La muerte del pequeño Ángel Lionel Rueda, quien falleció calcinado al ser sorprendido por el fuego que destruyó la precaria casilla en la que dormía la madrugada del jueves en la zona sureste de la ciudad, fue un homicidio. Así se desprende de las pericias realizadas por peritos de los Bomberos Zapadores a pedido de la fiscal Valeria Piazza Iglesias, de donde se desprende que “las llamas se iniciaron de forma súbita con algún tipo de acelerante, posiblemente un combustible líquido, por lo que el incendio fue intencional”.
A partir de ese informe la causa pasó a ser investigada por la fiscal de Homicidios Dolosos Gisella Paolicelli, quien de acuerdo a un parte de la Fiscalía “libró una serie de medidas investigativas que serán realizadas por la División Homicidios de la Agencia de Investigación Criminal (AIC) y que se mantienen en reserva sobre la motivación que habría llevado a cometer el hecho y tendientes a dilucidar la identidad de él o los autores”.
En tanto el padre de Lionel, de 31 años, recuperó ayer a la mañana la libertad mientras la fiscal evaluaba las primeras evidencias objetivas y apoyado por las declaraciones realizadas por vecinos del lugar donde ocurrió la tragedia, quienes dieron cuenta de que el hombre no mostraba actitudes de abandono en relación a su hijo y que no hay ninguna relación causal entre el incendio y que el menor se encontrara solo en el domicilio al momento del hecho.
Ángel Lionel Rueda tenía 7 años y vivió su corta vida en la pobreza más extrema junto a un padre que trató de criarlo como pudo en el extremo sureste de la ciudad. Compartían una casilla de madera, nailon y media sombra en inmediaciones de uno de los brazos secos del arroyo Saladillo y a la vera de un puente peatonal de cemento, a la altura del cruce de calles Lituania, Ensenada, Moliere y Dinamarca.
Cuando el fuego se apoderó de la casilla el nene dormía solo. Algunos vecinos dijeron que el padre había salido momentáneamente del rancho, algunos que se fue a ganar unos pesos cuidando autos, otros para acompañar a una novia que vive a unos 400 metros del lugar. “Era una criatura muy querida en el barrio. El papá buscaba las raciones de comida (que se dan en Casa Pueblo, un centro comunitario que tiene el Movimiento Evita) y el nene andaba por toda esta zona”, recordaron los vecinos la mañana del jueves. Y agregaron que “era un nene pobre porque su papá era pobre, pero no era un nene abandonado”.
Y algunos familiares de Lionel sostuvieron desde un inicio que el hecho había sido provocado. “Le han tirado algo para que se prendiera fuego la casa. Ellos no tenían luz ni nada. Esto fue intencional”, aseveraron a este diario. “A Lionel la madre lo abandonó cuando tenía un año y fue su padre, Ángel, quien se hizo cargo. La mujer se fue y los dejó tirados a los dosw. Lionel tuvo una hermanita que también murió y Ángel crió al nene como pudo”, agregaron.
También contaron que hace dos años padre e hijo habían abandonado la vivienda cuando quedaron en medio de un tiroteo entre huestes de calle Lamadrid con los de calle Lituania sobre el puente peatonal. “Se cagaron a balazos y Ángel agarró al nene y se lo llevó de ahí porque tenía miedo de que se lo mataran. Este es un barrio picante”, aseguró un vecino. Pero más tarde Ángel y Lionel volvieron al único lugar que tenían para vivir. Ninguno esperaba que ese regreso tuviese este trágico final.