Fabricio Guiral tenía 21 años y cayó en la trampa del destino. El domingo a las 14.15 un hombre tocó a la puerta de su casa del barrio La Esperanza de Villa Gobernador Gálvez, el chico abrió como podrían haberlo hecho cualquiera de sus tres hermanos o sus padres. Apenas asomó el cuerpo una bala fue directo al rostro. Le disparó un hombre joven que se trasladaba en un auto junto a un cómplice.
Según se supo la familia abrió en diciembre pasado la cervecería “Estación Sinfonía” en San Martín al 2000. El 8 de marzo dos hombres en moto dispararon sobre el frente del negocio y habrían amenazado a Hernán, padre de Fabricio, con que si no pagaba 200 mil pesos tendría problemas y además no podría trabajar. La cifra es imposible y es probable que este asesinato tenga que ver con esa amenaza.
En la casa estaba la familia y cuando escucharon el disparo no entendieron nada. Corrieron, vieron al chico tirado y lo subieron a un auto rumbo al Hospital Anselmo Gamen de Villa Gobernador Gálvez, donde falleció falleció unos 15 minutos después.
Por el momento se ignora si la víctima era el destinatario del ataque o si el agresor le disparó a la primera persona que le abrió la puerta. En este sentido, las primeras medida que ordenó la fiscal de Homicidios Gisela Paolicelli tienen por objetivo intentar identificar al tirador y establece el posible móvil concreto del asesinato.
>>Leer más: Va a atender la puerta de su casa y lo matan de un tiro en el pecho
La tarde del mismo domingo la puerta de la casa del barrio La Esperanza era un desfile de familiares y amigos. Hernán estaba destruido: “Me sacaron lo mejor de mi vida”, le dijo a un amigo llorando. En el living de la casa de una familia imperaban el dolor y la impotencia. Todos con lágrimas y con indignación en el rostro y las muelas.
“Esto no puede seguir así, te matan en cualquier esquina. La policía debe saber quiénes son. Los políticos y la Justicia también lo saben. Antes no podías salir de noche, ahora ni de noche ni de día”, se lamentaba uno de los amigos.
Amenazas
El pasado 8 de marzo Hernán, dueño de la cervecería La Estación, fue víctima de una extorsión: desconocidos pasaron por el lugar, ubicado a 80 metros de la base del Comando Radioeléctrico y a dos cuadras de la icónica Plaza a la Madre y dispararon nueve veces contra el frente de la cervecería, eran las 23.40 de ese día y el local estaba cerrado como todos los lunes.
En ese día de marzo primero se escucharon dos disparos al aire desde Juan Perón y San Martín y a los pocos minutos tres disparos que impactaron en el frente del local. Esa semana hubo ocho episodios sobre los bares del centro y comercios de barrio que recibieron llamados extorsivos pidiendo dinero para seguir funcionando.
En el caso de la familia Guiral, trascendió que le habrían pedido 200 mil pesos para trabajar. “Si ponés un negocio a los impuestos le tenés que sumar ahora las extorsiones. Esta familia es de trabajadores y ahora tienen que llorar un hijo”, dijo otro allegado mientras insultaba por lo bajo. Este domingo iba a tocar en la cervecería Uriel Lozano, un conocido cantante de cumbia.
El día del atentado al negocio Hernán dijo que “son tiratiros, por cualquier cosa te disparan. Nos queda la incertidumbre y el dolor de que no podemos trabajar tranquilos” y de manera casi profética aseveró: "La sensación es que estamos invadidos por la delincuencia y seguramente seguiremos siendo las víctimas, siempre se perjudica el que trabaja. Yo les digo a los tiratiros: trabajen, cambien de vida”.