Santa Fe.- A Manuel Montaño le transpiran las manos cuando cuenta a La Capital la pesadilla que vivió días pasados junto a su mujer Natalia, embarazada de siete meses, y su hija Catalina, de 1 año. Y un escalofrío lo hace temblar cuando dice que una de las balas policiales que impactaron en su Ranault Kangoo, de haber atravesado la puerta, pudo no sólo matarlo a él sino tal vez a su esposa y a su futuro hijo. Aquel susto, que todavía perdura, lo llevó a denunciar su caso ante la Dirección de Asuntos Internos de la policía provincial. Después fue recibido por el ministro de Seguridad, Alvaro Gaviola; y también por el vicegobernador electo, Jorge Henn.
Todo se desencadenó la noche del miércoles 9 cuando Manuel y su familia quedaron atrapados en medio de un operativo que hicieron agentes de la Dirección de Control y Prevención de Adicciones de la policía santafesina. Pero no se trató un malentendido producto de la confusión del momento y subsanable con una mera disculpa. Según lo que Manuel y su esposa relataron, fue algo mucho más grave.
Fin del día. "Terminamos la jornada de trabajo en nuestro salón de usos múltiples ubicado en la planta baja de nuestra casa, en Aristóbulo del Valle al 7300 (zona norte de la ciudad), donde se brindan clases de danzas y otras actividades. Alrededor de las 21.15 llevamos a mi suegra a su casa y al retornar decidimos comprar comida en una rotisería. La intención era adquirir una tarta pero sabíamos que los miércoles no abre la despensa donde habitualmente compramos. Por eso paramos en la primera que encontramos. Bajé y me atendió una chica a través de una ventana con rejas. Me dijo que no tenía tarta ni otra comida elaborada. Volví a la camioneta y le dije a mi esposa, que entonces bajó con la nena para ver qué otra cosa podíamos comprar. Pero como tampoco había fiambre decidimos irnos. A unos 15 metros, en San Jerónimo al 7200, me encerró un Volkswagen Polo blanco con cuatro personas que bajaron armadas y apuntándonos", relató Manuel buscando ser preciso y minucioso.
Natalia, su esposa de 33 años, acotó que en ese momento ella pensó que se trataba de un asalto, por lo que lo instó a que acelerara y escaparan del ataque. Eso hizo este comerciante de 40 años, miembro de una conocida familia de matarifes de la ciudad y sobrino de la actual concejal, ex secretaria general de Amsafé y ex candidata a diputada nacional, Noelia Montaño de Chiementín.
El intento de escape a toda velocidad y subiendo a la vereda no surtió el efecto esperado. "Pensamos que habíamos zafado de un asalto pero no fue así. Una cuadra más adelante apareció el mismo auto desde el que nos dispararon dos tiros. Uno impactó en mi puerta. Nos aterramos". Quizás involuntariamente, a esta altura de su relato Manuel cierra los ojos como si reviviera ese horrible momento: "¡Si no era un asalto, ¿buscaban matarnos?!".
Golpes y esposas. Desconcertados, lo único que se les ocurrió fue dirigirse al cruce de las avenidas Aristóbulo del Valle y Galicia, un punto neural del segundo polo comercial que tiene la ciudad de Santa Fe y, como tal, uno de los lugares más transitados y llenos de gente a toda hora. "Estacionamos y llegó el mismo auto blanco. Bajaron los mismos hombres armados y me tiraron al piso pateándome. A ella la empujaron contra la camioneta. Nos gritaron e insultaron. Enseguida llegó una camioneta policial con uniformados y ahí nos dímos cuenta de que los primeros, de civil, también eran policías. Yo estaba en el suelo esposado y uno de ellos me pisaba. Le pregunté qué pasaba y me respondió que era un operativo antidroga. En vano intenté explicarle que no teníamos nada que ver, que había un error, y pedí por favor que realicen algunos llamados para verificar quiénes éramos. No me escucharon. Trajeron unos testigos e intentaron llevarse nuestra camioneta a otro lado. Nos negamos a los gritos y la revisaron ahí mismo: no hallaron nada. Nos revisaron a nosotros y tampoco nos encontraron nada. Insistí en que tenían a las personas equivocadas pero no me respondían y me separaron de mi familia", relató Montaño.
Al comerciante lo llevaron entonces a la despensa donde minutos antes no había conseguido comprar comida. Después se supo que los efectivos antinarcóticos estaban por hacer un allanamiento en ese local cuando el arribó con su familia. "Eran las 22 cuando me bajaron esposado en ese almacén. A cada pregunta que yo hacía me respondían de mal modo. Media hora más tarde llegaron con mi esposa y mi hijita y nos retuvieron durante todo el operativo, hasta las 6 de la mañana del jueves 10. A esa hora, un agente me leyó mis derechos y me comunicó que quedaba detenido por atentado a la autoridad. Adujeron que les había disparado. ¡Una mentira tremenda! Estaba agobiado por la situación y la enormidad de la acusación. Pretendieron que les firmemos un acta en la que decía que yo les disparé y por eso ellos abrieron fuego. No se las firmamos", precisó Manuel.
Natalia contó que ante la detención de su esposo indagó a un policía de apellido Caravallo, que se presentó como jefe del operativo. "¡Nos dijo que éramos parte de una causa!".
Poco después, Manuel fue llevado a "un predio sin identificación sobre la avenida Mar Argentino (detrás del barrio Fonavi que está junto a la cancha de Colón, sobre el ingreso al puente a Santo Tomé) donde parece que tienen una base".
Disculpas. "Allí me volvieron a tomar declaración y la sumariante me reconoció. Me preguntó si era el hijo de Pololo Montaño. Creo que ahí se dieron cuenta de que cometieron un error. Entonces uno de los jefes se me acercó y me dijo que me ponga en lugar de ellos, que se pudieron haber equivocado. Yo le dije que eso era lo que se iba a probar, pero que no aceptaron hacer siquiera un llamado telefónico para corroborarlo como les había pedido. Me insistió en que me ponga en su lugar, que estaban haciendo su trabajo, y le respondí que a veces lo hacen mal porque me habían disparado y podrían haberme matado a mí o a mi esposa. Tras ello me llevaron detenido a la seccional 1ª, donde quedé incomunicado en una jaula y a las dos horas me pasaron a una celda con otros siete presos hasta las 15. Mientras tanto mi mujer, a la que ya habían liberado, se comunicó con el juez. También pedimos que me hicieran un nuevo dermotest para demostrar que no disparé un arma, porque ellos me hicieron uno en el operativo y en el acta pusieron que había dado positivo. Pero el que me hizo Asuntos Internos dio negativo".
Manuel, Natalia y Catalina, junto a su hijo mayor, ahora esperan en su casa ver cómo evoluciona en la Justicia y en la policía su caso y cómo se traducen las disculpas y promesas de acción que les hicieran las autoridades provinciales.