Por Matías Carnevale
El rosarino Germán Padinger (1986) publicó recientemente Britannica, novela que transita los senderos de la ciencia ficción más contemporánea y que explora las ansiedades por los múltiples usos de una inteligencia artificial global con aspiraciones a la omnipresencia y la omnisciencia. En el mundo ficcional de Britannica, Infopeek, una multinacional con varias sedes en el país, ofrece el método de enhancement (enchufarse con cables en el cráneo) como acceso al conocimiento ilimitado, a una Internet con sesgos esotéricos. Sin embargo, no todo funciona como la corporación pretende. Un grupo filosófico-político-espiritual conocido como virgilios se opone a esta migración cibernética y presenta resistencia armada. Si Infopeek pretende "la colonización del ciberespacio", con el desprecio por el mundo físico como consecuencia, los virgilios, herederos de una tradición más humanista, ponen en relieve la necesidad concreta de conectar con la realidad material, el ambiente que nos rodea.
En diálogo con este suplemento, el escritor y periodista comentó distintos aspectos de la producción de su libro.
_¿Por qué Britannica fue editado en España? ¿Cómo terminó allí?
— Hace dos años un amigo me comentó que una nueva editorial se estaba gestando entre Barcelona, España, y San Diego, en Estados Unidos, y que su fundadora, Pepa Novell, estaba buscando escritores en español. Me pasó el contacto y después de una serie de correos electrónicos y videollamadas, quedé muy tentado con su proyecto binacional para lo que después fue la editorial Magma, nacida bajo el lema "Letras en tránsito" y con un eje temático contemporáneo, diverso y disruptivo basado en pilares como cultura popular, ideología, género, etnicidad y ética, entre otros.
Yo venía de publicar Retrato de Marte, una novela sobre la Guerra del Paraguay, y estaba trabajando desde hace unos años en Britannica. A Pepa le gustó el manuscrito y empezamos a editarlo juntos y bajo los ejes de Magma. Como el proceso de publicación se postergó un poco, en el medio publiqué La música de los padres en la primera colección de relatos de Magma, Cuentos Trans. Es un cuento muy cercano a Britannica en tono y que gira en torno a un periodista que trabaja en el principal periódico en la Luna, y su creciente obsesión con las noticias que llegan desde la Tierra.
_En tu novela te referís a una serie de personajes, hechos y productos de la cultura de masas: El aleph, de Borges, Kilgore Trout, Seinfeld, el videojuego ZeldaELLIPSIS_CHARACTER Uno estima que tienen que ver con el conocimiento enciclopédico que despliegan los personajes, que a su vez puede tomarse como crítica al funcionamiento de nuestra sociedad de la información, en donde una definición de Wikipedia o una búsqueda en Google bastan para saciar la sed de conocimientoELLIPSIS_CHARACTER
_Esa es un poco la idea detrás de estas listas aparentemente aleatorias que aparecen en el libro, casi siempre en boca de Juan y Lucas, los dos amigos que hacen todo juntos y que al mismo tiempo son prácticamente incapaces de registrar la existencia del otro. Tiendo a pensar que el conocimiento enciclopédico está ahora al alcance de todos y por detrás, y debajo, de cualquier entendimiento, aun sin que nos demos cuenta (por ejemplo, no necesariamente haciendo búsquedas en Google o Wikipedia, pero usando teléfonos inteligentes). Veo una sed de datos, de parte de personas e inteligencias artificiales, y la creencia de que la acumulación de esos datos sumado al paso del tiempo tiende hacia el conocimiento total. La novela se llama Britannica por muchas razones, pero también podría haberse llamado Wikipedia.
_¿Cómo se trasluce tu escritura periodística en tu ficción? ¿Qué encontrás en una que no encontrás en la otra?
_Es difícil decirlo, sobre todo porque escribo ficción desde mucho antes de empezar a trabajar como periodista. También estudié Ciencia Política y Relaciones Internacionales y antes de pisar una redacción ya estaba escribiendo ensayos y monografías, otros formatos muy distintos. Es decir, no me considero un periodista que escribe ficción, con lo que eso implica en cuestiones de estilo.
Por supuesto, no niego que la escritura periodística tenga influencia en mis obras. El lugar común referido a la escritura legible, las oraciones y párrafos cortos, la concisión y la economía de recursos, por ejemplo. Pero también una fascinación por lo novedoso. La diferencia, para mí, es clara. Los textos periodísticos están subordinados a la pertinencia coyuntural, al valor de la información contenida y a la realidad de un lector con poco tiempo. En la ficción, por suerte, existen otras cosas.
_¿Cómo es tu relación con Rosario hoy? En varios pasajes de la novela encontramos sitios relacionados con la ciudad, pese a estar ambientada en un futuro indefinido?
_Es la ciudad en la que nací, crecí y empecé a estudiar, antes de mudarme a Buenos Aires. Traté de que gran parte del libro transcurriera ahí porque es mi lugar y lo conozco bien. Pero también porque en el mundo de la novela (y en el nuestro también), las ciudades y los pueblos, no importa qué tan grandes o chicos sean, terminan siendo todos iguales siempre que haya conexión a Internet. Para Infopeek, que no conoce fronteras, todos los lugares donde viven personas que consumen información son el mismo lugar. Yo nací en 1986 y era adolescente cuando Internet empezó a explotar, cuando casi de un día para el otro cualquiera podía usar una computadora para conectarse con el mundo y tener acceso a una cantidad de información imposible de asimilar (pero qué excitante intentar hacerlo). Esto acercó las distancias, en cierto sentido, a grado cero. Rosario siempre fue una ciudad que cada marzo se llenaba de estudiantes universitarios que venían de los pueblos del interior de Santa Fe y de otras provincias también, a veces desde caseríos de unos cientos de habitantes hasta la urbe de un millón de habitantes sobre el río Paraná. Traían sus costumbres de pueblo, sus acentos, quedaban maravillados con la ciudad o no lograban adaptarse al paso del aburrimiento al sobreestímulo. Pero claro, después de Internet empezaron a venir habiendo escuchado la discografía completa de Gentle Giant y las primeras grabaciones de Billie Holiday, habiendo visto todas las películas de Tarantino, bajado más libros de los que pueden leerse en una vida, y tras estudiar el mundo en mapas, con todas las temporadas de Seinfeld encima y tantas otras cosas más. Muchos habían vivido sus adolescencias prendidos a un monitor, encerrados en sus cuartos, dentro de sus casas y en sus pueblos, pirateando películas, bajando contenidos a velocidades que hoy nos aterrorizarían, pero qué importaba si el tiempo sobraba. Las cosas ya no eran como antes.