Los vecinos que viven en las inmediaciones de España y Ceibo, en los confines de los barrios 17 de Agosto y Las Flores Este, aseguran haber escuchado al filo de la medianoche del miércoles cuatro o cinco disparos en dos secuencias separadas por pocos segundos. Tras ello, sobre España al 6500, a unos 30 metros de Ceibo y a unos 70 metros de la avenida de Circunvalación, quedó tirado el cuerpo de Javier Hernán Búfalo Gómez, un ex convicto de 32 años que pagó con rejas una condena de 7 años y 6 meses. El hombre tenía al menos tres disparos, uno de ellos en la cabeza, que los investigadores estimaron que fue de remate. A su lado yacía la moto en la que regresaba de la cancha tras ver el partido entre newell's Old Boys y Vélez Sarsfield. La chica que lo acompañaba, arrodillada junto a él, no dejaba de gritar. "No, Gordo, no".
Los investigadores del caso, en manos del juez de Instrucción Juan Andrés Donnola, indicaron que Búfalo Gómez circulaba en una moto junto a una mujer y regresaban del Coloso del Parque en una caravana de al menos ocho motocicletas. Que en las inmediaciones de Ceibo y España el rodado de Gómez fue interceptado por otra moto con dos muchachos jóvenes a bordo. "Se escucharon dos disparos acá atrás (a la altura de Ceibo y la cortada Ipé) y después otros dos donde cayó el muchacho, ya por calle España. Y después los gritos de la piba, que eran desgarradores. Si venía con otras motos, los otros llegaron un par de minutos después. ¿La moto que le disparó? Salió a todo lo que daba por calle España, hacia Las Flores Oeste", explicó una vecina.
Los amigos de Búfalo Gómez detuvieron el paso de un auto particular y fue trasladado hasta el hospital Roque Sáenz Peña, lugar al cual llegó sin vida. Al enterarse de su deceso, los familiares y amigos del hombre que habían llegado al centro asistencial ocasionaron graves disturbios en la guardia y agredieron a los médicos del lugar (ver página 4).
Búfalo era hermano de otra víctima de la violencia desatada en el extremo sur de Rosario. El 20 de julio pasado Héctor Miguel Gómez, de 29 años, fue asesinado a balazos en la plazoleta ubicada en Arrieta y Pasaje 518, a un par de cuadras de la casa del muerto. Esa tarde Gómez estaba junto a su amigo Diego Martín Fernández, de 33 años, quien también fue ultimados a balazos. Por ese doble crimen fue procesado en diciembre pasado Sergio Ramón Portela, conocido como Pototo.
Tranquilidad cuidada. Héctor Miguel Gómez cayó agonizante sobre España al 6500, la calle por la que se ingresa a Las Flores. A esa altura y en ese lugar la calle es una especie de avenida Pellegrini subdesarrollada y sureña. Un lugar de paso ligero que sirve para delimitar dos barrios: Las Flores Este y 17 de Agosto. "Este sector, en relación a otras zonas del barrio, es un paraíso de tranquilidad. Vos ves pasando autos de alta gama que no te da la cabeza para pensar que circulen por un barrio como este. Pero no se ven actos de violencia en esta cuadra", contó una vecina (ver aparte).
El asesinato de Búfalo Gómez remite a la trama de crímenes en la cual, en la misma zona, se repiten nombres, apellidos y apodos. A veces como víctimas y otras tantas como victimarios. Lo que si puede variar es la motivación del crimen. Vale para el ejemplo el caso de Pototo, el pibe procesado por matar al hermano de Búfalo el 20 de julio del año pasado. A Pototo se lo vinculó como soldadito a la intimidante banda de Los Monos de barrio Las Flores. Pero Pototo no disparó, según la acusación, contra Héctor Gómez y Diego Fernández porque existiera una orden proveniente de las entrañas del poder al que responde. Simplemente los mató por un viejo recelo de antaño y porque en la cintura portaba una pistola calibre 9 milímetros.
Apodos repetidos. De regreso al tiempo presente, Búfalo Gómez había vuelto a la calle tras pagar una condena. "El nunca se pudo olvidar de lo que le pasó a (su hermano) Héctor", explicó ayer una adolescente que se identificó como sobrina del muchacho asesinado. La piba contó que la víctima tenía varios hijos. "¿Cuántos? Ponele dos", explicó la jovencita. La charla se tensó en dos momentos. Uno fue al consultarla sobre si su pariente frecuentaba la banda de Los cambichos, gavilla de pibes calificados por los residentes de Las Flores como "atrevidos y sin códigos". "No, para nada", dijo la muchacha. La otra, cuando se le preguntó si conocía al apodado Satanás. "Ese tuvo siempre problemas con Búfalo. Problemas por... problemas. Satanás siempre andaba con Pototo", dijo y cerró la conversación.
Satanás es uno de los dos apodos que sonaron en la escena del crimen como principales sospechosos de haber matado a Búfalo Gómez. No es la primera vez que el apodo de ese pibe que tiene menos de 18 años, suena en una crónica policial de barrio Las Flores. La primera vez fue cuando Pototo , siempre según la acusación, asesinó a balazos el 7 de junio pasado a Jonathan Yonita Avalos, de 17 años, en Melián y Caña de Ambar. La otra fue el 21 de noviembre pasado cuando en Pasaje 521 y Previsión y Hogar, Cristian Ramón Machuca, de 21 años, y Santiago Marcelo Ruíz, de 16, fueron acribillados a balazos. Machuca tenía siete orificios de balas calibre 9 milímetros y Ruíz una decena de impactos del mismo calibre. Entre los sospechoso fueron mencionados tres apodos: Chucky —quien recibió falta de mérito—, Cabezón y Satanás. Nunca fue detenido en ninguno de los dos casos.