Una maldita lesión en la muñeca izquierda lo había sacado del circuito, pero con mucho trabajo y sobre todo una fe ciega en su potencial, Juan Martín del Potro volvió al ruedo. Esa inactividad la pagó con puntos pero con mucha paciencia empezó a escalar en el ranking de a poco, buscando el lugar entre los mejores que alguna vez supo tener. En plena reinserción en el circuito luego de la serie de operaciones a las que fue sometido
empezó a dar muestras de lo que puede hacer. En Wimbledon, por ejemplo, superó al suizo Stan Wawrinka en lo que fue su primer gran triunfo ante un top ten. Fue una victoria importante, sobre todo desde lo anímico, pero él no se quedó con eso. Fue por más.
Y la Torre siguió creciendo. En su debut en los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro tuvo una prueba de fuego, porque enfrente estuvo nada menos que Novak Djokovic, el número uno del mundo. Lejos de preocuparse por los pergaminos de su rival, el tandilense se probó a fondo y tuvo su premio. Eliminó al serbio y continuó en carrera. Triunfo a triunfo se fue solidificando en su juego y dándose el lujo de dejar en el camino a su amigo Rafael Nadal, en una de las semifinales por la medalla de Oro. Ese envión ganador se lo cortó justamente Andy Murray, quien se quedó con la presea dorada (más allá del resultado Delpo había demostrado estar a la altura de los mejores aún en la derrota), pero que ayer nada pudo hacer con calidad, potencia y temple que mostró Del Potro.
El argentino tuvo así una dulce venganza ante el británico. Con la victoria terminó con una racha invicta de 14 partidos que ostentaba el británico y de yapa consiguió un punto fantástico que valió doble tras el triunfo de Guido Pella.
Los triunfos en Brasil sirvieron para que Delpo templara su espíritu y el pibe agarró confianza. Y con confianza el tandilense es capaz de tener una remontada heroica como la que tuvo ayer y poner de rodillas al escocés número dos del mundo en el mismísimo Emirates Arena de Glasgow, en su propia casa, siempre ofrenciendo su corazón como un documento inalterable.
Con la victoria consumada recibió una vez más la ovación de todo el estadio, que le reconoció su raza de campeón y su notable regreso al primer nivel del tenis mundial luego de haber vivido un calvario con sus lesiones.
Hoy Del Potro está de vuelta mostrando un nivel altísimo. Ya dio muestras claras de lo que puede hacer y eso no hace otra cosa que encender la esperanza en los argentinos que ahora ven que, de la mano del tandilense, puede ser posible ganar esa ensaladera de plata que tantas veces pareció inalcanzable.
Un 2-0 que está lleno de esperanza
El triunfo de Del Potro cobró otro valor después de que el bahiense Guido Pella consiguera el segundo punto para Argentina en la semifinal de Copa Davis al vencer al británico Kyle Edmund 6/7 (5), 6/4, 6/3 y 6/2. Con respecto a la decisión de Orsanic, Pella destacó que "era una apuesta, y las apuestas a veces salen bien y a veces salen mal. Tener a Juan Martín en el equipo a nosotros nos sube el nivel. Dimos un paso inesperado que nos llena de confianza", celebró el 49 del ranking ATP.