Los amantes del boxeo lo habían predicho. Los que saben del tema, también. La pelea más multimillonaria de la historia fue un fiasco, una farsa, un circo. El morbo fue el principal condimento del triunfo lógico, predecible, del ex multicampeón mundial estadounidense Floyd Mayweather sobre el campeón de artes marciales mixtas, el irlandés Conor McGregor. ¿De qué otra manera podría interpretarse la abismal diferencia entre uno que conquistó 5 coronas y estaba invicto y otro que jamás se había calzado los guantes de boxeo. Pero los que olieron el negocio tuvieron razón, por lo recaudado, por lo que cobraron ambos boxeadores (al menos así se califica a uno sólo de ellos) y poco más de eso. En el ring no hubo show ni nada
Mayweather sólo la hizo durar hasta el 10º asalto, cuando el juez paró la pelea ante la andanada de golpes a la cara descubierta de McGregor, que de patadas o codazos sabe mucho, pero de saber pegar en una pelea de box casi nada. Brazos abiertos, guardia baja, hasta parecía que el hombre de 40 años que hacía 2 que no peleaba la sobraba, mientras que el irlandés le tiraba "coquitos" a la cabeza sin ton ni son, o bien le entraba de costado.
McGregor le puso ganas, guapeza y luego declaró que no entendía por qué pararon la pelea, pero los 75 millones de dólares que embolsó (contra los 350 del campeón de cinco pesos) no valían más riesgos. Mayweather, que de nuevo anunció su retiro, hasta contabilizó la pelea para su currículum, superando a Rocky Marciano en el invicto (50 a 49), claro que con menos KO (27 a 43), ya que hacía del 2011 que no lo hacía. Hasta eso pudo hacer en esta farsa.