"Todo pasó en menos de dos minutos. La mayoría de los vecinos estaban en la vereda. Pasó el auto, se bajaron dos con metras y empezaron a disparar. A la piba que mataron primero la hirieron y cuando quedó en el piso la aseguraron con una ráfaga de metra. En media cuadra quedaron hombres, mujeres y niños heridos. Tirados en el piso". Así narró una vecina la masacre desatada el viernes a las 20.30 en Manantiales al 3700, esquina con pasaje 1801, en barrio Alvear, donde al menos dos sicarios bajaron de un auto empuñando ametralladoras y acribillaron a 11 personas. En ese momento una decena de niños jugaban y una veintena de vecinos tomaban mates o hacían compras en un radio de 30 metros. Sangre, plomo y muerte.
Dos de las personas acribilladas murieron: Emilse Sosa, de 16 años, y Miguel Angel Quintana, de 50. El resto resultó herido de diversa gravedad. Milena R., una niña de 5 años que jugaba con sus patines en la vereda, fue alcanzada por un proyectil que le perforó la cabeza y anoche al cierre de esta edición peleaba por su vida en el Hospital de Niños Víctor J. Vilela.
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El fiscal de Homicidios Ademar Bianchini quedó a cargo de la investigación. Comisionó a efectivos de la Policía de Investigaciones (PDI) para que trabajaran en la escena del crimen relevando testimonios de posibles testigos e imágenes de las cámaras de videovigilancia que existieran en las inmediaciones de la zona del ataque. Desde hace años en la esquina de Seguí y Avellaneda, a unos 300 metros del lugar del ataque, hay una estación de servicio.
Lejano sudoeste
Manantiales es la prolongación de Valparaíso al sur de Seguí al 4200 y su traza llega como diagonal hasta Presidente Quintana. Son tres cuadras que marcan el límite entre barrio Alvear y Vía Honda, en la zona sudoeste, en medio de casas humildes, pasillos que cruzan las vías paralelas a Felipe Moré y una maraña de cables al sol que indican que mucho falta aún para que llegue la urbanización. Sobre las calles pueden verse improvisados badenes realizados por los vecinos para que motos y autos no den rienda suelta a la velocidad.
En la esquina Manantiales y 1801 —a unos 250 metros de Seguí y a cien de Avellaneda— la bocacalle, la cortada y la prolongación de Valparaíso marcan una "T" perfecta. Una especie de centro comercial en el que se levantan en pocos metros al menos tres quioscos-granjitas y dos copas de leche.
Alrededor de las 20.30 del viernes los vecinos disfrutaban del fresco de la tarde noche. En un radio de 30 metros de la mencionada esquina algunos charlaban, otros hacían mandados de última hora y al menos una decena de nenes y nenas jugaban en las veredas. Fue entonces que un auto que venía por Biedma dobló en Manantiales hacia el norte. Hizo 50 metros y volvió a doblar por la cortada 1801 hacia el norte. Testigos indicaron que era un Chevrolet Corsa gris oscuro con cuatro ocupantes.
El chirrido de los neumáticos y la desaceleración del motor fue lo primero que sobresaltó a los vecinos. De inmediato comenzaron las detonaciones en ráfaga. Los sicarios que bajaron armados del Corsa eran dos o tres. Tenían su rostro oculto. Unos dicen que por capuchas y otros que llevaban cascos de moto. Todos coincidieron que portaban dos pistolas ametralladoras y que las ráfagas no tenían interrupciones.
Ráfagas mortales
Los vecinos confiaron que los tiradores dispararon a lo que se moviera y coincidieron que dos llevaban pistolas ametralladoras. Aunque la ferocidad con la que fue ejecutada Emilse Sosa, de 15 años, marcó otra cosa.
"La piba iba caminando por la cortada (por el pasaje 1801) hacia Avellaneda cuando llegó el auto. Primero le dispararon de frente y cuando el cuerpo giró por los impactos, le siguieron tirando de espalda. Pero no se quedaron conformes.
El cuerpo de la piba quedó tirado casi sobre el badén y entonces uno de los sicarios fue sobre ella y le disparó una ráfaga de ametralladora. La remató en el piso", indicó uno de los involuntarios testigos del asesinato. La piba vivía por Valparaíso al norte de Seguí, a unos 300 metros de donde fue ultimada.
A metros de Emilse caminaba Miguel Angel Quinteros, quien al escuchar las detonaciones intentó correr para protegerse. No le dieron tiempo a nada. Otro de los sicarios le disparó una ráfaga. Un reguero de sangre sobre el pavimento del pasaje, de unos 40 metros, mostraba ayer el recorrido que hizo el hombre agonizante.
"No lo tenemos visto del barrio. Quedó tirado sobre el pavimento. Después vinieron los policías, lo agarraron de las patas como si fuera un perro y lo tiraron en la caja de la camioneta", describió otro residente de la zona. Quinteros vivía en 27 de Febrero y Pascual Rosas, sobre las vías. Murió diez horas más tarde en el Hospital de Emergencias Clemente Alvarez (Heca).
Los vecinos contaron que se escucharon varias ráfagas de la pistola ametralladora. Hablaron de "entre 30 y 40 detonaciones". Los cuerpos de los muertos quedaron a una distancia de 70 metros. Y en el medio se contaban sobre el pavimento al menos 19 marcas de vainas, esquirlas y plomos deformados. Oficialmente se indicó que en la escena se incautaron 20 vainas de 9 milímetros.
Jugando
"Yo estaba adentro haciendo el fuego para un asado cuando escuché las ráfagas. Salí a la vereda ciego y me topé con el cuerpo de mi nieta que tenía un balazo en la cabeza. Ella estaba jugando con otras nenas, estaba con los patines. Después no vi nada más", dijo el abuelo de Milena.
"Mi mujer (por la abuela de la nena) recibió dos impactos en el brazo pero está bien. Había otras dos nenas heridas también", contó el hombre mientras lloraba desconsoladamente. "Una bala le atravesó la cabeza. Los médicos me dijeron que hay que esperar", aportó la madre de la nena segundos antes de partir hacia el Hospital de Niños para escuchar el parte médico.
Una de esas niñas heridas es Zahira L., de 8 años. "Mi hija estaba jugando ahí cuando le pegaron un balazo que le entró por la nalga y le quedó alojado cerca de una arteria. Ella está internada en Vilela y estamos esperando que evolucione para ver si le pueden sacar la bala. Con ella está mi mamá. A mí no me dejaron que la cuidara porque estoy embarazada. Acá tenemos dos muertos pero pudo haber habido 10", dijo la madre de la pequeña sentada en una las ochavas. Otra de las nenas heridas es Zahira T., de 9 años.
Nuevos y viejos
En la esquina donde se desató la masacre, sobre la ochava más cercana a Biedma, podían verse varios impactos de bala. Algunos del ataque del viernes y otros de atentados anteriores. "Estos son los impactos de anoche y estos otros son viejos", describió una vecina que gentilmente hizo un tour para mostrar a la prensa los alcances del ataque. Otros impactos dieron de llenos sobre el frente de otros tres domicilios, dos de ellos construidos con chapas.
Los heridos identificados oficialmente, además de las tres nenas, fueron Gonzalo R., de 31 años e internado fuera de peligro con una herida en el pie izquierdo; Luis L., de 37 años, recibió un balazo en pierna derecha y testículos y quedó internado fuera de peligro; Analía V., de 40, ayer estaba grave con una herida en tórax, al igual que Cristian G., de 41 años. Finalmente Graciela G., de 52 años, estaba internada fuera de peligro con una heridas en sus piernas.
"Escuché los tiros, salí a la vereda y me topé con el cuerpo de mi nieta de 5 años que tenía un balazo en la cabeza"
Blanco
Fuentes ligadas a la investigación dieron cuenta que una de las hipótesis de la pesquisa es que el blanco del ataque era Emilse y que el telón de fondo de su muerte es el comercio de drogas en esa esquina.
"Siempre hay alguno que viene y vende al paso, amigo", dijo con una sonrisa otro de los residentes de la zona.
Bajo la lupa los investigadores pusieron bajo la lupa una serie de media docena de balaceras desatadas a pocos metros de esa esquina, alguna contra el frente de una vivienda, que se desarrollaron entre el verano de 2016 y abril del año pasado. También se mencionó que una de las mujeres baleadas es cercana a Ariel "Viejo" Cantero, antiguo líder de la banda de Los Monos, versión que no fue confirmada ni desmentida por los investigadores.