La aparición, a principios de la década del ochenta del siglo pasado, de los dos tomos de Poder militar y sociedad política en la Argentina —publicados entonces por Emecé— posicionó al historiador y ensayista francés Alain Rouquié (1939) en el centro del debate de ideas en aquel país que luchaba a brazo partido por retornar a la democracia.
Con aquellos libros, ya clásicos, Rouquié dio pruebas de que era buen conocedor de la compleja realidad que describía, y también de que era capaz de analizarla sin prejuicios. Después, entre otros textos de obligada consulta para quienes se interesan por la historia contemporánea de nuestro continente, aparecieron El Estado militar en América Latina (1984), ¿Cómo renacen las democracias? (1985) y América Latina. Introducción al Extremo Occidente (1989). Y ahora acaba de editarse una biografía que había generado expectativa: El siglo de Perón. Ensayo sobre las democracias hegemónicas, publicada por Edhasa.
En este trabajo, el francés se lanza a la aventura que implica dar cuenta de uno de los fenómenos más inaprensibles de la historia argentina y latinoamericana del siglo veinte. El peronismo y su resbaladizo líder —capaz de virar desde la defensa de las organizaciones armadas durante la presidencia de Lanusse hasta la expulsión de los montoneros de la Plaza de Mayo, aquel trágico Día de los Trabajadores de 1974— han constituido, desde siempre, un enigma difícil de descifrar.
Rouquié, sin embargo, no se amilana. Ameno, el libro nos lleva a través de la vida de Juan Domingo (y Eva) Perón, sin detenerse en el detalle ni incurrir en el chisme. El interés de Rouquié se centra fundamentalmente en la descripción de las circunstancias sociales, económicas y políticas que enmarcaron el surgimiento y desarrollo del peronismo. Y lo que dispara su interés —podría decirse, incluso, su perplejidad— es la singularidad que caracteriza al fenómeno, a tal punto que analiza al peronismo como una forma de gobierno particular, por fuera de la habitual categoría de "populismo": él la denomina "democracia hegemónica".
Moldeado por la socialdemocracia europea, admirador del liberalismo político (habitualmente separado del económico), Rouquié no aporta novedades rutilantes en el análisis de la figura del líder. Su planteo de que, aun sin saberlo, naciones europeas están a punto de ingresar en su propio "siglo de Perón", a partir de la crisis de las democracias representativas y la brecha que se expande entre ciudadanos y gobernantes en tantos países de Occidente, no consigue apasionar a los argentinos, preocupados por su propia (y justamente preocupante) coyuntura.
En próximas ediciones, merecen subsanarse tres errores: la frase "educar al soberano" es de Sarmiento, y no de Alberdi, como se afirma en el libro. El ataque a Monte Chingolo, en 1975, no lo ejecutaron Montoneros y el ERP en conjunto, sino sólo este último grupo armado. Y sobre todo, el Partido Demócrata Progresista no es precisamente "una formación regional de La Pampa", tal cual se asegura en la página 58.