Extraño el escenario en el que Central salió a jugar uno de los partidos más importantes del año. La previa con Estudiantes así lo mostraba. Porque fue bajo la férrea ambición de buscar aceleración en busca del título en el torneo Clausura, pero a días de que el Canalla fuera proclamado campeón de la Liga 2025 en medio de una designación claramente sorpresiva. De ahí en más, la incógnita sobre de qué manera podía reaccionar el equipo después de días de convulsión.
Y este equipo de Ariel Holan lo que hizo fue mostrar su incapacidad de poner un ladrillo más a la construcción sobre la que venía trabajando desde el inicio del semestre. La búsqueda de esa victoria que le acercara la zanahoria de la que había hablado el propio Holan fue un saco que le quedó enorme. Y lo que le quedó al Canalla fue la decepción de la derrota justo en un partido en el que estrenaba el título de campeón.
Raro todo, pero caída y eliminación al fin contra un Estudiantes que en la semana fue el único club que se atrevió a cuestionar públicamente el título otorgado y que le prometió guerra ya en el ingreso de los planteles al campo de juego, con ese pasillo dándole la espalda.
Central y su aura ganadora
Central estaba en modo ganador, con un aura que lo venía acompañando desde el inicio de una temporada en el que claramente fue el mejor de todos. Fue el que más puntos sumó en el Apertura y ahora también en el Clausura, el que después de un mérito enorme logró el pase directo a la fase de grupos de la próxima edición de la Copa Libertadores. Pero está claro que con eso no alcanza. Falló en el primer semestre ante Huracán y repitió ahora, aunque de manera más temprana.
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Y eso de que venía con la estela de equipo ganador no es cuento. Venía ni más ni menos que de ser proclamado campeón, con la sensación de “panza llena”. Podría haber sido una inyección anímica incalculable, pero fue algo a lo que no supo sacarle provecho.
Con la derrota consumada sería una tentación caer en el facilismo de pensar que todo lo que pasó esta semana sacó de eje al equipo y que la falta de respuesta que no tuvo Central en estos 90 minutos fueron la obvia consecuencia de muchas cabezas pensando en otra cosa que no sea el partido contra el Pincha.
Es difícil pensar eso. Por la sencilla razón de que no hay nada que garantice que si la Liga Profesional no le otorgaba ningún título este equipo iba a tener once leones capaces de comerse crudo a Estudiantes.
Venía con algunas señales amarillas
Se recuerda, para alguien que no ande bien de la memoria, que este Central que llegó con paso arrollador y que perdió el invicto recién en la última fecha es el mismo que tuvo enormes dificultades en el primer tiempo contra Instituto, en Córdoba, y al que le costó una enormidad la primera mitad del partido frente a San Lorenzo.
Pero todo se dio de esta forma. Central desvió por un rato su atención. Jugadores que viajaron a Buenos Aires a recibir la Copa, festejos en la noche del jueves. Todo en medio de un mundo del fútbol hablando a favor o en contra, pero opinando sobre el tema. Y en esa película loca que se vivió en estos días tenía una parte del guión dedicada a este Estudiantes que se metió por la ventana, que se atrevió a cuestionar públicamente la decisión de la Liga Profesional, que se puso de espaldas a la hora de hacer el pasillo y jugó de tal manera que lo mejor que hizo fue poner a Central de espaldas al fútbol.
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Algo de malas vibras se empezó a vivir en Avellaneda con la roja infantil a Malcorra y lo que vino después fue todo en medio de una rareza tal que de lo que fue la alegría por sumar una estrella más al escudo (sabe que le quedará para siempre) pasó a la angustia lógica por la eliminación.
Central logró muchísimo este año. No sólo respeto, sino apuestas a futuro, como la Libertadores y la final por la Supercopa Internacional, pero le faltó algo. Este final de año controvertido exigía un brillo que después de días movidos y 90 minutos chatos perdió por completo.