La economía argentina hace desde el año 2011 que está empeñada en emitir o endeudarse sin resolver los problemas de fondo de la economía, que son lograr equilibrio fiscal y tener un plan de desarrollo económico. El resultado es estancamiento, inflación y devaluación del peso, así el dólar blue no tiene techo.
La Argentina tiene por delante un desafío: equilibrar el presupuesto o conseguir financiamiento genuino para no recurrir a la emisión monetaria para equilibrar las cuentas públicas y tener un plan de desarrollo económico.
El déficit fiscal proyectado entre enero de 2020 y diciembre 2021 rondaría los $ 3,9 millón de millones, mientras que la emisión monetaria para financiarlo se ubicaría en los $ 3,5 millón de millones, la diferencia serían pesos que se conseguirían en el mercado de capitales local.
Es cierto que la pandemia pegó de lleno en una economía que venía de dos años de caída en el gobierno de Mauricio Macri, sin embargo, el gobierno nunca buscó la opción de equilibrar el presupuesto o trabajar en un plan de desarrollo económico que le permita tener más ingresos a futuro.
Durante el gobierno de Cristina Kirchner se dejó de pagar parcialmente la deuda con el exterior, y se recurrió al endeudamiento en pesos en el mercado interno, pero nunca se resolvió el problema del déficit fiscal. Durante el de Mauricio Macri se tomó financiamiento externo en dólares, pero nunca se resolvió el problema del déficit fiscal. Durante el gobierno de Alberto Fernández se está tomando deuda en pesos a tasa fija y ajustada por inflación, pero no se resuelve el problema del déficit fiscal.
Si a estos tres presidentes le sumamos que el endeudamiento y el déficit que generaron no se acompañó con un plan de desarrollo, tenemos a un país estancado y con inflación desde 2011.
La biblia del Kirchnerismo indica que emisión monetaria o endeudamiento en pesos no genera inflación, sin embargo, los resultados de esa afirmación le son esquivos. Argentina convive con una cantidad de pesos que resulta difícil de mensurar.
Para fin de año los pasivos monetarios del Central sumarían la friolera de $ 9,1 millón de millones, y las reservas ubicarse en torno de los u$s 38.000 millones. El resultado sería un dólar de equilibrio en los $ 240: una tragedia para nuestra economía.
Endeudamiento sin un plan para equilibrar el presupuesto público y desarrollar la economía es suicida. Nos lleva a que el prestamista de última instancia, que es el BCRA salga como un bombero a emitir pesos e inyectar una gran cantidad, sin respaldo a la economía, que traerán como correlato inflación y devaluación.
La derrota electoral del oficialismo en las primarias del domingo activó el debate económico, la coalición gobernante podría lanzarse a una mega emisión de pesos para resolver sus problemas. El gobierno no se detiene en pensar el proceso de formación de precios en la economía.
El precio es el lugar en donde se encuentra la oferta y la demanda. La primera es cada vez más escasa por una menor producción. Los que van en busca de ella, cuentan en sus bolsillos con una mayor cantidad de billetes (sin valor) para poder pagar por esos escasos bienes, y la consecuencia lógica es una suba de precios que no se detiene.
Algo similar ocurre con el dólar blue. Los que se pueden transar en el mercado son cada vez más escasos, tan así que han salido en cantidades importantes billetes que estaban guardados en manos de inversores anteriores al 2000. Son los dólares conocidos como cabeza chica, que ya fueron retirados de circulación en EEUU. El Central les dio curso legal a estos billetes, pero no son aceptados en ningún país, sólo podés cambiarlos en alguna entidad financiera en EEUU, previa apertura de una cuenta. Estamos tan atrasados en el tiempo, y tan degradados que transamos dólares que ya no se imprimen hace 20 años.
El país genera nuevo ahorro, no hay crecimiento desde 2011, las nuevas generaciones gastan el ahorro de sus padres, y la inversión ha dicho ausente en el país.
Nuestro PBI es consumo más inversión más exportación menos importaciones. Se compone en un 79% por consumo, 15% inversión, 17% exportación, 14% importaciones y 3% es un resto que no tiene asignación específica. Argentina tiene mucha grasa (consumo) y poco músculo (inversión) para crecer. Pajar de peso hay que hacer crecer el músculo, para que se coma la grasa. En materia económica, si crece la inversión, seguramente se fortalece el consumo a más largo plazo.
La inversión debería crecer a niveles de 25% del PBI, mientras que la exportación debería ubicarse en niveles del 30% del PBI. Argentina se ubica muy lejos de los centros de consumo y poder. Necesita un tipo de cambio alto para exportar, esto le permitirá sortear sus altos costos de flete a la hora de colocar mercadería en el exterior, potenciaría el empleo en el mercado interno, fortalecería el consumo en el país, y tendría los dólares necesarios para no pasar zozobras económicas.
Conclusiones
La emisión o endeudamiento que no tenga como objetivo el equilibrio fiscal y un plan de desarrollo económico para a futuro repagar la deuda contraída, lo único que logrará será llevarnos a un nuevo fracaso.
Estamos en el camino equivocado desde 2011 en adelante. No crecemos y convivimos con una inflación que, entre 2011 y 2017, se ubicó en torno del 25% anual, y desde 2018 en adelante se ubica en el 50% anual.
Seguir con la misma receta es llegar a similares resultados. Necesitamos un plan consensuado por toda la clase política, continuar sumergidos en la grieta nos llevará a una nueva crisis.
El sistema bancario está cuasi estatizado, del total de depósitos en pesos sólo un 40% son préstamos al sector privado, y del total de depósitos en u$s sólo un 25% son préstamos al sector privado. Así la economía no funciona.
El Estado tiene la potestad de cobrar impuestos generando una presión tributaria asfixiante, a lo que se suma que los emprendedores carecen de financiamiento. En este contexto, la inversión y exportación no crecen, el músculo se achica y crece la grasa.