Ante la relevante ausencia de Ever Banega en el circuito de generación de juego, Newell’s tenía que apelar a atacar y lastimar por los costados, a través de la desfachatez, la velocidad y la gambeta de Panchito González y de Brian Aguirre. En esta oportunidad estos futbolistas tenían que conseguir tomar la bandera de los avances y transformar sus aportes en peligro en el área rival. Y en grandes pasajes del primer tiempo lo lograron, sobre todo a través de Panchito, que curiosamente arrancó por izquierda y sobre el final de esa etapa cambió de punta y siguió mostrando peligro. Pero la falta de serenidad y puntería en el área rival lo condicionaron a una nueva derrota con Central.
Al comienzo del pleito, en las pulseadas por las bandas la lepra debía imponer condiciones y sacar una diferencia que sirva para buscar y darle razones a una victoria. Y en grandes tramos Damián Martínez y Sández sufrieron las arremetidas de estos dos jugadores. Y se fueron al entretiempo con tarjetas. Por eso Miguel Russo sacó al lateral derecho, que la estaba pasando bastante mal.
Desde las bandas también pudieron generarle chances al Colo Ramírez, que esta vez no estuvo ausente y fue parte del engranaje final de las jugadas rojinegras. Pero en el clásico no estuvo preciso y su equipo pagó muy caro esa ineficacia.
En la etapa inicial, González y Aguirre se animaron a usar trajes de protagonistas, sobre todo Panchito, y estuvieron muy cerca de conseguir el tanto leproso.
A los 17’, el VAR le anuló un gol a Panchito, tras una escalada de Martino por izquierda y un despeje corto de Broun. A los 31’, otra vez González remató desde la izquierda y su disparo se fue cerca del palo derecho de Fatura. A los 34’, un centro de Panchito terminó en un cabezazo peligroso de Ramírez que se fue lamiendo el travesaño. A los 37’, Aguirre estuvo cerca con un tiro la desde la izquierda, cuando habían cambiado de lado. Y ya en adicional, González gravitó entrando solo por derecha y tapó muy bien Broun. En ese tiempo, lo mejor que generó la Lepra vino por las bandas.
En el complemento, los delanteros y el conjunto leproso no pudieron mantener esa iniciativa. Panchito se quedó sin nafta en y fue rápidamente reemplazado. Mientras que Aguirre aportó un tiro libre que exigió a Fatura. En ellos estaba la receta y el ánimo al triunfo, pero ninguno estuvo claro y con resto para poder llevarse algo de un clásico que fue de mayor a menor para todos en Newell’s.
La lepra necesitaba dejar atrás traumas anteriores. Precisaba poner un punto de detención a las rachas, las deudas y los ecos de incomodidad que lo estaban envolviendo. Debía aprovechar la localía y sacar a relucir un motor de motivaciones por la baja obligada de su mejor figura, de su única carta de triunfo.
Ante una ausencia de peso, absolutamente determinante en el armado, tenía que apostar al carácter, al esfuerzo y al compromiso colectivo para disimular la falta de Ever Banega.
Y en esta ocasión, no estuvo a la altura del complicado desafío, y el 0-1 en contra representó un tremendo golpazo en la primera parada brava de este ciclo.
Larriera apostó por May y Julián Fernández
Newell’s necesitaba encontrar una estructura táctica y un esquema de funcionamiento que le permita sentirse respaldado, en una parada muy brava y ante el rival de siempre. Para esta cruzada, Mauricio Larriera decidió una variante de esquema y dentro de esa movida apostó por el despliegue y el sacrifico de Guillermo May en ofensiva para acompañar al Colo Ramírez y por la experiencia y la capacidad batalladora de Julián Fernández para tratar de hacer pie en una jornada muy exigente, con una leve lluvia como ingrediente de ocasión.
Esa determinación fue toda una declaración de principios. Como desde que arribó al parque Independencia, el DT uruguayo no recurrió a decisiones extrañas y apuntó a nombres y roles que podían encajar en la propuesta de Newell’s, la de ir al frente y tratar de ser protagonista, aún ante las inclemencias climáticas y aún sin Ever Banega.
Esta vez, el entrenador se la jugó por un 4-4-2 y allí no alcanzó seguridades y certezas colectivas. May fue puro sacrifico en el ataque y le cedió el área y el papel de finalizador de jugadas a Ramírez. Y se olvidó de patear al arco.
En tanto, Julián Fernández trató de posicionarse como socio de Rodrigo Fernández en el corazón del mediocampo y amoldarse a la idea de pelear con el cuchillo entre los dientes cada pelota, entendiendo la tremenda importancia de este partido. Pero de poco fue perdiendo incidencia e intensidad y terminó perdido en el desarrollo de un cotejo que requería otro tipo de aportes e intervenciones.
El dueño de casa salió con un sistema que mostró a los Fernández compartiendo el sector más caliente de la cancha. El Pitbul fue personalidad, puso pierna firme y quites claves que siempre posicionaron al equipo de cara al conjunto adversario. Pero el resto de sus compañeros no aprovechaban esas situaciones vertiginosas de inicio de los movimientos.
En los minutos finales, ya con el marcador en contra y el reloj jugando otra mala pasada en el Coloso, los que entraron expusieron sus características particulares, dentro del sistema propuesto desde el comienzo.