Newell's no tuvo juego, fue superado por un limitado Racing y le dijo chau al torneo
Lo único que servía era ganar. Por lo menos ese era el pensamiento general para no perder
protagonismo en el Clausura y avanzar en el otro objetivo llamado Copa Sudamericana. Así lo
esperaban los hinchas leprosos y hasta los de Central, pensando en el descenso. Pero Newell’s
fue un verdadero bluff, no tuvo idea de juego y dejó tres puntos valiosos en el camino.
28 de marzo 2010 · 01:00hs
Lo único que servía era ganar. Por lo menos ese era el pensamiento general para
no perder protagonismo en el Clausura y avanzar en el otro objetivo llamado Copa Sudamericana. Así
lo esperaban los hinchas leprosos y hasta los de Central. Sí, en Arroyito también se prestaba
atención a lo que sucedía en Avellaneda (más allá que había otros temas importantes como la
renuncia de Cuffaro Russo) porque Racing es uno de los que da pelea para engrosar el "promiedo".
Newell’s fue un verdadero bluff, no tuvo idea de juego y dejó tres puntos valiosos ante un
rival que con una mezcla de garra e ímpetu se quedó con el premio mayor. Y haciendo méritos para
conseguirlo, más allá de que el gol estuvo viciado de nulidad.
Si el empate frente a Vélez fue un golpe al mentón, la caída de ayer fue un puñal casi mortal
que prácticamente sacó a la Lepra de la pelea por el título, una ilusión que permanecía intacta
antes de esta presentación y que a esta altura se evaporó. Lo más preocupante es que los que pugnan
por un lugar en la Copa están al acecho y con chances de achicar diferencias.
Lo que más dolor causó ayer en el Cilindro y en el búnker leproso fue la pobre producción
futbolística. Porque la mayoría decepcionó. "Las ideas no se matan", dijo una vez Domingo Faustino
Sarmiento, escritor, docente, periodista, político y militar argentino, y si eso lo llevamos al
fútbol ayer los rojinegros las asesinaron. Formica no fue el conductor de siempre, Barrientos se
equivocó demasiado en los pases, Estigarribia le metía ganas y nada más, y adelante poco y nada.
Cada vez que la pelota traspasaba el campo adversario volvía instantáneamente para instalarse en
terreno leproso.
Hubo una clara diferencia de mentalidad. Racing salió a jugar una final, Newell’s no. O
quizás lo intentó, pero no pudo. A los 50 segundos nomás Martínez avisó con un cabezazo que se fue
apenas desviado. Los leprosos contestaron con un disparo de Sperduti que tapó De Olivera. Después
Bieler sacó un remate que se fue cerca y Newell’s enseguida hilvanó la jugada más clara que
tuvo a su favor. Boghossian, Formica y Sperduti quedaron contra un defensor, pero el Gato eligió
mal.
De ahí en más fue Racing el equipo incisivo y que buscaba por todos los sectores. Y uno que
marcó el camino fue José Luis Fernández, que por su sector hizo lo que quiso y estuvo
incontrolable. Abrió espacios y Bieler se convirtió en el protagonista de las mejores acciones.
Como aquella sobre la media hora de juego cuando vio adelantado a Peratta e intentó tirársela por
arriba. O el remate desde el punto del penal sobre el cierre del primer tiempo que terminó en las
manos del Flaco.
Si lo de Newell’s fue flojo en el primer capítulo lo del segundo fue pésimo. A tal punto
que no hubo jugadas de riesgo gestadas como para hacer transpirar a De Olivera. Todo fue de la
Academia, que de tanto ir consiguió el grito sagrado y aliviador dentro de un clima tenso. Martínez
(en posición adelantada) la tocó al gol tras un rebote de Peratta y Racing no bajó la persiana,
porque se dio cuenta que el juego lo manejaba a su antojo.
Hará falta mucho trabajo para recomponer la imagen. Racing, limitado por cierto, lo superó en
fútbol, entrega y actitud y dejó sin idea a un Newell's cada vez más desconocido.
Adelantado
Castromán habilitó a Aveldaño que ingresaba por derecha, éste sacó un
remate fuerte y abajo que Peratta tapó y no pudo controlar. El rebote lo tomó Matías Martínez,
quien estaba unos centímetros en posición adelantada no sancionada por el asistente número dos
Diego Bonfa. Así sacó provecho de esa situación y marcó el tanto que le dio la victoria a
Racing.