Un insólito robo tuvo lugar en el microcentro rosarino. Fue en la Librería Longo, la más antigua de la ciudad, también conocida como Librería Americana. Del negocio ubicado en Sarmiento al 1100 no se llevaron libros. La escena parece sacada de una comedia policial: se llevaron varios elementos de valor histórico, a uno de los delincuentes lo sorprendieron dentro del local, cerrado al público hace algunos meses, y en la huida se olvidó un bolso con herramientas y una fotocopia de DNI dentro.
La Librería Longo abrió sus puertas en 1908, lo que le permite ser catalogada como la más vieja de la ciudad. El fundador fue Alfredo Longo, un inmigrante siciliano, quien luego le pasó el legado a su hija Amelia, conocida como “Coqui”, que se hizo cargo del negocio familiar hasta el día de su muerte, el pasado mes de junio, a sus 92 años. Luego del fallecimiento de la mujer, la librería ya no abrió más al público. No había dinero en efectivo en la caja registradora ni en la casa de Coqui, la cual está ubicada en el piso de arriba del local.
El particular robo tomó lugar este jueves por la mañana, pero los parientes de Amelia “Coqui” Longo tienen la hipótesis que, por las meticulosas características del hurto, los delincuentes habrían ingresado, por lo menos, la noche o la madrugada anterior. Se llevaron elementos pesados, como una caja registradora de bronce y metal y un teléfono antiguo, también con importante peso. No fue el trabajo de una sola persona. Además, usaron varias herramientas para burlar los candados y puertas.
Fue un robo planeado: el local se encontraba tapiado con una chapa de metal y todas las puertas tenían candados, e incluso una cadena en el caso del portón de ingreso. Los delincuentes lograron violentar esta seguridad, más no romper los candados, por lo que usaron herramientas específicas.
libreria longo frente.jpg
Lograron burlar el tapial de chapa del frente
La Capital fue hasta el lugar de los hechos y charló con Pablo Wandzik, el sobrino nieto de Coqui Longo, quien se encontraba en la Librería Americana esperando a un albañil para que realice un arreglo que refuerce la seguridad del tapial que fue traspasado por los delincuentes.
“Esto no fue casualidad”, afirma el pariente de la histórica librera -en conversación con este diario-, y agrega: “Fue un chivatazo, les avisaron que no había nadie y que podía haber cosas de valor, lo planificaron y se mandaron a ver qué encontraban”.
>> Leer más: Adiós Coqui: murió Amalia Longo, la dueña de la librería más vieja de Rosario
Cómo fue el insólito robo a la Librería Longo
Este jueves por la mañana, Pablo, uno de los sobrinos nietos de Amelia “Coqui” Longo, fue hasta la librería ubicada en Sarmiento al 1173 para mostrarle el inmueble a un agente inmobiliario. Cuando llegaron se llevaron una sorpresa: el candado y la cadena del tapial de chapa que tapaba la entrada al negocio estaba suelto, y las puertas de ingreso al negocio estaban abiertas de par en par (también tenían candados) y rotas. Luego, fue hasta la planta alta, donde vivía Coqui, y se encontró con la misma situación, la puerta estaba abierta y rota.
“Cuando entro a la casa de Coqui, encuentro en el recibidor pilas y pilas de ropa y vajillas, estaban separando qué llevarse”, le cuenta Pablo a este diario. Después de este primer pantallazo, el pariente de la librera empezó a caminar por la casa, que es de gran profundidad, ya que es del tipo “chorizo”. Cuando llegó a la última habitación, se encontró con el delincuente, que se encontraba agachado y vestido con ropa de obrero, con el logo de la empresa constructora Grimaco.
“Soy de la obra”, se quiso defender el ladrón. Pero en ese momento no había ninguna obra en el inmueble, de modo que su defensa no tenía sentido. El delincuente le dijo a Pablo que su compañero estaba también dentro de la casa, y cuando este lo fue a buscar, se logró escapar.
cja registradora.jpg
La caja registradora de bronce y metal que se llevaron, un elemento pesado y con valor sentimental para la familia Longo
Después de esta secuencia, llamaron a la policía y los familiares de Coqui Longo se reunieron en la Librería Americana para constatar qué se habían llevado los amigos de lo ajeno. “Se llevaron cosas brillantes y llamativas. No tocaron los libros. Arriba, en la casa de Coqui, hicieron un poco de caos y vieron qué cosas de valor se podían llevar”.
El inventario faltante es el siguiente: una caja registradora de bronce y metal, con un diseño muy particular, que Pablo estima que tiene un valor de entre 300 y 500 mil pesos, un teléfono antiguo, con un valor similar a la caja registradora, vajilla, ropa y una prensa que los familiares querían donar a la ciudad, ya que es un elemento histórico.
libreria longo 1.jpg
La Librería Longo abrió sus puertas en 1908
Cuando los familiares de Longo se juntaron para revisar qué faltaba en la librería, se dieron cuenta que los delincuentes se dejaron un bolso con herramientas, que deben haber usado para burlar la seguridad del local. Dentro del bolso había documentación, por lo que pudieron dar con el nombre y apellido de uno de los ladrones, el que estaba dentro del inmueble cuando Pablo llegó.