como para darse cuenta.
Mientras tanto, el ascenso de Brasil ha generado cierto escepticismo, especialmente entre los republicanos, debido a su postura independiente y a veces obstruccionista en asuntos importantes de la política exterior. El predecesor de Rousseff, el popular Luiz Inacio Lula da Silva, intentó mediar en las conversaciones sobre el programa nuclear de Irán en 2010, irritando a Occidente. Brasil últimamente ha sido un crítico de las sanciones contra Siria e Irán. Rousseff y Lula, que provienen de un partido de izquierda que tradicionalmente ha desconfiado de EEUU, se han enfocado en la construcción de lazos denominados "Sur-Sur" entre naciones más pobres. Pero Rousseff sorprendió al distanciarse un poco de Irán desde que asumió el cargo y dar mayor énfasis a los derechos humanos.
Visas y petróleo. De hecho, funcionarios de Brasil y de EEUU dijeron que creían que ambos países tienen ahora mucho más en común, y que sus líderes están buscando activamente una cooperación más estrecha en temas como el comercio, energía e inversión.
Obama tiene previsto realizar al menos un gesto que podría complacer a Brasil. Dispondría que los brasileños puedan obtener visas más fácilmente para viajar a EEUU. El tema es prioritario para Rousseff debido a su valor simbólico y también porque facilitará aún más el turismo y el comercio bilateral.
El resto de la agenda será más complicada, con áreas de posible cooperación obstaculizadas por eventos recientes. Por ejemplo, el gobierno de Obama está dispuesto a discutir sobre cómo EEUU podría desempeñar un papel más importante en la extracción de petróleo frente a las costas de Brasil. El tema se vio empañado por los derrames de crudo de Chevron en las costas brasileñas que dieron lugar a demandas por u$s22.000 millones y cargos criminales contra la compañía y sus ejecutivos.
Brasilia, a su vez, quiere profundizar sus lazos militares y estratégicos con Washington, algo que se vio frustrado por la decisión que tomó en febrero la Fuerza Aérea de EEUU de cancelar un importante contrato con el fabricante brasileño de aviones Embraer. También es probable que Rousseff presente una queja sobre la política monetaria expansiva de EEUU, a la cual culpa por crear un exceso de liquidez global que ha hecho menos competitiva las exportaciones brasileñas en el extranjero.