Por Luciana Boglioli
La magia, pero también la tristeza de la infancia son el leit motiv de "Yo no duermo la siesta", la obra escrita y dirigida por Paula Marull, que se exhibe mañana y el lunes gratis en su versión virtual en el sitio www.espaciocallejon.com y www.alternativateatral.com. La rosarina, que se hizo famosa junto a su melliza María en el programa de entretenimiento "1,2,3 Out" que conducía Horacio Cabak, recorrió un largo camino desde que se instaló en Buenos Aires a los 19 años. Con el tiempo, Paula y María Marull se alejaron de la TV y se instalaron en el circuito del teatro independiente porteño.
"Yo no duermo la siesta" cuenta con las actuaciones de María Marull, Mauro Alvarez, Agustina Cabo, Laura Grandinetti, Sandra Grandinetti, Luciana Grasso y Marcelo Pozzi, y se sumerge en el mundo de Natalí y Rita, dos niñas vecinas que atravesarán las horas de la siesta con una madre que trabaja, un tío trepado a un árbol, una historia de amor, un perro muerto, un cantero lleno de peces y una sirena.
"El arte siempre fue mi sostén. Consumirlo y hacerlo. Leer y luego escribir para mí, siempre fue eso, la posibilidad de abrirle otra ventana al mundo. Si uno tiene el enorme privilegio de contar con un hecho artístico hace muy bien porque es la posibilidad de poder estar un rato en otro lado sin riesgos de contagio", expresó Paula Marull en una entrevista en la que habló del valor del teatro independiente y su eterno amor por Rosario.
—¿Cómo nació y de qué se trata "Yo no duermo la siesta", que indaga en el universo de la infancia?
—Nació en el taller de dramaturgia de Javier Daulte, la escribí ahí con su ayuda y guía. El fue una persona muy importante en todo el proceso creativo porque también la estrené en su sala, el Espacio Callejón, y me acompañó durante los ensayos y toma de decisiones. Una vez escrita estuve varios años antes de decidirme a hacerla porque veía una dificultad en el hecho de que dos de los personajes más importantes fueran niñas. Y eso, en teatro, me parecía muy difícil de llevar a cabo. Así que hice una audición y cuando por fin encontré a dos excelentes actrices que podían hacer los personajes de las nenas me aventuré a montarla.
—¿Qué modificaciones se hicieron para poder exhibirla de manera virtual?
—La obra está registrada por Teatrix, que es una plataforma que filma obras de teatro yendo un paso más allá del simple registro durante una función. Se logró haciendo adaptaciones de guión o generando incluso planos nuevos para favorecer el relato y que ese traspaso de formato teatral a audiovisual sea usado a favor de lo que transmite el espectáculo. Y aprovechando la cámara para generar nuevos recursos. Se hicieron algunos planos para tal fin y también hicimos una función en el teatro 25 de mayo, para poder filmarla con seis cámaras.
—Una de las críticas de la obra afirma que junto a tu hermana "han inaugurado un nuevo estilo en la dramaturgia". ¿A qué se refieren y por qué creés que la obra conectó tanto con el público?
—Decir que inauguramos un nuevo estilo dramatúrgico me parece un montón. Siempre es difícil hablar de uno mismo, y por ende también de mi obra porque es algo tan cercano a mí. Sí puedo pensar en algunas características que se repiten en nuestra obra: en general son historias sencillas, de personas comunes, observadas desde una mirada que tiene humor y sensibilidad. En ese sentido, creo que la gente se puede identificar con esos universos y reconocerse en personajes o temáticas de las obras y empatizar con ellos de una manera emocional. Creo que en el caso de "Yo no duermo la siesta", la gente pudo conectar con su propia infancia. Con lo mágico y también lo triste que tiene la infancia. La infancia es un territorio que está muy idealizado. Pienso que es una etapa en la que también hay mucha soledad, miedo y angustia.
—La obra recibió el premio Artei a la Producción de Teatro Independiente y una mención honorífica del Fondo Nacional de las Artes. ¿Sentís que el teatro independiente tiene su reconocimiento en la sociedad argentina?
—Siento que el teatro independiente es muy valioso. Que tiene un reconocimiento que tiene que ver con el prestigio y la calidad. El teatro argentino es reconocido en el mundo, hay actores de todas partes del mundo que viajan a formarse acá y a ver teatro argentino, y obras argentinas que viajan por el mundo. De hecho, nuestras obras se han hecho en España y Uruguay. Buenos Aires debe ser una de las pocas ciudades del mundo donde hay más teatros que cines y eso quiere decir algo. Por momentos siento que es una actividad muy artesanal que debería reconocerse más económicamente, es un paso que todavía tenemos que dar.
—¿Disfrutás más de la TV o del teatro? ¿Volverías a hacer un programa de entretenimiento como el que te llevó a la fama junto a tu hermana?
—Siento que el teatro es donde más me puedo desarrollar en este momento. Es donde mejor se puede hacer oír mi voz y muchas veces el tiempo, que es lo que más falta, hace que uno tenga que elegir a qué ponerle la energía. No descarto en algún momento volver a hacer algo en televisión si el contenido está alineado con lo que tengo deseos de transmitir hoy. Probablemente el entretenimiento que me entusiasmaba en los 90, y que disfruté muchísimo en su momento no es lo que me divierte hoy, que tengo 46 años. No me veo arengando una tribuna de estudiantes, pero quizás sí haciendo algo relacionado a mi actividad.
—¿Cómo estás viviendo la cuarentena? ¿Tuviste que suspender actividades?
—Por momentos siento que lo que estamos viviendo es de ciencia ficción. Así que estoy viviendo la cuarentena día a día, sin proyectar ni especular mucho con este futuro que se volvió tan incierto. Tratando de surfear la ola de lo cotidiano, que, con tres hijas, la casa y mi trabajo me tiene bastante entretenida. Tuve que suspender muchas obras que tenía en cartel, como "El sueño de Rosita", "La oportunidad" y otra obra que íbamos a estrenar en el teatro San Martín.
—¿Qué tan importante es el arte en este momento?
—El arte para mí siempre fue un sostén. Consumirlo y hacerlo. Leer y luego escribir para mí, siempre fue eso, la posibilidad de abrirle otra ventana al mundo. Y en estos tiempos en donde estamos tan encerrados se ha reafirmado como una necesidad vital. Pienso que en estos días donde hay tanta gente que la está pasando tan mal, lo realmente importante es tener salud, un plato de comida en la mesa y una estufa si hace frío. Pero si uno tiene el enorme privilegio de tener eso y la posibilidad de contar con un hecho artístico, leer un libro, escuchar música, dibujar, o ver una película o una obra online, hace muy bien porque es la posibilidad de poder estar un rato en otro lado sin riesgos de contagio.
—Tus raíces son rosarinas. ¿Cuánto tiempo viviste acá en Rosario? ¿Qué extrañas de la ciudad?
—Viví en Rosario hasta los 19 años. Desde que nací hasta un par de años después de terminar el colegio. De la ciudad extraño a mis amigas de toda la vida, las del colegio que están viviendo allá y que son como hermanas para mí. El río Paraná, esa anchura, con barcos enormes que sólo se ven allá. Extraño la cercanía que hay entre los lugares que uno visita, eso de que el tiempo te rinda un poco más. Extraño salir a caminar y tener un recuerdo en cada esquina. Amo Rosario, volver es una necesidad que tengo, aunque sea una vez por año para reencontrarme con algo de lo mío que quedó para siempre.
Por Matías Petisce