La batalla legal de Donald Trump contra lo que considera "un fraude masivo" en su contra en las elecciones presidenciales que perdió contra Joe Biden no ha terminado. Aunque los 50 estados de EEUU certificaron sus resultados electorales y la Corte Suprema rechazó una solicitud de emergencia de los republicanos de Pensilvania para anular los resultados en ese Estado, los magistrados supremos se enfrentan ahora a una nueva y controvertida demanda de Texas, presentada por el fiscal general de ese Estado y apoyada por Trump y otros 17 estados republicanos.
Están pidiendo a la Corte Suprema invalidar las boletas de millones de votantes en cuatro Estados muy disputados: Georgia, Wisconsin, Michigan y Pensilvania, a pesar de que no hay evidencia de fraude.
La demanda fue presentada por el fiscal general de Texas, Ken Paxton. El presidente presentó una moción para unirse a la demanda. Y 17 estados republicanos también apoyan la iniciativa.
Están pidiendo que la Corte bloquee o anule a los electores de Georgia, Wisconsin, Michigan y Pensilvania, empujando a Biden por debajo del umbral de 270 votos en el Colegio Electoral, lo que lo dejaría sin ser proclamado presidente.
Pero antes la Corte tendría que admitir la demanda de Paxton. Luego, la Corte tendría que bloquear la certificación del voto del Colegio Electoral, determinar que los cuatro Estados habían permitido cantidades masivas de votos "ilegales", hacer que revisen sus conteos de votos y luego volver a presentar los números. El alto tribunal también podría, según la presentación de Trump, dejar que las legislaturas estatales determinen quién gana cada estado o llevar toda la elección a la Cámara de Representantes, donde cada delegación estatal tendría un voto, y como las delegaciones republicanas superan a las demócratas, Trump ganaría. No existen precedentes de nada semejante.
"En pocas palabras, el presidente está pidiendo a la Corte Suprema que ejerza su forma más rara de jurisdicción para anular efectivamente toda la elección presidencial", dijo a la CNN Steve Vladeck, profesor de la Facultad de Derecho de la Universidad de Texas.
La Corte Suprema tiene seis jueces conservadores. Pero el tribunal no ha mostrado hasta ahora ningún deseo de intervenir en la elección presidencial. El martes, rechazó de manera unánime la petición de los republicanos de Pensilvania de invalidar las elecciones en ese Estado. Emitió una sentencia y no se anotó ningún voto en desacuerdo. Trump ha sugerido públicamente que espera que "sus" nominados, los jueces supremos Amy Coney Barrett, Brett Kavanaugh y Neil Gorsuch, se pongan de su lado en cualquier disputa electoral.
La Corte Suprema había dado tiempo hasta este jueves a los cuatro Estados para responder. La respuesta llegó, y fue categórica: Pensilvania y los otros tres Estados instaron a la Corte Suprema a que declarara "terminadas las elecciones presidenciales" y rechazara rápidamente la demanda de Texas. Pensilvania, Georgia, Michigan y Wisconsin ofrecieron a la Corte un menú de motivos para desechar la demanda republicana. Pensilvania incluso acusó de "sedición" al fiscal general de Texas y a Trump. En otras palabras, les imputa un delito federal grave.
La Corte podría actuar ahora o esperar hasta que Texas presente una respuesta a los argumentos de los cuatro Estados. Los jueces actuaron rápidamente al rechazar la demanda republicana contra Pensilvania el martes, pero podrían tomarse su tiempo como lo han hecho en otros casos relacionados con las elecciones. Los jueces supremos se "reúnen" este viernes, ahora por teléfono por la pandemia.
Se necesitarán cinco jueces a favor para admitir la demanda de Texas. Si el máximo tribunal se niega a aceptar la demanda, será otro clavo en el ataúd para las esperanzas de Trump de revertir su derrota electoral. Si actúa en la otra dirección, será un giro dramático y sin precedentes en las elecciones presidenciales, dando pie a las denuncias y desafíos de Trump.