Se internó en el debate periodístico como un señorito inglés. No dejó filtrar
dudas y en cada respuesta mostró su aureola de argumentador serio. Gustavo Alfaro se enfrentó con
los primeros coletazos de su función como técnico de Central a menos de dos semanas de su asunción.
En su descargo aceptó como un error haber incluido a los juveniles Santiago García y Jonathan
Gómez, pero no se arrepintió de la decisión. Tampoco dio marcha atrás con la inclusión de Ezequiel
González como delantero y aclaró que esa determinación fue un parche atendiendo las necesidades del
equipo. "Nunca me arrepiento de lo que hago", expresó ayer con la firmeza de alguien que jamás
claudica en el intento.
—¿Te sorprendió el mal rendimiento ante Gimnasia?
—Sí, porque tenía ilusiones de que el equipo rindiera de otra manera. No
desconozco la realidad futbolística de Central. Sabía que no era sencillo cambiarla y de esto no se
sale sólo con el cambio de entrenador. Hubo rendimientos muy por debajo de su nivel. El equipo no
funcionó. Espero que en los próximos partidos muestre otra prestancia, otra cosa en el manejo de la
pelota y que no se desordene.
—¿Central está peor de lo que pensabas?
—No, pero noté muchos desequilibrios individuales, colectivos y errores
conceptuales que nos complicaron muchísimo. Fue una producción que estuvo muy lejos de lo que
pretendía.
—¿Ves al equipo con fuerzas para salir de esta situación?
—El equipo está tenso. Por eso hoy (ayer) hablé con el grupo del papel que
juega la gente. El aliento del domingo fue maravilloso pero a veces te juega en contra si te hace
perder el sentido del juego. Noté que el equipo estaba más ocupado de lo que pasaba afuera que
adentro. Hay que cambiarlo de alguna manera. No puedo ordenar desde afuera porque en el Gigante mis
gritos no se escuchan. Cuando el equipo esté bien, el aliento de la gente será un jugador más. Hoy
eso nos hace correr pero sin pensar.
—¿Te arrepentís de las inclusiones de Santiago García y Jonathan Gómez?
—Cuando tomo una decisión a las otras les tiro un camión de tierra encima.
Nada hubiera garantizado que el equipo iba a rendir de otra manera. Para jugar de local era poco
poner a Zarif y dos puntas. Intenté con Gómez, un jugador de características más ofensivas.
—¿No creés que desaprovechaste a Ezequiel ubicándolo de delantero?
—Lo desaproveché, pero también estoy preso de la situación de que hoy no
tengo volantes por los costados con recorrido ni laterales con salidas o aptos para achicar las
marcas. Tal vez para jugar ante Boca sea conveniente hacerlo con un punta y el Equi más atrás.
—¿Central tocó fondo?
—Un equipo nunca toca fondo, como tampoco nunca termina de alcanzar su techo. Un escenario
peor es que perdamos con Boca, los jujeños y el clásico. Eso no pasará porque encontré a un plantel
con una predisposición impresionante para salir adelante.
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Ensamblar a un equipo
"Lo que menos me preocupa ahora es Boca. En esta realidad de Central, el rival
pasa a un segundo plano. Porque será más o menos difícil de acuerdo a cómo estemos nosotros. Mi
deseo es ensamblar a un equipo. Central debe jugar de cualquier manera, ante cualquier adversario y
en cualquier circunstancia".
Saber manejar la presión
"El equipo debe manejar la presión de la gente. Los jugadores necesitan hacer un
clic. No importarles si algo no les sale o que los critique la prensa. En Central no se puede
esperar, no hay tiempo. Tienen que madurar a los golpes y como sea. El jugador debe entrar a la
cancha pensando en el partido y no en el hincha".
A muerte con los jugadores
"Apostaba por los jugadores antes de enfrentar a Gimnasia y lo hago mucho más
ahora en la derrota. No tengo dudas de que tarde o temprano voy a acomodar al equipo. Necesito
tiempo y que el grupo no afloje en la predisposición. El problema es futbolístico y no anímico.
Porque Central corre, pero lo hace mal".