En las mesas de café, en los grupos de chat, en las cenas y almuerzos surgen los tópicos que ameritan el debate correspondiente. Los argentinos somos proclive a la polémica y a la discusión sobre los diversos temas que plantea la actualidad y que gatilla los intercambios de opiniones. El debate abierto, sincero y respetuoso es un buen indicador de una sociedad con altos niveles de educación. Pero, no todo debe concluir en los debates catárticos que generan un estado de alivio temporario. Involucrarse, a través de la participación en los ámbitos donde desarrollamos nuestra actividad y contribuir a los cambios que deberían producirse de acuerdo a nuestras posturas, sería un aporte individual importante. En nuestro trabajo, en las organizaciones empresariales, sindicales, sociales, clubes se puede opinar y participar activamente. Es bueno reclamar y protestar, inclusive, si a nuestro parecer corresponde cambiar los estatutos de las instituciones ya sean estas políticas, gremiales, sociales, ONGs, para adaptarlas a los tiempos vigentes. No se puede esperar todo del Estado. Ojalá estemos dispuestos a opinar y participar cuando lo creamos conveniente para cumplir con nosotros mismos y los demás y así generar las estructuras de las instituciones que propendan a la sociedad, que creamos, merecemos vivir.