Ni el mosquito que contagia el zika tiene la fuerza suficiente para aguar la mayor fiesta al aire libre del mundo, el Carnaval de Rio de Janeiro y sus apoteósicos desfiles que comenzaron este domingo en el mítico sambódromo.
El Carnaval sigue campante su curso ignorando las advertencias de que quizás el virus zika, contagiado por el mosquito Aedes Aegypti, pueda ser también transmitido de persona a persona por vía sexual, saliva u orina, aunque nada ha sido confirmado hasta ahora.
El primero de los dos días de desfiles de las 12 mejores escuelas de samba de Rio que disputarán el título de "campeona del carnaval" ante 70.000 espectadores.
La mayoría de los cinco millones de fiesteros -incluido un millón de turistas- que asaltan desde hace dos semanas las calles de Rio a ritmo de samba, cerveza y muchos besos en el carnaval callejero no parecen estar preocupados en lo más mínimo por el zika que acapara las portadas de la prensa internacional.
Pero las autoridades prefieren no correr riesgos en el “Templo del samba”, y unos 15 fumigadores de la alcaldía fueron los primeros en desfilar hace 10 días por los 700 metros de la avenida Sapucaí que atraviesa el sambódromo, ataviados con máscaras de gas y trajes amarillos para eliminar el mosquito vector del zika y de otros virus como el dengue, la fiebre amarilla y la chicunguña.
Los desfiles coinciden igualmente con el complicado panorama económico que atraviesa Brasil, con recesión, alta inflación y desempleo, que obligó a las escuelas de samba a apretarse mucho el cinturón y apostar por espectáculos más baratos y simples.
La crisis fue tan dura que 48 ciudades de este inmenso país decidieron suspender sus carnavales, algunos para dedicar esos recursos al combate del mosquito.
