—Ha muerto Patricia Miccio, ex modelo, ex conductora de TV, una persona que luchó por más de diez años contra una cruel enfermedad que (yo no tengo dudas) es una plaga que se ha extendido como consecuencia del posmodernismo. Las fugas radiactivas en Japón y sus efectos en la vida de las criaturas, son un ejemplo paradigmático y notorio de lo que trae consigo el desarrollo mal usado. Hay que decirlo con todas las letras: la proliferación e incremento de muchas enfermedades son consecuencia de la acción de ciertos grupos de poder en pos de grandes riquezas materiales: contaminación del suelo, de las aguas, de la atmósfera, de los alimentos. Y otro factor determinante, a la hora de hablar de causas que afectan a la salud, es el estrés al que nos condena este modo de vida impuesto, realmente absurdo y perjudicial. Hace muchos años dije aquí que algunos sentimientos predisponen a enfermedades. No lo inventé yo, es un conocimiento antiguo. Por ejemplo, si se leen entre líneas ciertos escritos sagrados, como la Biblia, entre otros, se deduce. Hoy la ciencia admite que, efectivamente, el estrés predispone a enfermedades. Y el estrés, mi estimado Inocencio, lo provocan muchos factores: la culpa, la pena, la ansiedad, el enojo, el rencor, los celos, la envidia, la violencia física o moral, etcétera.
—Comparto lo que dice sobre lo advertido antiguamente. Entonces se solía relacionar la enfermedad con el pecado. Pero esté vínculo (usado antiguamente como estrategia, porque nadie hubiera entendido a los sabios si hablaban de estrés y sistema inmunológico) no fue bien explicado por los religiosos modernos. Estos nunca aclararon que “quien comete pecado, es decir el que atenta contra otro ser, contra sí mismo o contra la creación, sufre estrés (aun cuando inconscientemente) y ese estrés debilita el sistema inmunológico y predispone al cuerpo para la enfermedad”. No, en lugar de decir eso, en una postura oscurantista, loca, atentatoria contra el amor de Dios (Orden Superior), absolutamente disparatada, aludieron al “castigo divino por el mal realizado”. Y es cierto, por otra parte, lo que usted dice: ¡qué problema en este mundo moderno el de la ansiedad.
—El primero que intenta desterrar la idea de pecado-enfermedad-castigo es Jesús. Sin embargo muchos líderes (no digo todos) más tarde prefirieron seguir con una creencia lamentable, la de la enfermedad, la del sufrimiento como “castigo divino”. Pero quiero volver, para cerrar, al caso de Patricia Miccio. Esta mujer que conoció el éxito, la fama, eligió para su vida la espiritualidad. Recuerden el programa “Todos Santos”. Dicen que, además, era solidaria. Bueno, lo cierto es que no sé si hizo mucho o poco por el prójimo, ni tampoco sé si lo hizo orando, hablando, con acciones personales o donando dinero. Lo que importa es que lo haya hecho, eso es lo que vale. Y la muerte de esta mujer me hizo reflexionar sobre la vida que debemos llevar. Y me convenzo cada día más de que debemos dar de lo que tenemos, Inocencio. Siempre llevo conmigo las palabras de Simón (Pedro) cuando un mendigo enfermo le pide dinero y le responde: “Dinero no tengo, pero de lo que tengo te doy: le impuso las manos y lo sanó”. Me parece que de eso se trata la vida, de dar al otro, de “comulgar” con el otro y hacer o procurar hacer algo por ese otro.