El informe publicado en 2007 por el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) – organismo de las Naciones Unidas especializado en cambio climático y sus efectos sociales, políticos y económicos – aseguró que el cambio climático es una consecuencia directa de la actividad humana y se debería hacer un cambio trascendente en la huella que se produce sobre el ambiente. Ante este contexto, comenzaron a surgir nuevos enfoques y estrategias para contribuir con la mejora de las condiciones medioambientales en todo el mundo.
También en 2007 también surge el primer bono con un propósito ambiental, emitido por el Banco Europeo de Inversiones, bajo la etiqueta de “Climate Awareness Bond” (Bono de Conciencia Climática), como un bono estructurado para financiar proyectos de energía renovables y eficiencia energética.
El primer bono verde, reconocido como tal, fue emitido en 2008, a partir de un grupo de inversores suecos interesados en invertir en un proyecto que marcara la diferencia, con un impacto positivo en el ambiente. En ese momento, para contar con un portfolio de inversiones sostenibles, se excluían empresas, en vez de invertir en aquellas con proyectos ecológicos, lo cual producía que las oportunidades para invertir en proyectos verdes fueran muy limitadas.
Este grupo de inversores se comunicó con su banco – Skandinaviska Enskilda Banken – el cual se encargó de realizar la búsqueda de inversiones con poco riesgo y que contaran con el impacto positivo buscado. Además, el Banco Mundial aportó sus amplios conocimientos acerca de inversiones en proyectos ambientales. También se solicitó a científicos ambientales del Centro de Investigación Internacional sobre el Clima y el Medio Ambiente (CICERO) una opinión acerca de estas inversiones y la posibilidad de lanzar un bono verde para inversionistas institucionales.
Tras meses de trabajo conjunto, a fines de 2008, el Banco Mundial lanza su primer bono verde, el cual demostró que existía la posibilidad de invertir en proyectos que luchen contra el cambio climático y obtener una renta de forma simultánea. Pero no fue hasta 2014, con los Principios de los Bonos Verdes establecidos por la Asociación Internacional de Mercados de Capitales (ICMA), que se consolidaron como tales. Estos principios representan un lineamiento que garantiza la transparencia en la gestión de los fondos y los beneficios medioambientales obtenidos.
Los bonos verdes poseen las mismas características financieras que cualquier otro bono, siendo un instrumento de deuda emitido por organizaciones, tanto públicas como privadas, para financiar proyectos. Su particularidad yace en que los proyectos financiados deben ser responsables con el ambiente, y dentro de ellos se destacan aquellos que están destinados a movilidad sostenible, eficiencia energética, gestión de residuos, conservación de la biodiversidad e instalaciones de energías renovables, entre otros.
Para invertir en un bono verde es necesario que su emisor, con el apoyo de un banco de inversión, lo coloque en el mercado bursátil. La organización emisora posee el compromiso de canalizar los fondos en proyectos que cuenten con un impacto positivo en el ambiente y de presentar la certificación sustentabilidad del proyecto, debe informar sobre el uso de los recursos, reportar su actividad e impacto durante la vida del bono.
El inversor en un bono verde se convierte en acreedor de la entidad emisora, y ésta debe regresar el dinero invertido en ese bono más los intereses fijados previamente. Por lo tanto, constituyen una vía de inversión en activos sostenibles.
En Argentina, durante el 2017, La Rioja y Jujuy fueron las pioneras en incursionar en bonos verdes para financiar parques eólicos (Caucharí y Arauco, respectivamente) por un valor de aproximadamente 200 millones de dólares en cada emisión. Hoy en día, existen bonos emitidos por empresas como Pampa Energía y Plaza Logística, o por entidades financieras como Galicia, BBVA y Santander, que apoyan iniciativas verdes en nuestro país.
A nivel mundial, Europa lidera el puesto del mayor mercado de bonos verdes. Sin embargo, se espera que el mercado norteamericano se fortalezca debido a la emisión de bonos verdes por parte de múltiples empresas como Apple, Tesla y Verizon.
En el año 2019 en el piso 40 del World Trade Center (Nueva York) se llevó a cabo una mesa de discusión donde los representantes de la Fundación Nueva Generación Argentina (FNGA) expusieron la situación institucional, política y ambiental en Argentina en relación a la posibilidad de emitir bonos verdes. Actualmente, la FNGA se encuentra retomando esta iniciativa y evaluando la posibilidad de emitir bonos verdes para estados subnacionales, con el objetivo de promover el financiamiento de proyectos sustentables que fomenten el cuidado del ambiente y la utilización responsable de los recursos.