"Tomatelá, tomatelá que acá no se vende más". Esa advertencia en tiempo de grito se repitió al menos cuatro veces en la media hora en el que el equipo periodístico de este diario trabajó en Manantiales y la cortada 1801. "Esto era todo el tiempo un desfile de autos y motos para comprar droga. Todo lo que pasó es por eso. Por la falopa. Pero ya está. Se acabó", dijo una de las vecinas que "sacó de vuelo" a una pareja en moto que al escucharla aceleró y huyó del lugar. Antes los gritos habían sido para tres conductores de autos que llegaban despacio con vidrios altos.
Los relatos de los vecinos sobre lo ocurrido en esa esquina la noche del viernes estremecían, dejaban la sangre helada de quien lo escuchara. En menos de dos minutos sicarios armados con pistolas ametralladoras calibre 9 milímetros llegaron en un auto, estacionaron, bajaron y cazaron al menos a dos personas. Y como daño colateral de ese salvaje ataque hirieron a otras nueve personas, entre ellas tres nenas de entre 5 y 9 años. "Esto es por la falopa. Cada vez hay más gente vendiendo. Más gente viniendo a comprar. Es un desastre", sintetizó un familiar de uno de los heridos.
Un viernes de carnaval menos para los vecinos de Manantiales al 3700. No hubo murgas, disfraces, desfiles y fiesta en la calle. Hubo detonaciones, sangre y espanto.
"Hace rato que en la esquina venden droga. No es que hay un cartel que dice «se vende» pero se sabe. Fijate que todavía ahora pasan autos y motos que vienen a comprar. Y cómo no los vamos a sacar cagando si por culpa de ellos y de los transeros mataron dos personas. Y no sabemos cómo la van a sacar las criaturas. Las nenas estaban jugando con sus patines. Ya no podemos salir a la vereda porque corrés el riesgo de que por querer matar a uno terminan baleando a muchos", explicó otro vecino como anónimo. Nadie contará quien es. El miedo lo mutiló todo en esa zona de barrio Alvear y su límite con la Vía Honda. "Vos te vas pero yo me quedo", le explicó innecesariamente uno de los residentes al cronista.
Del cruce de información entre vecinos y fuentes de la investigación, de esta y otras, pudo definirse que la zona en la que sucedieron los hechos está en manos de un tal "Willy" y de un viejo conocido de las crónicas policiales: "Pandu", condenado por el homicidio de Javier Humberto Barquilla ocurrido el 2 de febrero de 2015 en la esquina de Felipe Moré y Rueda, Villa Banana. "Buscaban a la piba (por Emilse Sosa) y a un tal Joselo", indicó quirúrgicamente un vecino escuetamente como al pasar.
Lo que reinaba ayer en Manantiales al 3700 era una mezcla de desesperanza, bronca e indignación. "Anoche nadie quería entrar. La ambulancia nunca llegó y la llamanos. Llamamos a los medios y nadie quiso venir. Uno de los canales llegó a dos cuadras y se fue. A la policía la tuvimos que convencer de que se llevaran a los heridos más graves porque se morían, porque si era por ellos miraban el cielo", dijo angustiada a una vecina.
Al llegar la prensa lo vecinos estaban agrupados. Tres o cuatro personas que no dejaban de comentar los que algunos habían visto y otros escuchado. Cada uno tenía algo para decir y estaban dispuestos a hacerse escuchar. Mientras este equipo de prensa trabajó en el lugar fue incesante el patrullaje de móviles policiales. Siempre con la misma dinámica: patrullaban y al ver un grupo de vecinos se detenían e inmediatamente salían arando con los móviles. "Les batimos cualquiera (los agredían verbalmente). Y cómo no. Ahora vienen, ¿y anoche donde estaban?", se preguntó un vecino; comentario que se repitió por lo menos media docena de veces.
"Esto no se hace"
Un vecino abrió la puerta de su casa, de chapa y cartón, y mostró la trayectoria de un balazo que de rebote hirió a uno de sus familiares en el pecho. "A él le pegó la bala de rebote y lo rozó en el pecho. Eso porque había pegado en la chapa. Pero hubo otro balazo que pasó de largo", dijo señalando un hueco en la chapa a una altura de un metro y medio aproximadamente.
"Mi hermana —continuó el vecino— estaba sentada con su bebé en brazos, justo debajo de ese agujero en la chapa. Si se paraba le pegaba en la cabeza. El (por otro familiar) estaba parado a un metro de ella, si se movía le pegaba en la cabeza. No es así, amigo. Esto no se hace. Venir a disparar así a mansalva. No. No es así", indicó el hombre de cuyas palabras se podía inferir que sabía de qué hablaba.
marcas. En la escena de la masacre se colectaron unas 20 vainas servidas.