A Melani Juárez, de 21 años, la querían mucho en su barrio, una suma de casas bajas en Cavia al 2000, de barrio Casiano Casas. La recuerdan con amor y este miércoles por la tarde, mientras la familia esperaba el cuerpo de la joven asesinada en una pensión de 9 de julio al 500, sus ex vecinos se acercaban con flores, besos y abrazos sentidos. “A mi nena la preparó para rendir matemática”, dijo una vecina. “A la mía le enseñaba matemática en la primaria”, dijo otra. “A mi mamá la fue a cuidar cuando estaba enferma”, contó una tercera. En cuanto a su triste final se fueron aclarando algunas dudas y se perfilan hipótesis: se supone que Melani conocía a quien la mató. Las puñaladas, según el informe preliminar de autopsia, fueron tres y con un cuchillo de tipo tramontina. La primera conjetura es que tal vez trataron de abusar de ella a lo que se resistió. Sus padres atribuyen su ataque letal al entorno, a un grupo de gente que la rodeó en su momento y ejerció sobre ella, según su madre, una influencia “negativa”.
El fiscal a cargo del caso, Ademar Bianchini, pidió el registro de cámaras de la zona de barrio Martin donde Melani fue asesinada. Desde el miércoles tomó contacto directo con la familia, citó al entorno de la joven y ató cabos sueltos. En la mira también está el compañero de pensión de la joven asesinada, un tal Matías que, según una amiga de la joven muerta, le dijo que a Melani la pasó a buscar una camioneta el domingo por la tarde y que luego no la volvió a ver.
De este hombre, aparentemente joven, se sabe que cortó sus redes, desconectó su celular y renunció a una firma de cadetería en la que trabajaba. El cuerpo de la chica, según el mismo informe de autopsia, tenía una data de muerte del mismo domingo, y fue hallada el martes.
La casa de la familia Juárez es humilde. Criaron allí seis hijos. Melani era la cuarta de tres v arones y tres mujeres. Patricia, su madre, no cesa de recordarla con amor. “Cuando Melani se fue de casa, el 28 de marzo el 2021, a mí se me partió la vida. Ella de chica compitió en olimpiadas matemáticas, en otras de ajedrez -y mostró con orgullo siete trofeos, ya sucios por el paso de los años-. Preparaba a los chicos del barrio y a los que no tenían plata ni les cobraba. Las maestras me hablaban maravillas de ella. Yo cuando supe que vendía juguetes sexuales y tenía una página de internet me puse muy mal y la reté, discutimos mucho. Nunca le pegué ni nada por el estilo. Yo quería que ella estudiara, nada más”.
El abuelo de Melani, Juan, la llamaba "Cerebrito” y la madre sonríe al recordarlo. “Otros vecinos también la llamaban así. Ella soñaba con bailar en lo de Tinelli, era instructora de danza y Gym y de ritmo. Estuvo en varias academias y salió sexta en campeonatos nacionales de danza. Era hermosa y tenía lindo cuerpo. Tanto es así que en la escuela le hicieron bullying, por que era linda e inteligente”, dijo repetidamente su madre.
Una vecina que se acercó recordó que “hacía gimnasia en la puerta de la casa y andaba en bicicleta por todos lados, siempre una sonrisa, un chiste. Yo soy rubia y como tengo ojos claros me decía que no tenía que vivir en el barrio La Esperanza, donde vivo, sino en Parque Field”, que queda a unas cuadras de ese barrio más humilde. Su madre abundó “estudiaba mucho y lo hacía con la computadora que el gobierno dio con el plan “Conectar Igualdad”.
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Su madre asegura que no quería que Melani publicara videos o fotos en redes. “Ella se enojaba conmigo, tal vez si yo la hubiera apañado esto no habría pasado. Pero no fue ella, fue la mala junta, yo igual me siento culpable”, dijo.
A la hora de repasar los últimos años de la joven mujer, Patricia apunta a dos o tres personas. “Ella alrededor de sus 17 años se contactó por redes con un pibe raro, se llama Nico Z, es contador, bailaba salsa y eso. Además se hizo amiga de una piba brasilera y de otra rubia que le dicen Luli. Este hombre, que le manejaba las redes sociales, la plata y las cuentas que tenía en el banco, le decía que no estudiara, que ganaba más plata publicando en redes que estudiando. Ella tenía un carácter fuerte, pero con este muchacho era vulnerable. Lo que él decía estaba bien y lo que la familia le aconsejaba estaba mal. Esto trajo discusiones en la familia y ella se terminó yendo a vivir sola. Vivió en varios lugares y hacía dos o tres meses que estaba en esa pensión”.
La casa de zona norte es humilde, un cartel promociona la venta de artículos de limpieza. En la tarde de este miércoles los vecinos no dejaban de acercarse. “Estamos esperando el cuerpo de Melani. No nos dejan velarlo en casa por el Covid y entonces la vamos a llevar a una casa mortuoria. No tenemos plata, pero Nico le dijo a mi otra hija que le daba 60 mil pesos para el cajón y que después se los devolviera”, siguió su madre. "Pero la plata era de Melani por lo que sé. Ahora vamos a ponerle un cajón simple, pero cuando pueda la voy a trasladar donde está mi papá, que la amaba”.
Una vecina que estaba en la casa propuso una solución a la dificultad económica. “Quedate tranquila Patri, yo hago una rifa y juntamos plata, con eso pagamos el velorio”, le dijo. Patricia le agradeció y quedó en su casa, sentada en una silla desvencijada, a la espera del cuerpo de su joven hija.